La caída del consumo y el aumento de costos afectó en los últimos años a varios emprendimientos que marcaron una época. Otros bajaron la persiana ante el cambio de costumbres y las dificultades para adaptarse a la demanda actual.
Entre el cambio de costumbres, la necesidad de transformarse y el impacto de la caída del consumo y el incremento de costos, históricos negocios y emprendimientos arraigados a la vida de Mar del Plata cerraron sus puertas en el último tiempo.
El desarrollo comercial hace a la historia de la ciudad, con etapas de crecimiento y otras de recesión y resistencia para seguir de pie. Pero en los últimos años se materializó el final de pequeñas y medianas empresas resonantes y reconocidas por su marca y su trayectoria ligada a la cultura del trabajo y al esfuerzo.
En algunos casos por la situación económica, en otros por las dificultades para aggiornarse a la demanda actual; en algunos más por adminstraciones deficientes, o bien por el avance de alternativas electrónicas que proporcionan las nuevas tecnologías y modifican las formas de consumo.
Comercios que durante cinco, seis o siete décadas fueron insignia en algunas zonas de Mar del Plata y hoy despiertan asombro al pasar por sus frentes y encontrar las persianas bajas, las vidrieras vacías o nuevas firmas funcionando en los mismos lugares; cafés a los que buena parte de los marplatenses entró alguna vez por trabajo, un encuentro, un paseo o una cita y son noticia por el lamento de sus dueños ante la triste decisión de tener que cerrar; restaurantes que soportaron los cambios de tendencias en la gastronomía y a la vez embates de la economía de los últimos 35 años en Argentina y hoy son historia y motivo de nostalgia.
Mar del Plata cerró el 2018 con una estadística preocupante: entre el 15% y el 20% de los comercios de la ciudad bajó sus persianas. El dato se desprende de un relevamiento realizado por la Unión del Comercio, la Industria y la Producción (UCIP) y marca una tendencia que continúa acentuándose en los primeros meses del 2019, principalmente en el comercio y la gastronomía.
Un dato clave es que tanto en 2017 como en 2018, la mayoría de estos locales que resolvieron cerrar sus puertas se lo hicieron exactamente después de Semana Santa.
Son, en general, emprendimientos que no lograron soportar el cimbronazo del invierno anterior y el verano no les alcanzó para enfrentar un nuevo año, a pesar de la trayectoria y de su fuerte arraigo por haber marcado una época de Mar del Plata.
Fortín
Fábrica de calzado, indumentaria y accesorios de cuero por excelencia de la ciudad. La histórica marroquinería de Alberti y España, a 74 años de su inauguración, cerró en marzo del año pasado y continuó solo con su local de venta en Güemes. El propietario llevó a cabo una “liquidación total” tras haber estado funcionando desde 1944.
Profundamente arraigada en la vida social y comercial de la ciudad, la empresa es referente del sector, recibiendo la visita de turistas de todo el país y el exterior, que encontraban en las manos de los maestros artesanos la realización de prendas y calzados a medida.
Nuncio de Rosa
El almacén naval Nuncio De Rosa, una tradicional empresa del Puerto, cerró en abril del año pasado después de más de cuatro décadas de trabajo, dejando a 40 empleados en la calle y una huella imborrable en la historia de la industria.
Las persianas de la calle Magallanes al 3100 permanecen bajas y el amplio espacio tiene un destino incierto. El cierre, de alguna manera, “se veía venir”. Su fundador falleció hace seis años y “los herederos no han hecho bien las cosas y no han podido sacar la empresa adelante”, indicaron fuentes del Sindicato de Empleados de Comercio.
El avituallamiento de buques de pesca fue abierto en Mar del Plata en 1976 por Nuncio de Rosa, un pescador napolitano que ya tenía un taller de construcción y reparación de redes. “Fue el almacén naval más importante de Mar del Plata”, definieron desde el gremio.
Confitería Boston
Si durante décadas existió una confitería reconocida dentro y fuera de la ciudad, fue la Boston. Fueron años de trayectoria (abrió en 1958) y un proceso de expansión que llevó a sus propietarios originales a abrir varias sucursales, seguido de la adversidad de público conocimiento con la toma que el año pasado emprendieron los trabajadores en defensa de sus puestos al ser anoticiados del cierre, en los locales ubicados en Varese y frente a la Plaza del Milenio.
El primero reabrió este fin de semana bajo el sello de La Fonte D’Oro, que recontrató al personal y también ocupó la sucursal de la Boston que funcionaba en el Paseo Diagonal; el segundo sigue siendo escenario de resistencia de los exempleados en Buenos Aires y Moreno.
Silvio Nucera
La zapatería “Silvio Nucera”, que durante 40 años vendió calzado para hombres en la peatonal San Martín entre Córdoba y San Luis, cerró sus puertas a fines de abril del año pasado debido a la imposibilidad económica de seguir sosteniendo los altos costos del negocio.
El propietario falleció en el 2017 y sus herederos asumieron que les era “imposible” sostener el local debido, por un lado, a la caída de las ventas, pero principalmente al incremento de los costos básicos, en especial el alquiler.
“Prefiero terminar ahora y no estrellarme, porque si sigo así termino mal, los números no dan”, le explicó a LA CAPITAL en ese entonces Juan Bagnato, encargado del comercio.
Trajes Sartore
Casi en simultáneo cerró la sucursal de Sartore Trajes de la calle Córdoba. Durante 27 años vendió trajes, camisas, corbatas, cinturones, abrigo e indumentaria formal para hombres.
“Tuvimos que tomar la difícil decisión de cerrar. Nosotros estábamos también en la zona de Güemes, que la cerramos en 2017. Quisimos seguir un tiempo más, pero hay situaciones que generan que lamentablemente tengamos que cerrar las puertas”, dijo Osvaldo Lemmi, responsable de la marca, quien desde los ’70 conoce a fondo el rubro.
El propietario reconoció que el combo entre el incremento de los costos y la caída del consumo, sumado a la imposibilidad de seguir reacomodando los precios, llevó a tomar la decisión de cerrar el histórico comercio.
Taberna Baska
En pleno Siglo XXI, el comercio y la gastronomía en la zona del Puerto quedaron lejos de los años dorados: los ‘70, ‘80 y principios de los ’90. Poco a poco los reconocidos restaurantes de la calle 12 de Octubre fueron desapareciendo, pero hasta agosto de 2017 resistió la Taberna Baska, en la intersección con Bermejo.
El día que cerró definitivamente el dolor de María Teresa se percibía en su voz. Repasaba con nostalgia los recuerdos que supo acumular en la Taberna, cuando con solo ocho años sus padres encararon el proyecto que 57 años después cerró sus puertas. “No fue nada fácil. No es nada fácil”, señaló a LA CAPITAL la última García de Andoín que llevó adelante el local.
El Café Doria
El 30 de marzo pasado abrió sus puertas por última vez el histórico Café Doria, después de funcionar por más de 60 en el corazón del Puerto. El tradicional local puso punto final a una exitosa etapa que comenzó en 1957 en la calle 12 de Octubre al 3200 y que en los últimos años se vio “estancada” por la situación económica, según confirmó su propietario Jorge Gómez.
¿Los motivos del cierre? Varios, sumando a que el Puerto no es lo que era antes, pero en resumidas cuentas el lugar “cumplió una etapa, el trabajo no repunta y el cambio de costumbres y de modas nos afectó”, explicó Gómez sin dejar de lado las cuestiones tributarias y el aumento de costos: “La presión impositiva te mata. AFIP me presionaba, las tarifas se fueron al demonio; tenés que pagar Sadaic y Aadi-Capif por poner música; pagar REBA, IVA, Ganancias, cargas sociales, internet y cable; me obligaron a tener un Posnet y en tres años nunca hice una venta con tarjeta. Los números no cierran, no llegaba a fin de mes, no se puede vivir más de esto, tuve que cerrar”.
Piazza
La tradicional confitería Piazza ubicada en Alem y la Costa cerró a fines de noviembre, a pocos días del comienzo de la temporada pasada y más de 20 empleados quedaron en la calle. La empresa venía arrastrando problemas financieros y en el último tiempo había reducido de ocho a cuatro horas la jornada de los empleados en invierno.
El apoderado legal de la firma propietaria de la cafetería, Fernando Herrera, aseguró que el cierre se debió “a una situación de fuerza mayor ajena a la empresa” motivado por la negativa del propietario a prorrogar el alquiler”.
La vieja casona frente al mar, en un punto estratégico y panorámico de la costa marplatense, pasó todo el verano cerrada, abandonada. La histórica confitería sostiene su otro local, en Playa Grande, donde algunos de los trabajadores fueron reubicados.
Amigos
A principios de abril, después de casi 40 años cerró el restaurante Amigos, ubicado en Garay 2280. La situación económica llevó a “Pepe” Suárez a tomar la decisión que menos quería: la de bajar la persiana.
“No da para más. Es imposible. Todo es caro. Si se aumenta más el precio del cubierto, la gente no entra”, le dijo a LA CAPITAL.
La historia de Amigos se empezó a escribir en el Puerto. Allí tuvo su primer local y se abrió camino dentro de la oferta gastronómica de la ciudad. Tras cerrar su histórico restaurante, Suárez admite que tiene un certeza: “Seguiré con la gastronomía, quizás en un local más chico o donde sea. Llevo casi 40 años y tengo para 20 más”.
Ferretería Dilsa
Dilsa fue una de las más tradicionales ferreterías de la zona sur. Con más de 77 años en la esquina de 12 de octubre y Acha, varias fueron las generaciones que encontraron en ese local del Puerto todo lo que se necesitaba para cualquier arreglo. En febrero de este año, liquidó toda la mercadería antes de bajar la persiana definitivamente.
“Decidí vender todo y cerrar”, dijo Raúl, su dueño, más conocido como “El Gallego”, de 68 años e hijo del propietario original. La caída en las ventas, el cansancio después de toda una vida de trabajo, la merma en el movimiento del Puerto y cuestiones de salud. Una sumatoria de elementos que desencadenó en ponerle punto final a otro emblemático negocio de la ciudad.
Fangio
A fines de agosto del año pasado, luego de décadas de trayectoria, la sucursal marplatense de la concesionaria Fangio, que comercializaba la marca Mercedes-Benz, cerró sus puertas y despidió a 19 trabajadores.
La firma ubicada en avenida Luro al 5550 fue fundada por el quíntuple campeón de Fórmula 1 y cerró en simultáneo las sucursales de Mar del Plata y La Plata.
AGB Music
En julio de 2017 la clásica disquería del centro de Mar del Plata, AGB Music, cerró sus puertas debido “a las condiciones y avances tecnológicos en materia de distribución de contenidos que hacen insostenible el actual modelo de negocio”.
El histórico local de San Luis entre Rivadavia y San Martín, bajó la persiana después de 38 años de proveer de la mejor música a la ciudad y visitantes de otras localidades. “Es momento de dar un paso al costado”, asumió su propietario, quien luego emprendió un remate de la totalidad de su stock.
Valeria Novias
Tras liquidar su mercadería durante un año, en junio de 2017 la tradicional casa de vestidos Valeria Novias, ubicada en La Rioja al 1600, cerró sus puertas definitivamente luego de trabajar 44 años en la ciudad. “Es un ciclo cumplido”, explicó la propietaria, Liliana Pérez. El lugar comercializó por más de cuatro décadas vestidos de fiesta destinados especialmente a novias y quinceañeras.
— También cerraron nuevos emprendimientos
La seguidilla de cierre de negocios no solo incluye a emprendimientos de antaño con décadas de trayectoria. En estos últimos años una importante cantidad de marcas y sucursales de menor renombre a los históricos también se vio forzado a ponerle un punto final al emprendimiento.
El cierre y la pérdida de fuentes de trabajo le llegó en este tiempo a las panaderías La Unión y La Regional, el hotel “Manila” de Entre Ríos al 1648 y el hotel de alojamiento “Somos Dos” de Antártida Argentina al 4900.
Asimismo cerraron el último año dos emprendimientos que combinaron la gastronomía con la cultura: “Esquina Marechal”, en Belgrano y La Pampa (“Se nos hizo imposible seguir”, dijo Julián Vuquichh, su dueño) y “Blohf” en Falucho y Santa Fe (“No dio para más”, admitió su responsable, Mariano Lorenzo). En ambos casos, la caída del consumo y el aumento de costos fue letal.
Se suman a esta lista la harinera Lagomarsino, Tarantino, Guarjol, Tintorería Roma, Lencería Narciso, Zeta tres, Oxford, Palito Bombón, el café Quijote, el bar Portofino, Sport Service, La Cumbre, Lima diseño y Tunnel.
En Juan B. Justo particularmente, donde hace tiempo se registra gran cantidad de locales cerrados, bajaron la persiana las boutiques outlets de John L. Cook, Levi’s, Quiksilver, Alpine Skate y Legacy, entre muchos otros.