Por Hernani Natale
Nada menos que 50 años de recorrido de una larga y compleja ruta hicieron falta para que Los Palmeras finalmente pudiera celebrar en pleno corazón porteño su conquista definitiva de la corona de gran embajador regional de la cumbia tradicional santafesina, fiel exponente de la vertiente más ortodoxa del género.
Pero esa representación no solo se expande a grandes ciudades e incluso a otros países, sino que también tiene su correlato a nivel etario y social -esto último, impensable antes de los ’90-, y eso fue lo que se vivenció anoche durante la presentación en el Movistar Arena, de Villa Crespo, de su espectáculo “La Ruta del Oro“, la gran gira con la que el grupo festeja su medio siglo de vida.
Los Palmeras llenó este reducto -que ya se instalo como uno de los grandes escenarios porteños- de un público eminentemente familiar y lo puso a bailar y cantar al ritmo de grandes clásicos de la cumbia.
Además, como otro aspecto más entre los que logró extender su dominio, se dio el gusto de contar con algunos invitados provenientes de otras vertientes musicales, como el caso de Neo Pistea, e integrantes de Los Caligaris, La Delio Valdez y Los Peñaloza.
Fueron dos horas apoteóticas para el grupo, que pareció conjurar así algunas semanas de malas noticias, como una millonaria demanda por supuesto plagio del tema “Asesina” -de hecho, no formó parte del repertorio de anoche- y expresiones públicas desafortunadas de su líder fundador, el acordeonista Marcos Camino.
Nada de eso pareció importarle al público, como tampoco la pobre puesta en escena, ciertas falencias en el sonido y algunas líricas extemporáneas en momentos de deconstrucciones varias, que se entregó sin cuestionamientos al gran baile popular.
Es que, probablemente, el carácter irresistible del repertorio presentado anoche bastó para que el show alcanzara ribetes memorables para los amantes del género.
Pero también hubo allí un gran mérito de la banda, que logró atravesar géneros, por ejemplo con la inclusión en versión cumbia de clásicos del rock como “La bestia pop”, de Los Redondos, y “Como Alí”, de Los Piojos; y distintas épocas musicales, por caso con su versión del clásico de Los Wawancó “Cumbia sobre el mar” o el éxito noventoso “Muchacha triste” de Los Fantasmas del Caribe, por citar apenas algunos ejemplos.
La primera gran muestra del valor simbólico que tiene para el grupo esta presentación en suelo porteño estuvo dada cuando, a las 21.30 en punto, luego del show de apertura de Los Peñaloza, el animador La Tota Santillán, la principal cara mediática de la movida tropical, hizo la presentación oficial de la banda, no sin antes agitar al público para dejar todo listo para la gran explosión.
Más allá de esto, los santafesinos contaron con un omnipresente locutor propio sobre el escenario, por momentos con más protagonismo que los propios músicos, que arengaba, presentaba las canciones, anunciaba a los invitados o introducía a cada miembro del grupo.
Así que tras las palabras de La Tota Santillán, este locutor continuó con las arengas y los anuncios, mientras Los Palmeras comenzaba a enlazar un puñado de canciones ideales para la apertura, conformado por “La cola”, el hit “Perra”, “El más popular”. “Títere” y “Que quiere La Chola”.
Le siguieron dos horas sin interrupciones y con apenas algunos breves pasajes más reposados, en los que el grupo hilvanó un repertorio que sobrevoló épocas y escenas musicales. El recurso de enganchar varios temas se repitió a lo largo del show, lo que exacerbó aún más el baile colectivo.
A nivel interpretativo, al grupo mostró en el frente a Camino, encargado de marcar la melodía de las canciones con su acordeón; y a la voz de Rubén “Cacho” Deicas; en tanto que un modesto teclado, a veces alguna tímida guitarra, sumaron en el aspecto melódico; para que el peso fuerte sonoro recayera sobre las percusiones y los vientos.
La falta de variantes en esta dinámica por momentos devino en cierta monotonía rítmica, pero esto también cooperó para crear un halo cuasi mántrico en lo referente al baile.
Entre los puntos flojos del espectáculo hay que anotar a la puesta en escena, con una pantalla mal aprovechada y discretísimas luces; y un deficiente sonido, carente de toda nitidez.
En ese contexto, Neo Pistea marcó la presencia de los llamados nuevos ritmos urbanos en “Macumba”, pero lamentablemente no se lo escuchó con claridad; en tanto que Martín Pampiglione y Juan Carlos Taleb, de Los Caligaris, pusieron su energía al servicio de “Embrujo”.
A través de diversas pistas desfilaron Los Auténticos Decadentes en “Jurabas Tú”; Abel Pintos en “Camina (suave y elegante)”; y Soledad en “La suavecita”.
Una gran falla fue no haber acompañado estas canciones con sus respectivos videoclips, en los que aparecen estos artistas que sonaron a través de pistas. Sobre todo, cuando el locutor del espectáculo promocionó en varias ocasiones el canal oficial de YouTube del grupo.
Quienes sí destacaron fueron Inés Kalbermatten de Los Peñaloza y Ximena Gallina de La Delio Valdez en “Amor”; y Pedro Rodríguez, también de La Delio Valdez, en “La Zenaida”.
La futbolera “Yo soy sabalero” comenzó a marcar el final de una velada a la que solo le quedaría tiempo para algún enganchado más, la despedida a cargo de La Tota Santillán y, nuevamente, “Jurabas Tú” como bis.
Los Palmeras volverá a presentarse esta noche en el Movistar Arena. Cincuenta años de historia amerita que la fiesta se prolongue.
Télam.