Ante la falta de consensos para flexibilizar actividades, la ciudad desarticuló las restricciones. Claras diferencias de diagnóstico entre la Provincia y el municipio. Los nuevos fallecidos y el traslado de un paciente, testimonios de la controversia.
Por Ramiro Melucci
Todo empezó con la “huelga a la japonesa” de los obreros de la construcción. Después siguieron los cafés y los bares. Enseguida los gimnasios, los restaurantes y los shoppings. Ahora hasta los salones de fiesta amenazan con abrir. En pocos días, sin que mediara una decisión administrativa de la Provincia ni del municipio, la fase 3 sucumbió de hecho en Mar del Plata.
El gobierno local anunció que no va a perseguir a los que quieran trabajar, un mensaje que espolea las reaperturas. El bonaerense alertó sobre las posibles consecuencias, pero observa que el panorama social tampoco da para exigir castigos. En el limbo entran los protocolos y los controles. En un momento crítico de la pandemia.
El punto de inflexión, el que terminó de descompaginar las visiones de los gobiernos de Axel Kicillof y Guillermo Montenegro, fue el índice de desocupación. El intendente tomó esa cifra como un estandarte para solicitar flexibilizaciones. La semana pasada sumó el argumento de la pobreza, que afecta a 250 mil marplatenses, para reclamar una fase propia para Mar del Plata.
Al unísono, el paisaje se fue poblando de expresiones en favor de las concesiones. El gremio y los empresarios de la construcción clamaron por la autorización para trabajar en edificios. La Asociación Hotelera y el sindicato gastronómico exigieron que al menos se permita la gastronomía al aire libre. La Cámara Textil, la UCIP y el sindicato de empleados de comercio pidieron que se dejaran ingresar clientes a los comercios minoristas. El Frente de Todos local se ocupó de aclarar que presentó cada uno de esos reclamos ante autoridades provinciales y que estaba en análisis una actualización del sistema de fases, pero las anheladas correcciones se demoraron. Ese retraso también fue cercenando expectativas y moldeó un escenario convulsionado.
La ciudad de hoy es mucho más parecida a la que pretende el municipio que a la que recomienda la Provincia para este instante de la pandemia. Hay un surco entre ambas posturas. Alarmado por la cantidad diaria de casos de coronavirus en Mar del Plata, Axel Kicillof cree que la única forma de salvar la temporada es disminuyendo ahora los contagios. Alertado por el indiscutido primer puesto en el ranking nacional de la desocupación, Montenegro advierte que no se puede esperar nada para autorizar el trabajo.
La ciudad de hoy es mucho más parecida a la que pretende el municipio que a la que recomienda la Provincia para este instante de la pandemia. Hay un surco entre ambas posturas.
Esa tensión se trasladó, con matices, al Concejo Deliberante. Los dos proyectos de ordenanza que buscaban amalgamar lo que sucede en la calle con lo que dicen las normas municipales fueron archivados. Los dos habían sido impulsados por Acción Marplatense: uno, para autorizar la gastronomía al aire libre; otro, para permitir todas las actividades con protocolos acordados entre la Secretaría de Salud y organismos nacionales y provinciales.
La aprobación de las normas requería el voto positivo del Frente de Todos. Con funcionarios provinciales pidiendo una merma en la circulación y reiterando que Mar del Plata está en el podio provincial de casos diarios, incluso por momentos en el primer puesto, no había manera de que el bloque conducido por Marcos Gutiérrez diera un aval. O más bien solo había una: si surgía alguna venia de la Gobernación, como las que hubo en los tiempos prósperos de la Comisión de Reactivación Económica. Pero no fue el caso.
El Concejo Deliberante sesionó el jueves. No hubo acuerdo sobre las reaperturas.
La abstención contra el retorno de las actividades económicas paga costos políticos. Los concejales lo saben. Y tendieron a disminuirlos. Por eso en la sesión ninguno de los que votó de esa manera enarboló argumentos sanitarios ni habló del sistema de fases. Tampoco cuestionaron las aperturas sin permiso ni machacaron sobre la falta de controles del municipio. Centraron el debate sobre la apertura gastronómica en una cuestión técnica: la carencia de tiempo para analizar el expediente. De ahí el pedido para que volviera a comisiones y no fuera archivado. Pero el oficialismo y el bloque pultista, alineados en el reclamo de aperturas, no dejaron pasar la oportunidad de acorralar al Frente de Todos y no hicieron concesiones. Las diferencias solo quedaban expuestas si la votación era a todo o nada. Y la abstención del Frente de Todos, sin que se aceptara la vuelta a comisiones, determinó el archivo.
Tampoco nadie indagó demasiado en otro aspecto: ¿podía una ordenanza municipal, en caso de que hubiera sido aprobada, contraponerse a los decretos nacionales y provinciales del aislamiento social, preventivo y obligatorio? Seguramente no. Pero en los papeles tampoco podían los decretos que Montenegro firmó con las recomendaciones de la Comisión de Reactivación Económica en la fase 4. Y sin embargo nunca a ningún funcionario nacional o provincial se le ocurrió mencionarlo. Bondades del consenso político, que ahora escasea.
Tampoco nadie indagó demasiado en otro aspecto: ¿podía una ordenanza municipal, en caso de que hubiera sido aprobada, contraponerse a los decretos nacionales y provinciales del aislamiento social, preventivo y obligatorio?
El oficialismo sondeó, tras bambalinas, la posibilidad de firmar un pedido a la Provincia para que revea la veda del trabajo en edificios para la obra privada de construcción y la prohibición del ingreso de clientes en los comercios minoristas. Son reclamos con los que el Frente de Todos se ha mostrado comprensivo, pero el contexto político impidió el acuerdo.
Algunas pistas pueden rastrearse en el discurso sanitario. Si en algún momento el hilo del diagnóstico municipal se unió con el provincial, ahora volvieron a desenlazarse. Con fallecidos en el medio. La Provincia le adjudica 160 de los 3500 que surgen de la nueva estadística; el municipio reconoce menos de la mitad. El jefe de Gabinete, Carlos Bianco, puntualizó que el fin de semana pasado Mar del Plata llegó a superar a La Matanza; la secretaria de Salud, Viviana Bernabei, recomendó ver el total de casos cada 100 mil habitantes, que ubica a Mar del Plata por debajo del puesto 40°. La Provincia alerta que las cifras ponen en riesgo la temporada; el municipio habla de un “amesetamiento”.
En el Ministerio de Salud bonaerense repiten que los contagios diarios exigen constantemente al sistema sanitario; el municipio sostiene que las camas ocupadas no llegan al 60%. Por si no alcanzara con el cruce por los fallecidos, ayer hubo otro por el traslado de un paciente del Interzonal a un sanatorio porteño. Autoridades de Zona Sanitaria VIII lo adjudicaron a la falta camas de terapia intensiva, mientras en el gobierno local advirtieron que se trató de una “decisión particular”. “Fue una operación política”, concluyeron cerca del jefe comunal.
Una imagen de la semana pasada. En los hechos, Mar del Plata ya no está en fase 3.
En el oficialismo celebraron que en medio de esa tormenta quedara lugar para algunos consensos legislativos. Como el que alumbró la prórroga de la emergencia sanitaria, el de la ordenanza que creó la red de ciclovías (votado por unanimidad sobre tablas) y el de la norma que extendió por otro año la emergencia de género.
Otro hecho político jalonó la última sesión: la nueva ratificación del quiebre entre el Frente de Todos y Acción Marplatense. La relación, que se rompió en las últimas elecciones y había registrado un primer enfrentamiento en el Concejo durante el tratamiento del aumento del boleto, añadió un episodio de tensión entre los jefes de bloque, condimentado luego con un choque de concepciones: el partido vecinal criticó al Frente de Todos por aferrarse a soluciones propuestas desde afuera; la principal bancada opositora lo tachó de oficialista. Mientras, fuera del recinto asoma un detalle con miras a la contienda electoral del año próximo: el ex intendente Gustavo Pulti ha vuelto a levantar el perfil.