Las mujeres de mi vida, el libro de Maitena que acaba de publicar Penguin Random House, recoge lo que fue la muestra que tuvo lugar en el Centro Cultural Kirchner y que repasa su obra desde los inicios. Fue tal el éxito que tuvo que dio lugar a este libro exquisito, para quienes no pudieron asistir y también para atesorar como libro objeto, ya que es un documento que plasma la obra y el pensamiento a través del tiempo de esta artista de la vida cotidiana, humorista que dio voz a las mujeres desde siempre.
Por Dante Galdona
Su nombre es tan icónico como sus trazos, tan identificable que si le agregamos su segundo nombre y su apellido corremos el riesgo de confundir. De hecho, la tapa de su libro La mujeres de mi vida es prueba de ese minimalismo, un par de ojos y una boca que no dejan lugar equívocos. Maitena Inés Burundarena es Maitena, la que todo el mundo conoce, la humorista gráfica, militante feminista desde los inicios de su carrera, la que le habló a las mujeres y les dijo “¿por qué no?” a través de un humor tan profundo como efectivo. En entrevista con LA CAPITAL en el Gran Hotel Provincial, a donde vino invitada por la editorial Sudamericana, habló de los temas que siempre la interpelaron y el feminismo como motor de su vida y de su obra.
-El libro es una especie de spin off de la muestra que hiciste en el CCK, como para la gente que no pudo ir a verla.
-La muestra funcionó también como un recorrido por todo mi trabajo y el libro toma el mismo espíritu y también creo que los textos de Liliana Viola le dan otra cosa, porque mucho trabajo es de hace varias décadas, pasaron tantas cosas en los temas sociales, en estos tiempos, que estuvo bueno hacer como una revisión crítica de un montón de temas y eso lo hicimos con Liliana Viola y yo creo que le dio a la muestra un impulso y otro peso, quedó buenísima.
-¿Qué sentiste al reflotar esos trabajos viejos? Supongo que habrá sacado cajas y cajas.
-Miles. Yo no soy nada nostálgica y no me gusta ir para atrás, ni mirar para atrás y no había mirado todo ese trabajo, no había vuelto a mirarlo y sobre todo fue muy lindo encontrar los originales -algunos no me gustaban, como dibujante me parecían pobres o que les faltaba, sobre todo después de que empezó todo lo digital- y de repente estaba enfrente de los originales en acuarelas, en tintas, con tinta china, y fue muy lindo encontrarlos porque la mayoría me gustaron, me pareció que estaban vivos los dibujos, que eran muy lindos los originales, entonces fue un placer grande exponerlos porque me dieron ganas, decir “miren esto, miren cómo eran de verdad antes de ser libro”. Después para este libro hice una operación gráfica que le saqué muchos amarillos, bordes negros, los limpié un montón, justamente para que se vieran los dibujos que creo que tienen mucho encanto, mucha expresividad.
–¿Y en cuanto a lo que vos pensabas en esa época y lo que pensás ahora hubo un cambio o una evolución?
-Una evolución grande, si bien yo siempre fui feminista, incluso antes de saber que eran feministas porque ya trabajaba con temas que básicamente era “por qué las mujeres no”, que es una pregunta que yo me hice desde muy chica mirando a mi madre con siete hijos.
-Es una pregunta que atraviesa bastante tus chistes…
-Claro, fue mucho antes del feminismo o de que estallara acá el feminismo y era ver a mi madre con siete hijos y su título de arquitecta enrollado en un placard. ¿Y por qué las mujeres no? Y bueno, la verdad es que hay un montón de temas que yo toqué antes de que se hablara de esas cosas masivamente y yo no les ponía los nombres que después les pusieron pero eran lo mismo, era sororidad, eran tareas de cuidado, era patriarcado, aunque la palabra patriarcado no aparece jamás en mis historietas, y había eso, ese era el espíritu de las ideas del libro. Yo cambié, el mundo cambió, yo también cambié, me ayudó a cambiar el mundo, estar en el mundo y tener hijas, hijos y criar hijos, que yo creo que es algo que le hace muy bien a la cabeza, que siempre te lleva a los tiempos que corren y que te hace repensar las ideas que tenías, las cosas que creés que son de una manera y pueden ser de otra. Los hijos te traen esa posibilidad de seguir preguntándote siempre cosas. Ahora tengo una nieta de diez años y vamos de nuevo, porque de nuevo cambia todo y me resulta interesante porque no está bueno ponerse en ese lugar de “antes era mejor el mundo”. Yo creo con mi corazón que siempre será mejor.
-A veces la gente se pone en el lugar de dar consejos y no de escuchar lo que tienen para decir.
-Exactamente porque las nuevas generaciones tienen muchas cosas para decir porque ya vienen con los consejos que les dimos de antes, con lo que nos dijeron a nosotros, con un mundo distinto, con un mundo más abierto, entonces es interesante escuchar a los niños. A mí me pasa con mi nieta que a veces me dice: “quiero ir a ver algo al teatro pero a vos no te gusta” -fuimos a ver algo que me pareció horrible, un streamer-, y le digo: “mirá, vamos a verlo y después te digo” pero creo que hay que tratar de hacer eso, de ser abiertos, como son ellos.
-¿Te considerás una una pionera del feminismo? Si bien hubo otras feministas, en vos era una militancia.
-Era una militancia y además lo que pasó con mi humor es que fue muy popular, incluso atravesó el género historieta porque a mí me leía gente que no leía historietas, un montón de mujeres. Yo sí era consumidora de historietas, toda mi vida, pero sobre todo las mujeres en una época no leían historieta y sí leían mis chistes, entonces hubo un crossover de género. En ese sentido sí creo que fui una pionera y fui, como me dicen las chicas, madre de dragones para muchas dibujantes que ahora tienen menos de 30 años y creo que lo que es interesante es que ellas se sintieron habilitadas a ser dibujantes de historietas o humoristas o ilustradoras al cruzarse con mi trabajo de chicas. Yo no me crucé con el trabajo de nadie hasta los diecinueve años, que me crucé con el trabajo de Claire Bretécher y eso te habilita porque yo leía La pequeña Lulú, Superman, Archie, pero estaban todas escritas por hombres. Y cuando yo ya había empezado a dibujar y veo el trabajo de Claire ahí digo “yo quiero hacer esto”, porque además eso, alguien tiene que hablar de la vida de las mujeres, eso me interesaba, no la historieta de humor, no el chiste sobre náufragos, eso no me movía el piso, pero hablar de la vida de las mujeres, de la vida de las personas, del amor, del cuerpo, de los traumas, eso desde muy chica siempre me interesaba, siempre era medio “mono sabio”.
-La temática es la misma de la época en que empezaste, son los mismos miedos del ser humano.
-Siempre, sí. Yo creo que tuve otra temática pero que la terminé forzando hacia la misma zona, los años que trabajé en Fierro y sobre todo en Sex humor, que era humor sobre sexo, pero incluso ahí era feminista porque mis personajes eran mujeres y eran mujeres deseantes, que estaban calientes y eso en la revista no había, todas las otras eran objetos de deseo de los hombres, entonces ahí también había una transgresión y un camino que fue el mío de siempre. Eso me pasó revisando el material de la muestra, ver trabajos míos de los diecinueve o veinte años y darme cuenta de cómo siempre me interesó lo mismo.
-En Fierro y Sex humor eran casi todos hombres ¿qué sentías ser mujer en una redacción de hombres?
-Había algunas mujeres como Patricia Breccia, María Alcobre, pero éramos las menos. Era un lugar muy lindo, era un lugar con muy buena onda, los dibujantes estaban encantados de que hubiera chicas, porque siempre estaban entre hombres, así que estaban felices de que hubiera alguna mujer en la redacción. Pero había camaradería y había buena onda, sobre todo había algo que existe entre los dibujantes que es la admiración por el trabajo del otro. Entonces eso atravesaba el género. Estoy agradecida de haber estado en la misma redacción que Fontanarrosa, que Rep, Grondona White, eran todos unos capos. Yo sacaba un dibujito y pedía un consejo y me lo daban, me ayudaban. Yo veo que el gremio de dibujantes es menos envidioso que otros.
-Los escritores, los músicos…
-Los escritores, por ejemplo, o los músicos. Bueno, los músicos no, los músicos también tienen eso de que les gusta mucho un músico y te lo pueden admirar, con envidia, pero con cariño.
-¿Qué opinás del revuelo que se armó últimamente con el tema de los libros en la Secretaría de Educación de la provincia de Buenos Aires?
-Me parece que es algo destinado a correr la atención y el foco de otras decisiones que se están tomando que sí son realmente importantes, entonces esto llena los medios, llena las conversaciones. Por otro lado creo que es un ataque a las mujeres, porque en general se eligen escritoras mujeres. Me parece que un presidente -en el caso de que hablemos de este gobierno, que es el que está haciendo estas cosas- que habla y hace el gesto de masturbarse al empezar las clases en un colegio, que habla de niños envaselinados, nos habla de burros…, me parece que eso es grave. Es grave que en medios de comunicación le estén dando importancia a unas páginas de sexo metidas adentro de libros de literatura que incluso no son para chicos y que si lo leen los pibes del cuarto o quinto año no se van a asustar… Los pibes de cuarto o quinto año que tienen un celular no se van a asustar por la palabra “pija”, o sea, no apaguemos, esto no tiene sentido. Están en otra, no les importa. Es más, yo creo que esto va a hacer que lean esos libros, van a buscar adónde estaba eso en el libro. Pero de verdad que me parece un ataque a la cultura, a la literatura, a las mujeres. Bueno, todo lo que hace este gobierno es otra muestra, pero grave es lo que están haciendo y no el arte, no la literatura. Además la literatura se ocupa de la vida y el sexo es parte de la vida, no sé qué tiene de raro que el libro pueda tener una página de sexo.
-¿Militás en algún campo feminista activamente?
-Sí, ahora en este momento menos activamente. Trabajo en Ni una menos hace muchos años. Leí el primer documento en Ni una menos en aquella plaza increíble en que yo pensé que iba a leer un documento ante 10.000 personas y fueron 90.000, una locura. Ni una menos inauguró un movimiento, inauguró una lucha que después con la ley de del aborto, el pañuelo verde, pasaron muchas cosas y ahí estuve todos estos años que no había estado dibujando, estuve ahí con las compañeras en la calle.
Foto: Alejandra López
-¿Qué pensás de los diferentes movimientos, ramificaciones, vertientes distintas? ¿Por qué pensás que sucede eso? ¿Preferirías un movimiento más unificado?
-Uno sólo sería demasiado poco. Lo que sí es una lástima que se fraccione tanto porque la lucha nos necesita unidas. El enemigo no es la otra mujer que hace lo que a vos no te gusta, la mujer que es trans, el enemigo es el patriarcado, la violencia machista, el pacto machista que hace que siete pibes violen a una mina y se dude y se pregunte “¿qué hizo ella?”. Los jueces están dentro de ese pacto machista también. Entonces me parece que es una pena perder energía y perder tiempo en peleas internas, en ramificaciones, hay muchos feminismos. Igual para mí el feminismo es justicia social y creo que el feminismo que más importa, si tenemos que decir cuál es el feminismo que tiene que salir adelante y ganar, es el el feminismo que defiende los pueblos originarios, a las menos afortunadas a las más pobres, a las más excluidas, a las migrantes, porque esas son las mujeres que más sufren en el mundo, sufren la trata, la exclusión, no tienen trabajo, no tienen vivienda, tienen seis hijos. Creo que va por ahí y por todo el tema marrón, vivimos en Latinoamérica, entonces el feminismo blanco de papers académicos y de charlas…, bueno, vamos, chicas, pónganse las pilas, hay que ir a trabajar a territorio y sobre todo dejar que en los territorios surjan líderes que sean las que nos vengan a enseñar a nosotras.
-Lenguaje inclusivo, ¿sí o no?
-El lenguaje inclusivo no es para escribir literatura, ya que estábamos hablando de libros, nadie está tratando de modificar el idioma, no es para escribir literatura. El lenguaje inclusivo es para llegar a más personas y en general se usa en tareas pedagógicas, en tareas de salud, se debería usar en el gobierno, por cualquiera que da un discurso, es una manera de dirigirse a una mayor cantidad de personas posible, pero de ahí a demonizarlo como si por culpa de una e uno estuviera hablando de que va a degenerar el idioma…, el idioma está vivo, surgen modificaciones, si no estaríamos hablando todos en “vosotros, tenéis”, estaríamos todos diciendo verbos que ya no se usan, “hede el perro” en vez de “tiene olor”, el idioma está en transformación permanente y eso es parte de los cambios y parte de los tiempos.
-Hay quienes dicen que si es una necesidad, va a suceder quieras o no.
-Es que de hecho sucede y lo usa muchísima gente y lo usan mucho los chicos también. Y los ves que dicen “niñes”, “chiques” y está todo bien porque si vos tenés en una clase veinte nenas y un varón por qué decís “todos saquen la cartuchera”. Vos fijate que ellos no son los que tienen problemas con estos cambios, son sus padres, los niños no tienen problemas, vos ves que todos tienen algún compañero gay, un compañero trans, y ellos no tienen problemas, son sus padres, es tremendo pero son sus padres.
-¿Cómo te sentiste cuando trabajabas para La Nación?
-A mí me gusta estar del otro lado porque me parece más interesante hablarle a gente que no opina como uno que a gente que opina lo mismo. Ningún tipo de censura, nunca, eso es buenísimo. Ahora estoy haciendo cosas fuertes en Clarín y tampoco me censuran, tampoco tienen ningún problema. Cuando me llamaron yo les dije claramente: “ustedes saben dónde estoy parada yo ideológicamente”, me dijeron que sí, que estaba todo bien. Bueno, arrancamos y nunca tuve ningún problema, nunca me dijeron nada. Y me parece que estoy haciendo algo lindo, algo interesante, tal vez tiene menos humor y chiste que antes. Quino decía que los humoristas con los años nos ponemos más reflexivos y menos graciosos, puede ser, yo creo que ahora el chiste, la gracia, la tienen los memes, que nada es más infalible que un meme, que además me encantan y me parece que democratizaron el humor porque cualquiera puede hacer un meme. Estoy haciendo otra cosa, es un espacio de reflexión y de humor, por supuesto, pero es distinto a lo que hacía antes y también me gusta la idea de que en nuevos trabajos hago nuevas series con otro dibujo, con otro tono, con otro lenguaje, ahora trato de que sea más corto, el mundo cambió, nadie lee nada, entonces hago todo muy cortito, el efecto rápido, si no lo entendiste, perdiste.
-¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Te asalta el personaje o lo vas madurando durante un tiempo?
-Yo pienso en temas y en personajes, y algunos los voy a madurando, a veces escribo algo y lo hago al toque y a veces me parece que le falta y lo dejo y vuelvo como a la semana, yo tengo un Word en que voy pasando todo el tema y los guiones y los vuelvo a leer muchas veces y a veces cuando paso por el archivo como que me baja. Lo mismo que vos que escribís, que a veces te pasa que cuando ves la nota escrita pensás que podrías haber escrito algo diferente. Bueno, entonces trabajo un poco así, pero tengo todo escrito y lo voy leyendo bastante y voy cambiando y a veces solo decanta, o me doy cuenta que el personaje que iba a ser una vieja y después digo “no, es una mina joven, o un niño”.
-¿Qué le recomendás a una chica que está empezando a dibujar ahora y quiere hacer algo similar?
-Dibujar todos los días, para empezar hay que dibujar todos los días muchas horas. No se dibuja el sábado a la tarde un ratito, no es la manera. Dibujar a tus amigas, a tus hermanos, a tus padres, al kiosquero de la esquina, dibujar a la gente, mirar el mundo, y escuchar atentamente las conversaciones, lo que dice la gente, de qué se queja, por qué es feliz, qué le pasa. Yo tengo muchísimos diálogos que son robados, escucho por ahí una parte y armo el resto, me parece que es un poco tomarle el pulso, es buscar el diálogo donde se dice eso que vos querés decir, tratar de no explicar las cosas, sino mostrarlas directamente, ir bien al hueso y animarse a contar las cosas que den vergüenza. Animarse, no hacer chistes bobos, y ahí vas a lograr una identificación con la gente.
-Juan Carlos Quattordio, ante esta misma pregunta, decía que hay que tener tolerancia a la frustración.
-Una vez me dijeron “está bueno pero le falta”, y yo me ofendí, tenía veinte años, y de verdad le faltaba. Tolerancia a la frustración hay que tener para todo, para cualquier profesión, en lo que yo creo es en la vocación también. Entonces si vos creés que es lo que te gusta hacer y es lo tuyo, bueno, dale. También hay otra cosa en la que creo que hay una confusión y es que muchas chicas y chicos que dibujan hacen humor y el humor no es para todos, muchos quieren ser humoristas, trabajar en un diario o en una revista, y dibujan bien pero no escriben bien ni son graciosos. Entonces yo creo que deberían dedicarse a ilustrar, ilustrar notas, ilustrar libros, libros infantiles, que hay un montón de laburo y que es genial y no frustrarse recibiendo fracaso tras fracaso en los diarios, en las revistas. Yo eso lo veo muchísimo, leo mucho humor gráfico, y me doy cuenta de que el chiste no aparece, no tienen el pulso para hacer una viñeta. Ahora todo se maneja con el Instagram o la red que tengas, y si vos subís tu laburo todo el tiempo y pasaron tres años y te siguen ahí quedando los cincuenta que te conocen… bueno, no te pasó nada, no sé. A mí me gusta mucho un pibe que se llama Miseria, que no trabaja en ningún lado, tiene una cuenta en Instagram y es espectacular, tiene 70.000 seguidores y tiene más likes que gente que tiene 500.000 seguidores y por ahí tiene 20.000 likes en cada publicación. Claro, porque es bueno, tiene algo para decir y a eso no hay con qué darle.