Por Daniel Scioli
Las cosas claras. Uno está más o menos integrado al mundo en función de lo que comercia. Dime cuánto comercias y te diré cuán integrado estás.
El flujo de comercio total (exportaciones más importaciones) de la relación bilateral entre Argentina y Brasil cobró su mayor volumen en 2011, cuando el total de lo comerciado registró un monto cercano a los 40 mil millones de dólares.
Al año 2019 ese flujo de comercio se había derrumbado a poco más de 20 mil millones de dólares, con un desplome de la integración comercial con Brasil que cayó a la mitad de lo que había sido en su máxima expresión. Ese fue el punto del inicio de mi gestión a cargo de la Embajada argentina en Brasil.
En 2022, el flujo bilateral comercial alcanzó casi los 30 mil millones de dólares; es decir que en tres años recuperamos la mitad de lo perdido durante el Gobierno anterior. No obstante, desde el plano comercial, la función principal de la Embajada se centra en la promoción de las exportaciones.
Pongamos foco, entonces, en lo ocurrido en esta variable para dimensionar el impacto de la tarea llevada adelante e identificar el sendero que resta transitar, para consolidar al mercado brasileño como el principal destino de nuestras exportaciones con valor agregado.
En estos tres años las exportaciones a Brasil crecieron un 25 %, incrementándose de los 10.500 millones de dólares exportados en 2019 a los 13.100 millones de dólares registrados en 2022. Con este comportamiento, las exportaciones a Brasil en 2022 son las más altas desde 2014. Pero más allá del valor absoluto, lo que cobra mayor importancia se encuentra en el análisis de su composición.
Siempre se afirma que la Argentina debe venderle al mundo valor agregado. En 2022 a Brasil le vendimos fundamentalmente valor agregado.
De los 13.100 millones de dólares exportados en 2022, el 62% son manufacturas de origen industrial (MOI) y las manufacturas de origen agropecuario (MOA) representan el 14%; es decir, que el 76% de nuestras exportaciones son de productos con agregado de valor.
En este punto, es aún más interesante ampliar el zoom en el comportamiento de nuestras exportaciones de mayor valor agregado, como son las MOI.
Este rubro a nivel nacional explicó en 2022 el 37,4% de las exportaciones totales, pero representaron el 62% de las exportaciones a Brasil, como ya se mencionó.
Las exportaciones MOI a Brasil, además, tuvieron un comportamiento dinámico incrementándose desde 2019 en un 15,3%, pasando de 6.700 millones de dólares en 2019 a 7.800 millones de dólares en 2022.
Este proceso de recuperación y crecimiento de nuestras exportaciones se sostiene en un intenso trabajo de remoción de obstáculos que Brasil tenía sobre una de cantidad importante de nuestros productos para el ingreso en los distintos mercados sectoriales.
También de una intensa promoción comercial ejecutada por nuestra embajada, que se traduce en acciones concretas y cuantificables.
En el plano de la remoción de obstáculos al comercio se han logrado revertir más de 40 situaciones de restricciones de acceso a mercados, incluyendo algunos casos que se encontraban en las más altas instancias del Poder Judicial brasileño.
Así se logró desplegar el acceso a canales comerciales en eslabones relevantes como el sector de la pesca, frutihortícola, lácteos, vitivinícola, agropecuario, entre otros. El impacto de este trabajo se traduce en la incorporación de aproximadamente 300 millones de dólares incrementales en el vector de nuestras exportaciones a Brasil.
En el campo de la promoción comercial hemos realizado más de 100 misiones comerciales y rondas de negocios, lo equivale a unos 250 días invertidos a la venta de producción y trabajo argentino en los distintos canales comerciales con alcance en todos los Estados de Brasil.
Además, hemos asistido a nuestras pymes exportadoras en más de 130 ferias comerciales.
Hemos fortalecido, asimismo, la calidad institucional de la relación comercial con la creación y consolidación de 14 Cámaras de Comercio Argentino-Estaduales y mejoramos la competitividad de nuestras exportaciones por medio de convenios de reducción de costos con los principales operadores de puertos y conglomerados logísticos que operan en Brasil.
Por supuesto que este dinamismo en el comportamiento de las exportaciones argentinas a Brasil tiene su impacto positivo en el desarrollo de nuestras economías regionales y en nuestras provincias.
En efecto, en estos años de gestión, la mayoría de nuestras provincias han logrado incrementar sensiblemente su inserción productiva en el mercado brasileño.
Se destacan los casos de Neuquén, con un incremento de sus exportaciones a Brasil de casi 800%; Santa Cruz (182%); Chubut (55%); Santa Fe (39%); Tierra del Fuego (34%); Córdoba (34%); San Luis (31%); Entre Ríos (30%); La Pampa (25%); Provincia de Buenos Aires (16%), entre otras.
La relación bilateral con Brasil se ha caracterizado por décadas en detentar un déficit comercial contrario para Argentina.
Solo recordar que desde 2004 al 2022 hemos acumulado un déficit en el flujo de comercio que supera los 52 mil millones de dólares. Desde el primer día de gestión como embajador enfrenté este reto de equilibrar el comercio con la dinámica de venderle más a Brasil frente al atajo de poder comprarle menos.
Durante los dos primeros años de gestión pudimos contener esta variable, e incluso revertirla en 2021, al lograr un superávit cercano a los 70 millones de dólares.
A partir de 2022 la relación comercial tuvo que soportar la compra por parte de Argentina de la energía eléctrica que demandaba el crecimiento económico post-pandemia y de los insumos siderúrgicos que requería la construcción del gasoducto NK. Ambas variables explican la mitad del déficit registrado durante el 2022.
En 2023, a los dos factores anteriores se le suman los efectos adversos de la sequía, que ataca al saldo comercial en términos de caída de las exportaciones de trigo y por la exigencia de importar porotos de soja para sostener la actividad del complejo oleaginoso.
En síntesis, entiendo que, superados estos hechos extraordinarios, Argentina se encuentra posicionada para revertir el déficit estructural en los años venideros en base a una integración energética que situará a nuestro país en una posición superavitaria.
No obstante, debemos seguir profundizando una política industrial sobre la cadena de valor automotriz que nos permita continuar con la atracción de nuevas radicaciones de modelos enfocados en una alta integración de autopartes nacionales y con una fuerte inserción como bases exportadoras, de modo de ir cerrando el déficit histórico del autopartismo y generando más exportaciones de unidades terminadas a Brasil.
Finalmente, y por encima de la esfera meramente comercial, la relación bilateral ha consagrado un hito histórico con la firma de ambos presidentes del Acuerdo de la Alianza Estratégica que abarca 82 puntos de integración, que se despliegan en todas las áreas de gestión y donde se destacan los compromisos en materia de ciencia y tecnología, educación, defensa e industria de la defensa, cultura, desarrollo nuclear, cooperación aeroespacial y de integración productiva y energética.
Todo esto lo convierte en un verdadero plan de gobierno bilateral con nuestro principal aliado político y comercial en el mundo y con el cual, en junio de este año, celebramos los 200 años de relacionamiento diplomático.
Una relación que debe seguir fortaleciéndose como concepción vincular entre Estados, independiente de la cercanía o lejanía de los Gobiernos de turno, frente a la paradigmática reconfiguración de un comercio internacional en fase de desglobalización y que exige el incremento de la autonomía regional, fortaleciendo la densidad de nuestras capacidades productivas.