Por Marina Devita
(DyN) – El gobierno de Mauricio Macri protagonizó un giro total en las Relaciones Exteriores en su primer año de gestión, al descongelar la relación bilateral con Estados Unidos, alejarse de Venezuela, y buscar avanzar en nuevos acuerdos comerciales.
La necesidad de restablecer vínculos con los organismos financieros internacionales y con los países del Primer Mundo, en tren de conseguir las preciadas inversiones, llevaron a Macri a recomponer la relación con el FMI y acercarse a Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China, Rusia y los países árabes.
En ese marco, el gobierno de Cambiemos habló de “explorar el diálogo” en la relación con Gran Bretaña, y establecer un “paraguas” respecto a la soberanía sobre las Islas Malvinas para que “no afecte” el resto de los asuntos de interés mutuo.
La encargada de plantear la idea de “explorar el diálogo” fue la canciller Susana Malcorra, quien el pasado 12 de mayo se reunió en Londres con su par británico, Philip Hammond, y coincidieron en que “el desacuerdo” por Malvinas “no debe obstaculizar el desarrollo de una agenda positiva más amplia”.
En ese marco, Argentina firmó a principios de octubre una declaración conjunta con el Reino Unido para que “en el corto plazo vuelvan los vuelos directos” a Malvinas y la posibilidad de negociar exploraciones marítimas en el territorio isleño.
Con una actitud pro-norteamericana a diferencia de la gestión de Néstor y Cristina Kirchner, el gobierno relanzó su vínculo con la Casa Blanca, lo que quedó demostrado con la serie de visitas que se produjeron a la Argentina de ministros estadounidenses, con el corolario del arribo del presidente Barack Obama.
Lo cierto es que restablecer el vínculo con Estados Unidos le sirvió poco al gobierno de Macri, ya que finalmente tendrá que adaptarse a la administración del futuro mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, tras haber apoyado públicamente a la derrotada candidata demócrata Hillary Clinton.
La nueva agenda de la Argentina no ocultó su distanciamiento de Venezuela, ya que condenó al sistema y modelo chavista que ejerce Nicolás Maduro, al que responsabilizó de la “compleja” situación que atraviesan los venezolanos.
La actitud de la Casa Rosada sobre Caracas en un principio fue sumamente dura cuando reclamó la aplicación de la cláusula democrática de la OEA, pero luego optaron por bajar el tono y apostar al “diálogo” entre las dos partes, Gobierno y oposición, para solucionar el “conflicto interno”.
Respecto a la crisis de Brasil, el gobierno en todo momento dijo respetar “el proceso institucional” por el que atravesó el país vecino, cuando el Senado aprobó el juicio político contra la ex presidenta Dilma Rousseff, que concluyó en la destitución de la ex mandataria.
El hecho más visible de este cambio en las Relaciones Exteriores son la veintena de visitas de jefes de Estado que visitaron la Argentina desde que Macri llegó al poder.
Entre los primeros en arribar en Buenos Aires se encuentran: el primer ministro de Italia, Matteo Renzi; el presidente de Francia, Francois Hollande; el presidente de Estados Unidos, Barack Obama; el jefe de Estado de México, Enrique Peña Nieto; el primer ministro de Japón, Shinzo Abe; y el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez.
También llegaron al país el presidente de Brasil, Michel Temer; la reina de los Países Bajos, Máxima Zorreguieta; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, entre otros.