La Virgen se les apareció a los hermanos Jacinta y Francisco Marto y a su prima Lucía dos Santos en 1917, y les reveló tres secretos.
por Cynthia de Benito
LISBOA, Portugal.- El anuncio del papa sobre la canonización de dos de los pastores de Fátima durante su próxima visita a Portugal revive la historia de los pequeños que, con su secreto sobre las revelaciones de la Virgen, afianzaron la fe en el Santuario luso.
Fueron interrogados una y otra vez, y Jacinta, Lucía y Francisco nunca titubearon: habían visto a la Virgen mientras el rebaño pastaba, y ella les había contado tres secretos que, décadas después, se interpretaron como predicciones y convirtieron a Fátima en un centro de peregrinación mundial.
Jacinta y Francisco Marto, que murieron poco después de las apariciones y que serán canonizados por el papa Francisco en Fátima el mes que viene, tenían entonces 7 y 9 años, respectivamente, y se encontraban en ese momento con su prima, Lucía dos Santos, de 10 años, única superviviente del evento.
Como contó en sus memorias Lúcia, que fue monja hasta su muerte en 2005, los tres quedaron tan impactados que prometieron no contar a nadie que una “señora”, como la llamaban al principio, se les habían aparecido cuando volvían a casa con las ovejas.
“No lo diré, quédate tranquila”, le dijo Jacinta a Lucía, una promesa que rompió horas más tarde y que dio inicio a decenas de interrogatorios ante la incredulidad de los padres y del propio cura de la aldea de Fátima en la que residían, Aljustrel.
Sobre su relato se fue construyendo la fe en Fátima, que estalló definitivamente el 13 de octubre de 1917, cuando más de 70.000 personas se congregaron allí con la historia de los pastorcitos y vieron “el sol bailar” por el cielo, un milagro que, como dijeron los niños, la virgen había “prometido” para que todos creyesen en su aparición.
El milagro quedó registrado en los periódicos de la época y Fátima se convirtió entonces en “el acontecimiento portugués con mayor impacto global después de la época de los descubrimientos”, asegura a EFE José Eduardo Franco, historiador y coautor del libro “Fátima: Lugar sagrado global”.
“Fátima surgió en un contexto dramático de la historia portuguesa y europea. Hablamos de los años de la I Guerra Mundial, también se registró el surgimiento del comunismo en Rusia…”, enumera tras trabajar durante meses en el volumen, editado por Circulo de Leitores.
Los pastorcitos, procedentes de un mundo rural pobre y analfabeto en su gran mayoría, pasaron “momentos muy amargos y difíciles” hasta que les creyeron, “incluso hubo tentativas de amenazarles”, apunta Franco.
Francisco y su hermana Jacinta murieron de gripe española en 1919 y 1920, respectivamente, mucho antes de que los famosos tres secretos de Fátima comenzaran a ser revelados por Lucía en 1941, tras un proceso de “rememoración”.
El primero de ellos alertaba de una visión del infierno que se relacionó con la llegada de la II Guerra Mundial; el segundo, anunciaba el auge del comunismo en el mundo, revelaciones que, sostiene el historiador, tuvieron importancia internacional.
Ante ellos, Fátima “acaba por convertirse en una suerte de bandera para la paz” y una especie de “centro espiritual anticomunista”, apunta Franco, ya que la localidad lusa era la oposición a la “primera tentativa de crear un imperio ateo”, como se identificó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Pero fue el tercer secreto, aún hoy objeto de todo tipo de teorías, el que dio a Fátima una gran relevancia internacional después de ser revelado el 26 de junio de 2000, tras el viaje de Juan Pablo II al Santuario luso el 13 de mayo de ese mismo año para beatificar a Jacinta y Francisco.
Se predecía el asesinato de un “obispo vestido de blanco” mientras atravesaba una gran ciudad, en lo que la Iglesia considera una profecía del atentado sufrido por Juan Pablo II en 1981, cuando fue tiroteado por el terrorista turco Ali Agca.
La teoría que ronda decenas de libros publicados al calor del centenario este año de las apariciones es si Juan Pablo II “entendió mal el tercer secreto”, una cuestión abordada por el periodista João Céu e Silva en su libro “Fátima, la profecía que asusta al Vaticano”.
“Tan pronto como los papas dejaron de estar encerrados en el Vaticano, vienen a Portugal a rendir honores a Nuestra Señora. No vienen porque sí. Vienen por el tercer secreto, por tener algún temor de que sean ellos a los que se refiere”, sugiere Céu e Silva en una entrevista al semanario luso Expresso.
EFE.