Por Ornella Rapallini y Laura Pomilio
Referentes de organizaciones de excombatientes y veteranos de Malvinas hacen un repaso sobre las múltiples problemáticas que tuvieron que atravesar al volver de la guerra y, a 40 años del conflicto bélico, destacan la importancia que tienen para ellos los centros que los congregan para lograr romper el silencio y obtener políticas reparatorias.
Al terminar la guerra de Malvinas el 14 de junio de 1982, los excombatientes conscriptos se enfrentaron a una nueva batalla contra el olvido y el silencio impuestos en el proceso oficial de “desmalvinización” y el sentimiento de que “algo muy importante” de ellos “quedó en Malvinas” .
– La desmalvinización: el silencio como imposición
Al pisar el continente, las Fuerzas Armadas entregaron a cada excombatiente una “cartilla de recomendaciones de contrainteligencia” donde en nombre de “la Patria” se les requirió “otro esfuerzo”: no proporcionar información sobre su experiencia de combate, no ser “imprudente” en sus juicios y apreciaciones, no “dejarse llevar” por rumores ni noticias alarmantes en pos de “perpetuar la forma heroica como nuestros soldados dieron la vida por la soberanía nacional”, tal como consta en uno de los documentos de la última dictadura militar que fueron desclasificados en 2015.
El proceso de desmalvinización, que se profundizó durante los primeros diez años en democracia, intentó instaurar una especie de amnesia colectiva que diera una vuelta de página a todo lo sucedido durante el conflicto, borrando sus secuelas e instaurando el silencio y el miedo entre sus protagonistas.
“Al regresar, nos llevan a Campo de Mayo donde nos recibe lo peor del aparato represivo, personal de inteligencia. Dos veces por día nos hacían pasar por una salita donde nos decían ‘ojo con lo que dicen’, y aparece la orden de silencio que nos hacían firmar. Fue una imposición, no un pacto”, describió el ex combatiente Ernesto Alonso, actual secretario de Derechos Humanos del Centro de Ex Combatientes CECIM La Plata e integrante del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas..
En la misma línea, el excombatiente y actual tesorero de la Federación Nacional de Veteranos de Guerra, Miguel Ángel Rodriguez, expresó que al volver de Malvinas y tener que firmar esa declaración jurada, también se instauró el “miedo a que les pase algo” a ellos o a sus familias, que perduró muchos años, “incluso después de que los militares se fueran del poder”.
En este sentido, el veterano de guerra de la Armada y actual presidente del Centro de excombatientes de Santa Fe, Adolfo Schweighofer, coincidió en que en esa primera década “el desamparo fue tremendo”, sintió que el país “les dio vuelta la cara” y expresó la incertidumbre de aquellos años en que debieron sobrevivir “sin ninguna protección, ningún cobijo, ningún amparo, ningún beneficio y sin obra social”.
– “De eso tampoco se habla”: secuelas y suicidios
Así como durante el proceso de desmalvinización se instauró un manto de silencio sobre lo ocurrido durante la guerra, las secuelas de los excombatientes también fueron ocultadas por mucho tiempo.
Una de las problemáticas más importantes que atravesaron fue la falta de trabajo por la discriminación, y entre las principales secuelas se encuentran situaciones de violencia intrafamiliar, adicciones, enfermedades prevalentes, amputaciones y trastornos vinculados a la salud mental, según enumeró a Télam el secretario del CECIM La Plata, quien gestó y participó de dos censos efectuados a excombatientes del Litoral y Buenos Aires.
“Lo peor de la crisis en el sector fue a los 10 años de la guerra, cuando se produjeron la mayor cantidad de suicidios”, remarcó Alonso.
Y completó: “Había compañeros que no volvían a ningún lugar, sin laburo, sin contención. Cada uno sobrevivió como pudo, algunos con más recursos y otros con menos”.
Ante la falta de registros oficiales, la Federación Nacional de Veteranos de Guerra estima que en esos primeros diez años alrededor de 2000 excombatientes se quitaron la vida -cifra que casi cuadriplica los 649 caídos en la guerra-, dado que se trató del período “más fuerte” por la “falta de atención y la negligencia del Estado”.
Desde marzo de 2020, la Federación lleva adelante un registro diario de fallecimientos de veteranos por motivos vinculados a la guerra que se vieron incrementados por la pandemia, y según precisó a Télam su presidente, Ramón López, el año pasado se produjeron 335 muertes y otros 64 decesos en lo que va de 2022.
– Los centros de excombatientes: el segundo hogar
Según el Observatorio Parlamentario de la Cuestión Malvinas existen más de 200 organismos no gubernamentales de excombatientes en el país.
Si bien los ex soldados conscriptos no son un grupo homogéneo ni generalizable, dado que cada uno prestó servicios a distintas Fuerzas y atravesó diferentes experiencias, si algo tienen en común fue el haberse buscado al volver a casa.
Compartir lo que habían vivido fue clave para atravesar lo que les deparó el regreso y, a su vez, en esas uniones aunaron esfuerzos para exigir políticas públicas que garantizaran una contención mínima y un reconocimiento a lo largo del tiempo.
“La organización nace de la necesidad de juntarnos para entender qué nos había pasado, es una generación marcada por la dictadura militar, los colimbas estábamos cumpliendo con una carga pública que era la ley de servicio militar obligatorio”, apuntó Alonso.
Para Alonso, el centro de excombatientes significó “transitar un camino de resiliencia y recuperar el sentido a la vida para no quedarnos anclados en el relato épico de la guerra”.
A su vez, los centros fueron “un segundo hogar -y para muchos el primero-“, explicó Schweighofer, ya que se trataba de una población muy dispar en cuanto a lo vivido, a la formación y al origen de cada uno.
También, para el ex soldado Sosa los centros cumplieron un rol “fundamental” por la falta de contención del Estado.
A lo largo de estos 40 años paulatinamente consiguieron políticas públicas que fueron significativas para el sector a pesar de las múltiples secuelas con las que conviven. Entre las primeras compensaciones conseguidas, se destacan la Ley 23.109, que contempló salud, vivienda, trabajo y educación, y la Ley 23.848, que dispuso el otorgamiento de una pensión vitalicia.
En 2005 el ex presidente Néstor Kirchner decretó que la pensión nacional pasara a ser equivalente a tres pensiones mínimas, abonada por la Anses y promovió continuar con un programa nacional de atención a veteranos de guerra. Según un informe publicado por la Anses en 2016, son 22.107 los excombatientes que perciben una pensión.
Otros tema fundamental que unió a diversos grupos de excombatientes conscriptos fue la identificación de soldados caídos en Malvinas, realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que hasta el momento identificó a 115 soldados y restan 7 por identificar, en el marco de un proyecto coordinado por el Comité Internacional de la Cruz Roja y los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña.
Asimismo, el presidente de la Federación destacó también que durante los últimos años hubo un cambio “muy grande” con este gobierno comparado a los anteriores gracias al accionar del nuevo secretario de Malvinas, Guillermo Carmona. “Es muy activo y está llevando adelante no sólo el reclamo internacional sino uniendo a los grupos de veteranos de Malvinas”, concluyó López.
— Ayuda para veteranos: en caso de precisar asistencia psicológica, llamar al PAMI al 139. O al 138, opción 7 en caso de emergencias psiquiátricas.