El escritor Pedro Mairal, que saltó a la fama con "Una noche con Sabrina Love", apuesta a una ficción en la que refleja el resquebrajamiento de una familia tipo de clase media que entra en decadencia.
por Albertina Marquestau
Ocupo el décimo lugar en las quince entrevistas que tiene previstas para el día. Por un lado eso es bueno porque ya se acerca el final, pero por otra parte es imposible dejar de pensar que es verano, el clima está divino, la playa a unos metros y Pedro Mairal todavía no la pudo pisar. “A esta altura del día acepto que me digas que odias un poco al periodismo”, le digo. La respuesta fue amena y descriptiva, como su última novela: “La verdad que no porque anoche dormí bien y este es mi día de gloria con la prensa, mañana nadie me conoce (risas)”.
Como quien compra un diario a la mañana para informarse y no lo suelta hasta terminar, “La Uruguaya” se comienza a leer y cuesta cerrarla sin llegar al final. Precisa, con muchos interrogantes abiertos, la historia revela el devenir de un escritor que viaja a Montevideo a cobrar un dinero en dólares durante la época de las restricciones cambiarias argentinas. Allí se reencuentra con una joven con la que quedó embelesado el año anterior y que se ha convertido en una especie de escapatoria en su mente acomplejada por una relación estancada con su pareja y un rol de padre que no lo satisface.
En esos vaivenes anda el protagonista Lucas Pereyra, relatados por un Mairal que volvió a la novela después de algunos años de poesía. El escritor, que se consagró con “Una noche con Sabrina Love”, llegó a Mar del Plata invitado por Planeta para sumarse al ciclo que se realiza en el Museo MAR en el marco de la 20º edición del Ciclo Verano Planeta.
-El nombre del protagonista de “La Uruguaya” tarda en aparecer y por momentos algunos pensamos que hablabas de vos….
-Medio en broma digo que el reflejo mío en el personaje es del 53% (risas). Uso bastantes cosas de mi vida en mis personajes pero invento mucho y eso me da libertad para llevar la historia para el lugar que más le conviene a la misma historia. Quizás lo que te pasa exactamente no es tan interesante, entonces esa es una manera que tengo de armar un personaje, tomo cosas mías. A la vez jugué con el tono que parezca que soy todo yo.
-Tu relato también involucra mucho al lector porque estás contando como secretos que están en la mente del protagonista…
-Sí, es una confesión que ayuda a involucrarse. La primera frase del libro me ayudó mucho que dice: “Me dijiste que hablé dormido”, y a partir de ahí entendí que salió todo. Entonces esa frase me instaló en un lugar en el que estaba todo dicho. Una amiga me dijo que Lucas parecía que nunca había dejado de hablar dormido, cuenta cosas demasiado íntimas, le dice a la mujer cosas que no se deben decir en las parejas y entonces pareciera que fuera un discurso medio sonámbulo y eso me gusta aunque no lo había pensado así. Hablá de dinero, cosa que tampoco se hace.
Cuestionamientos
-Hacés planteos en torno al matrimonio y a la paternidad que son fuertes, cuestionás los mandatos ¿por qué?
-Uno hace muchas cosas por envión social porque te criaste en un ambiente que las cosas se hacen así. Entonces uno se mete en un sistema de vida que quizás te lleva en algún momento a cuestionarte: ¿Qué estoy haciendo acá? Creo que el personaje de Lucas de golpe se siente atrapado en una vida que le queda grande.El auto, el colegio de los hijos, la prepaga, las expensas, está metido en un baile que quizás no quería pero que por este envión social siente que lo tiene que obedecer. El viaje a Uruguay funciona como una escapatoria, una manera de patear el tablero o que se lo pateen.
-El viaje a Uruguay de Lucas y la idea de encontrarse con una joven se convierten como la solución a todos sus problemas. ¿Es una solución pasajera del problema de fondo?
-Sí, el viaje resulta como un golpe para ver más claro. Yo creo que Guerra es más imaginada por él que real. A mí me interesaba mostrar como él casi la inventó a ella, quedo una cosa inconclusa en el verano anterior pero él a lo largo de todo un año la arma, imagina, desea y después se le contrapone la Guerra imaginada con la real. El juego era hacer un poco lo mismo con la ciudad, Montevideo, parece idealizada, hecha de canciones, pero de golpe aparece una ciudad un poco más áspera. Para el porteño Montevideo es como un lado B, todo es bueno, lindo, donde no pasa nada…
-Y donde se pueden recibir dólares sin problemas...
-Claro! es medio un paraíso. Pero en realidad no es así y me interesaba que no le salga eso a Lucas.
-¿Puede ser que en algún momento el personaje tiene actitudes muy machistas porque comenta sus proezas de engaño a su pareja pero no se banca que ella se cambie y ponga linda a la hora de ir a trabajar?
-Puede ser que sea medio machista, a mí la verdad que muchas cosas del personaje de Lucas no me caen bien pero yo quería ir lejos con algunos temas, más allá de mí. Los personajes no te tienen que caer bien, sino que tienen que ser sinceros, y en esa sinceridad se revelan cosas. Sin duda tiene un montón de cosas machistas, además estamos viviendo un cambio de paradigma con ese tema que yo siento que un montón de cosas que digo son de un paradigma anterior. Los hombres tenemos que aprender, escuchar, y las mujeres nos tienen que enseñar porque venimos arrastrando un modo de comportarse que estaba naturalizado en muchos aspectos, desde el piropo hasta los comentarios, y creo que sin dudas debe haber un montón de cosas así en el personaje de Lucas. Por ejemplo en la paternidad es un poco antipática, nadie cuenta mucho el lado oscuro, el miedo que se tiene a los hijos pero bueno, acá no aparece el amor hacia el hijo como prioritario porque en esta novela no lo pensé así, por eso hay cosas de Lucas que me caen un poco mal.
Personal
-¿Cómo sos como lector?
-Leo mucho. Quizás hoy estoy leyendo menos en papel y más on line. No soy muy lector de novelas, me gustan las cosas cortas e intensas como los cuentos. También elijo la ficción, biografía, crónicas de viajes. Ahora estoy leyendo a un autor noruego Karl Ove Knausgård porque me dijeron que mi novela tenía parecidos que cuenta cosas muy personales y es buenísimo. Quizás mi narrativa es medio cinematográfica, debo tener muchas horas de televisión como mucha gente nacida a partir de los 70′ y eso me debe haber formateado el modo de escribir.
-¿Te inclinás más por escribir corto?
-Creo que una de las cosas por las que anda bien La Uruguaya es que -aunque no se puede calcular bien-, es corta y la gente la lee de un tirón. Pero de todas maneras los chicos leen Harry Potter que es larga, entonces no se si es verdaderamente un secreto la brevedad de un texto. Me parece que hay una idea de evasión con la compra de una novela que a veces tiene que ver más con comprar un libro de 600 páginas que me va a durar y yo voy a estar evadido en el libro durante un largo tiempo. Entonces a veces el grosor del libro tiene que ver con la expectativa del lector.
-¿Cómo te llevás con los pedidos y demandas a la hora de escribir?
-Nunca nadie me dijo que escribiera una novela con un tema específico, para mí en la literatura no funciona eso. Sí me ha pasado en cine en donde las cosas son más por encargo. Una vez me pidieron una comedia erótica y me salió una cosa oscurísima y me pagaron sólo la mitad (risas). Pero en el palo literario no hay mucho pedido pero sí hay una expectativa de la novela y cuando eso me sucede muchas veces respondo al revés. Yo siempre estoy escribiendo lo que tengo ganas y por lo general trabajo en dos cosas a la vez. Escribo lo que menos ansiedad me provoca, siempre le estoy escapando a algún texto, paso del texto A al B de acuerdo al nivel de ansiedad que voy alcanzando.
-Y hoy ¿en qué dos textos estás trabajando?
-Estoy haciendo el guión de La Uruguaya porque con Una noche con Sabrina Love me quedé con las ganas de participar. Lo hago con Hernán Casciari y probablemente ahí esté protagonizándola Diego Peretti y Jorge Drexler trabaja en la música. No es tan fácil de adaptar el libro, pensé que lo era. Y después trabajo en otra cosa de cine y por ahora literario de vuelta nada, sólo algunos cuentos.