Desde hace 14 años trabaja en la misma cuadra y ahora decidió retomar sus estudios. "Es una forma de darle el ejemplo a la juventud", explicó.
“Dale, dale, gira un poco, un poco más”, dictamina Luis, con chaleco flúo encima de un buzo y dos camperas que lo ayudan a enfrentar al otoño marplatense en la calle, donde trabaja. Desde hace 14 años, el hombre trabaja de cuidacoches en la avenida Independencia entre Rawson y Alberti.
La “parada” es frente a uno de los bancos instalados allí. El llega “a eso de las 8 y me quedó hasta las 3 o 4, dependiendo, porque ahora hay que estar más tiempo para juntar la misma plata. Y a veces no llego”.
Con “la misma plata” se refiere a lo recolectado a lo largo de esas horas “hace unos años”, pero en la actualidad -a su entender- la situación “cambió. Está todo mucho más complicado”, analiza.
Aunque ahora está separado, Luis Alberto Romero (alias Luisito, 63 años) se había juntado “con una mujer que ya tenía cinco chicos, así que los crié como propios. Y con ella tuvimos dos, una nena y un nene”, contó. Los chicos hoy tienen 22 y 23 años y su hija lo hizo abuelo con el nacimiento de Tiziano.
“En el verano yo podría ir a la costa a la tarde y seguir trabajando, pero con lo que junto acá estoy bien. Me alcanza y puedo ayudar a mis hijos”, asegura y adelanta que entre los tres pudieron comprarse “una casita” y que en breve volverán a convivir.
Si bien tiene el oficio de “panadero”, Luis opta por seguir trabajando en la calle “porque se gana mejor” y tiene la libertad de manejar sus horarios. Actualmente “estoy tratando de organizar a los demás cuidacoches, para después reclamar ante la Municipalidad para que nos den camperas y los permisos correspondientes para trabajar. Pero tienen que ser todos responsables”.
Aunque nació en Maipú, Luis se considera “marplatense”. Después de vivir los primeros años entre Maipú y Las Armas, donde cursó hasta tercer grado de la escuela primaria, le tocó “la colimba” en Tandil y después emigró a Buenos Aires. Allí estuvo varios años hasta que decidió venir a Mar del Plata.
“Tuve varios trabajos, changas, mi anterior parada cuidando autos fue en Rivadavia y San Luis. De ahí ya me vine para acá y acá estoy”, revela y cuenta que la separación de la madre de sus hijos se produjo porque “las cosas no anduvieron, pero bueno, hay que seguir, no hay que abandonarse”.
Y cumpliendo con ese precepto es que decidió retomar los estudios en la escuela de la cooperativa 15 de Enero. “Tengo que ir a las clases, todos los días, de 18 a 20. Y ya tengo tarea que hacer”, describe. La escuela está ubicada en el barrio Pueyrredon y explica que la decisión la tomó pensando “en mis hijos y en la juventud, para dar un ejemplo, siempre hay tiempo para aprender, tengas la edad que tengas”.
Además es uno de los requisitos que debe cumplir para seguir cobrando una asignación por parte de Anses. Muchos de sus “clientes”, a los que ya considera amigos, lo ayudaron en la tarea de aprovisionarse de útiles escolares. “Tengo todo, muchos me ayudaron, así que les quiero agradecer”, señaló.