Voluntarios acompañan y asisten a poblaciones vulnerables. La fundación existe hace más de 30 años y funciona desde 2009 en Mar del Plata. Un hogar de tránsito para madres, comida para personas en situación de calle, apoyo escolar y cuidado de adultos mayores y enfermos crónicos, parte de "un pequeño gesto con gran amor" capaz de transformar realidades complejas.
Por Gonzalo Gobbi
Hace más de tres décadas, un grupo de amigos de Villa de Mayo se unió para dar vida a un sueño compartido: brindar ayuda y contención a quienes más lo necesitan. Guiados por la inspiración del sacerdote jesuita Ángel Rossi, esta pequeña chispa de solidaridad se convirtió en la Fundación Manos Abiertas, una organización comprometida con la transformación de vidas y comunidades vulnerables. Desde sus inicios en 1992, la fundación ha expandido su labor a lo largo de 11 ciudades. En 2009 llegó a Mar del Plata, donde estableció su primera obra: el Hogar “Madre de la Ternura”.
El Hogar “Madre de la Ternura”, ubicado en la calle Corrientes entre Roca y San Lorenzo, es mucho más que un refugio temporal; es un lazo de contención para mamás con niños en situaciones de vulnerabilidad.
La fundación no recibe aportes de ningún nivel del Estado. El hogar se sostiene con una feria de ropa mensual y donaciones pero, sobre todo, por el férreo compromiso de los voluntarios, un equipo al que cualquier persona puede integrarse. De hecho, necesitan más voluntarios.
Jorgelina Capitoli, una dedicada voluntaria de la fundación, contó a LA CAPITAL que en este hogar la solidaridad se entrelaza con la esperanza en cada rincón. Allí, las mamás llegan derivadas, en general, desde el Hospital Materno Infantil, juzgados y parroquias, en busca de un respiro en medio de las dificultades que enfrentan por situaciones de trabajo, vínculos familiares o de violencia.
Es un lugar donde encuentran apoyo emocional, asistencia y, sobre todo, un espacio seguro donde pueden reconstruir sus vidas. A través del acompañamiento de voluntarios, estas mujeres reconstruyen la fuerza para enfrentar los desafíos que la vida les presenta, paso a paso, día a día.
El Hogar “Madre de la Ternura” se convierte en un hogar temporal para mamás y niños, ofreciendo dos grandes habitaciones donde pueden encontrar refugio y tranquilidad. Aquí, las mamás son recibidas con los brazos abiertos.
“En el hogar, donde hay capacidad para no más de diez personas, las mamás están durante un tiempo, a veces unos días, en otros casos incluso más de un año, hasta que puedan resolver su situación. Hoy también tenemos a mamás que tienen internados a sus hijos en el Materno Infantil, ya que es un hospital que atiende a personas no solo de Mar del Plata sino de toda la región”, contó Jorgelina.
A este hogar, las mujeres llegan con un trabajo previo de asistentes o trabajadoras sociales. “Como voluntarios, lo que hacemos es escuchar y acompañarlas. Las ayudamos a resolver algún trámite, a preparar un currículum, pero principalmente lo que buscamos es que estas mujeres tengan este espacio para estar tranquilas y tener alguien que las acompañe y las escuche, como si fuera una casa de familia, con una gran contención”, describió la voluntaria.
El Hogar “Madre de la Ternura” es solo una faceta de la amplia labor de la Fundación Manos Abiertas en Mar del Plata. Otras obras importantes también han dejado su huella en la comunidad, como el equipo “Buscadores”, que cocina para personas en situación de calle en colaboración con diversas organizaciones benéficas.
“Nos juntamos junto con la Medalla Milagrosa y cocinamos los jueves para la ONG La Noche de la Caridad, que reparte las viandas en distintos puntos a personas en situación de calle. Además, cocinamos para el Hogar de Nazareth, donde van a dormir entre 40 y 50 personas en situación de calle”, explicó la voluntaria.
Por otro lado, la fundación brinda talleres recreativos y apoyo escolar en el Centro Santa Teresita, en Vértiz al 11.500, un centro comunitario donde niños y niñas reciben el almuerzo los sábados, y luego los voluntarios van a ayudarlos con las tareas escolares y comparten un momento de recreación, encuentro y distención.
A su vez, otra obra es el equipo “San José”, de cuidados paliativos, para acompañar a personas enfermas. Inicialmente concurrían al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), pero ahora brindan este servicio en el Hogar de las Hermanas de Calcuta, en Parque Palermo, donde se asiste y se cuida a personas con enfermedades crónicas. Allí, la compañía, la escucha, la ayuda y el simple estar, son clave para la contención.
La fundación también tiene un equipo dedicado a proporcionar ejercicios espirituales gratuitos a quienes lo necesitan, conocido como “Mama Antula”, y otro equipo que visita a personas solitarias en geriátricos, denominado “Madre Teresa”, que actualmente funciona en el Hogar Municipal de Ancianos.
Cada una de estas obras busca aliviar el sufrimiento y la soledad de quienes más lo necesitan, brindando esperanza pero sobre todo un lazo de contención y, sobre todo, una compañía, ya que la gran mayoría de estas poblaciones están atravesadas por la soledad.
Actualmente, la Fundación Manos Abiertas cuenta con alrededor de 60 voluntarios en Mar del Plata (antes de la pandemia eran más de cien), pero reconocen que “siempre se necesitan más”.
Por cierto, hay varias maneras de ayudar, ya sea como voluntarios dispuestos a brindar su tiempo y apoyo (en general, unas horas semanales), como donantes que contribuyan económicamente con lo que puedan y quieran, o simplemente como colaboradores que donen alimentos para cocinar o ropa para la feria que permite sustentar el hogar.
En la Fundación Manos Abiertas, “cada pequeño gesto de amor cuenta” y hace una diferencia en la vida de quienes más lo necesitan.
La historia personal de Jorgelina Capitoli es un testimonio del impacto transformador del voluntariado. Desde sus inicios en 2009, Jorgelina ha sido testigo y partícipe del servicio desinteresado para cambiar vidas, incluida la suya propia.
A través de su compromiso con la Fundación como voluntaria, ha aprendido a ver el mundo desde una nueva perspectiva, encontrando en el servicio a los demás una fuente inagotable de alegría y crecimiento personal. “Yo me sumé desde el inicio acá en Mar del Plata, gracias a que la persona que trajo la fundación a la ciudad es la madre de una amiga. Nos invitó, arrancamos y no paramos“, dijo.
“El voluntariado te enseña, es un camino. Uno empieza y a medida que lo va recorriendo, va cambiando y aprendiendo. Es un aprendizaje constante. Y te hace salir de la zona de confort, ver otra realidad hacia afuera. Yo siento que recibo mucho de lo que doy. Es un ida y vuelta, un círculo“, describió.
Hacen falta más voluntarios, como así también que se conozca más y mejor la tarea que realiza esta fundación. En ese sentido, cabe señalar que si bien la entidad tiene una raíz jesuita, hoy por hoy “es abierta a todas las personas que quieran dar una mano, más allá de su creencia o religión”.
La fundación tiene “una espiritualidad definida”, que es “el servicio con alegría”, un pequeño gesto con gran amor. “A veces no hay que hacer un montón e cosas, sino que un pequeño acto vale muchísimo” y aporta al trabajo en equipo, ya que el voluntariado no es individualista, se apoya en los demás”.
Como escribió Eduardo Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. De eso se trata, de contribuir a transformar vidas con una donación o unas pocas horas semanales de voluntariado, ayudando a quienes más lo necesitan con las manos abiertas.
La fundación tiene su sede en Corrientes 3264 y los interesados en conocer más sobre sus acciones o sumarse como voluntarios, pueden contactarse por Whatsapp al 2236036718 o vía mail: mardelplata@manosabiertas.org.ar.