Pese a las restricciones impuestas por el gobierno provincial, las actividades que abrieron sin habilitación continúan trabajando. En hora pico, el tránsito vehicular y peatonal apenas difiere a una jornada hábil antes de la pandemia
Si no fuera por los barbijos que tapan las caras de los transeúntes o la interrupción del paso por algunas filas en puertas de comercios u oficinas, a simple vista y en horario pico semanal, en Mar del Plata parece reinar cierta normalidad.
La ratificación de que el distrito está entre los 49 de la provincia que continuará en la fase 3 del aislamiento (la más restrictiva dentro del esquema manejado por las autoridades bonaerenses) no modificó grandes conductas: pese a las restricciones, los cafés y restaurantes siguen abiertos, los gimnasios permiten actividad física en el interior, el tránsito vehicular es fluido y las obras en edificios están en marcha.
Si bien a partir del lunes 19 la provincia avanzaría hacia una apertura gradual, esto empezaría a regir en las ciudades que evidencien un descenso de los casos de coronavirus.
En los últimos siete días, la estadística oficial registró un promedio de 286 contagios diarios y 114 fallecimientos. Habrá que ver si el leve descenso de la media de 300-350 que se supo alcanzar en las últimas semanas alcanza para avanzar hacia el siguiente paso.
Una ciudad en movimiento
La balanza de las decisiones también es inclinada por las cifras récord de desocupación y pobreza en la ciudad, además ponderar cada vez más el “cansancio” de la población a siete meses de iniciadas las restricciones.
Basta con solo detenerse unos minutos en el cruce de dos avenidas, no importa cuáles. El ir y venir de los autos marca el ritmo de una ciudad en pleno movimiento y sobre la que, a primera vista, no parecen caer grandes restricciones.
La circulación peatonal y vehicular de un mediodía a mitad de semana apenas difiere a lo que se vivía en cualquier jornada hábil antes de la pandemia, aunque comerciantes de la zona céntrica coinciden en señalar que a partir de las 18 el movimiento empieza a mermar de manera notable.
En los cafés y restaurantes la actividad se rige por los protocolos aprobados en la fase 4 y con el aval por parte del gobierno municipal. Si bien la amplia mayoría de los clientes optan por consumir en los sectores al aire libre -está comprobado que el riesgo de contagio es menor en espacios abiertos-, algunos los locales gastronómicos también atienden en el interior, diferenciándose incluso de las habilitaciones que hoy rigen en Capital Federal, las cuales solo permiten atención al público en el exterior.
En el rubro de comercio de indumentaria y accesorios, el cumplimiento del protocolo vigente es dispar. Si bien una amplia mayoría continúa atendiendo desde la puerta, tal como se establece en las restricciones de fase 3, ya hay varios comercios que permiten el ingreso de al menos una persona. Eso sí: aseguran que cumplen a “rajatabla” con la capacidad máxima permitida por el municipio y la aplicación de alcohol en las manos al ingresar.
De todas maneras, abrir no es sinónimo de funcionar. Tanto los locales gastronómicos como los comercios no reflejan en su interior un gran movimiento. De hecho, en una recorrida que realizó LA CAPITAL por la calle Rivadavia y La Peatonal, varios son los locales que se mantienen cerrados. Sobre la calle Santiago del Estero, por ejemplo, un total de seis comercios mantenían las persianas bajas y tres de ellos con el cartel de “Alquila”.
Esto también corre para los gimnasios, quienes al igual que los restaurantes decidieron abrir pese a las restricciones hace dos semanas. Si bien transitan la “temporada alta del sector” el bajo número de cuotas recaudadas en los últimos días preocupa la viabilidad de la reapertura.
Vale destacar que tanto los gimnasios como los natatorios abrieron bajo los protocolos aprobados oportunamente por la provincia, los cuales solo permitían la actividad deportiva de baja intensidad. Esto, aseguran los referentes del sector, restringe aún más la actividad.
Si bien la circulación vehicular y peatonal parece estar recobrando de a poco su ritmo habitual, la baja de actividad vespertina y nocturna, sumada a la suspensión de clases presenciales, impacta también en el transporte de pasajeros.
Mientras los taxistas advierten que no llegan a realizar al menos 10 viajes diarios, los colectivos registran un promedio de entre 70 mil y 100 mil boletos cortados, lo que equivale a un 20% o 30% de lo que se recaudaba antes del 20 de marzo. En mayo, cuando regía un control estricto de la cuarentena, el porcentaje fluctuaba entre el 7% y el 15%.