Un día después del macabro hallazgo en la boca de un perro en el barrio Ameghino, la Justicia continúa con la difícil tarea de dar con la madre y los responsables del impactante caso.
El avance de la investigación sobre el hallazgo del bebé abandonado en un baldío del barrio Ameghino y luego depredado por perros depende por estas horas de la aparición de algún dato que pueda aportar voluntariamente alguien.
La escasez de testigos directos y la recuperación del cadáver recién un día después de la muerte son circunstancias que complican la labor de la fiscalía a cargo de Andrea Gómez, aunque existe la esperanza del surgimiento de un “agente revelador”.
Como no se sabe el contexto en que se produjo el parto, tampoco la situación psiquiátrica de la madre, se ignora por por ahora si la conducta de los responsables de abandonar al recién nacido es punible. Lo que sí se adivina es un escenario marginal, ya que de otro modo es inentendible el desprendimiento de un bebé vivo, tal como concluyó la autopsia. Por eso es que si alguien pudiera acercar información a la fiscalía o a la policía tal vez, incluso, estaría posibilitando más que un castigo, una ayuda.
Vale recordar que en la mañana del viernes una mujer de 61 años, domiciliada en Carrillo al 1100, dejó salir a su perro como acostumbra a hacerlo y minutos más tarde lo vio regresar con “algo raro” en su boca. Cuando observó con más atención y cercanía descubrió que se trataba de restos humanos de un bebé. La mujer entró en una crisis de llanto por lo que un joven, al verla así, le preguntó qué sucedía y al tomar conocimiento llamó a la policía.
Los restos que traía el perro eran un torso y cabeza, sin extremidades, ni inferiores ni superiores. Los peritos de Policía Científica hicieron una búsqueda por la zona, pero no hallaron otras partes y el cuerpo Médico Forense determinó que el bebé había alcanzado a respirar, es decir que era neonato. Asimismo estableció como causal de muerte un paro cardiorrespiratorio por hipotermia, con lo cual se entiende como altamente probable que el bebé haya sido abandonado con vida en algún descampado de las inmediaciones de Carrillo al 1100.
“Acá es muy difícil avanzar cuando no hay casi evidencia de nada. Se trata de un sector apartado de la ciudad, no hay cámaras de seguridad, se ve gente caminando, gente cortando camino por los baldíos, muchos arrojan bolsas con basura, así que una persona tirando algo no genera ningún tipo de sospecha”, dijo una fuente judicial consultada por este medio.
Según los cálculos forenses, la muerte del bebé ocurrió entre la madrugada y la mañana del jueves. Todo hace pensar que el parto sucedió en alguna vivienda de la zona y que luego fue llevado hasta un descampado. Está claro que el perro que lo trajo hasta su casa no fue el primero que depredó el pequeño cuerpo, ya que la mutilación también era de algunas horas previas al hallazgo.
El caso está inexorablemente conectado con la muerte de Iara Nardelli (16), la adolescente que desapareció el 30 de junio tras dejar Aldeas Infantiles, donde estaba institucionalizada por falta de vínculos familiares. Unos pocos restos de su cuerpo fueron hallados el 10 de julio en un predio del barrio Virgen de Luján, a solo 5 cuadras de donde apareció el bebé muerto. Desde un principio se fijó en la hipótesis principal que el cuerpo de Iara Nardelli había sido desmembrado por el accionar de perros callejeros, de frecuente existencia en ese sector periférico de la ciudad. Además, el mismo día del hallazgo de los restos de la menor, un niño fue atacado por una jauría de 12 perros.
Si bien la familia de Nardelli sostiene que es posible que su caso sea el de un asesinato y el cuerpo luego arrojado a ese baldío, la que está confirmada es la acción de los perros como agente de fauna cadavérica.
Respecto a la continuidad investigativa en el abandono del bebé y su posterior muerte, se solicita que cualquier tipo de información puede ser aportada a la policía, a través del 911 o en Tribunales, con absoluta reserva de identidad.