por Hugo Juri
No hay que hacer otra Reforma Universitaria. Los principios que se reivindicaban hace 100 años están vigentes. Lo que tenemos que hacer es darles un nuevo significado acorde al mundo en que vivimos.
Cambió el contexto, en realidad. Y por eso enfrentamos nuevos desafíos. La educación superior es hoy una necesidad imperiosa para todos los sectores de la sociedad. Sobre todo, en un periodo de grandes cambios sociales y tecnológicos, que provocarán nuevas divergencias en las próximas generaciones. Algunos de los debates que se produjeron en 1918 están saldados. Y otros, en cambio, deben ser reformulados considerando los 100 años transcurridos, la evolución social, política y económica de nuestro país y de América latina.
Por ejemplo: la universidad pública no sólo debe estar a disposición de quienes concurren a ella, sino que debe ir donde existe la necesidad de formación y capacitación. Y llegar con diferentes herramientas para involucrar a los sectores que hoy no tienen en su radar la idea contar con una formación en educación superior.
Lo principal es llegar a todos los otros sectores que no son habituales en la Universidad. Hoy gran parte de los conocimientos de esa educación superior son necesarios para todos, para que la sociedad sostenga su capacidad ciudadana, para que los trabajadores se sostengan en sus actividades productivas o reconvertirse.
Las universidades tenemos la obligación de preparar a las nuevas generaciones para lo que viene. Hay cosas que sabemos, como que habrá trabajos que van a desaparecer y otros a los que se les reduce su campo de acción. Y hay cosas que sabemos que no sabemos: como cuáles van a ser realmente las profesiones que se van a necesitar dentro de una década o menos aún. Hace 20 años, en mi primera gestión como rector, trazamos un plan estratégico para 10 años pero a los cuatro años surgieron las redes sociales y produjeron una revolución.
Las casas de estudios debemos preparar el camino y para eso nosotros mismos, los universitarios, debemos interpretar los mensajes de la época. Si la educación media se tuvo que universalizar hace 30 años, hoy tiene que universalizarse también la educación superior. La universidad reformista no es que hace cosas por la sociedad, sino que es de la sociedad.
La universidad pública tiene que ser repensada dejando de lado dogmatismos y zonas de confort para cumplir con los objetivos del siglo 21: llegar al cien por ciento de la sociedad con conocimientos de educación superior para mejorar las capacidades ciudadanas, sociales y productivas. Algunas herramientas son los trayectos formativos, o créditos académicos, para hacer más modular y dinámica la educación superior. Y a través de estos tramos, llegar a la sociedad mediante las universidades populares, los sindicatos, los centros de adultos mayores, etcétera.
(*): Rector de la Universidad Nacional de Córdoba.