La Ciudad

Los fierros calientes, las medidas que se evalúan y las señales de Massa

Bernardo Martín se hizo cargo del desafío que le encomendó Montenegro. Las complicaciones de la paritaria derivarían en restricciones. El ministro candidato suma por encima de las internas locales. Diferencia entre UP y AM en el Concejo.

Por Ramiro Melucci

Pocos creían que, a una semana de haber quedado al frente del desafío de integrar Turismo y Cultura, Bernardo Martín iba a presentarse en el Concejo Deliberante para responder preguntas de la oposición. La comisión de Educación ni siquiera había establecido en su convocatoria el nombre del funcionario. En medio de la incertidumbre de la reestructuración, los concejales sólo le habían pedido al intendente Guillermo Montenegro que mandara a alguien capaz de explicar el papelón que dejó sin Juegos Bonaerenses a una delegación de Cultura.

Martín puso la cara. De entrada admitió que no se había encontrado la manera de que los chicos volvieran a competir en esta edición de los Bonaerenses, una posibilidad que había dejado flotando el intendente tras la reunión con los familiares. Pasado el chubasco, se dedicó a defender sin ambages la unificación de áreas. En la práctica, el titular del ente inició lo que llama “una ronda de escucha” con los trabajadores de las distintas dependencias culturales. De ellas extrajo una primera conclusión: en los encuentros no aprecia la resistencia ni las críticas lapidarias que se escuchan en las marchas contra la fusión.  

No niega, sin embargo, las dificultades de la misión. Pero confía en la capacidad de su equipo y en las posibilidades de contratación que le ofrece el ente para comenzar rápido a revertir la situación. En la intimidad del equipo deslizan que el punto más alto de la gestión fue el elegido para hacerse cargo del más débil. El detalle es interesante porque Martín no le concedió ese título al Concejo. Cuando Alejandro Carrancio le preguntó qué evaluación hacía de la gestión anterior en Cultura, destacó las virtudes personales del exsecretario, Carlos Balmaceda.

En el ente no se preocupan por los tiempos legislativos del decreto de unificación. “Puede ser presentado dentro del año calendario”, coinciden en el gobierno. No debería extrañar, por lo tanto, que ingrese después del 10 diciembre. Es el día que cambiará la composición del Concejo: la fecha desde la que Juntos por el Cambio aspira a tener mayoría propia.


Los municipales hicieron un paro de 48 horas.


Por el lamentable precedente de los Bonaerenses, por las protestas de artistas, entidades y organizaciones sociales bajo el lema “Cultura no es turismo” y por los conflictos que subyacen en el área, Cultura es hoy uno de los fierros calientes de la administración. Hay otro que nunca deja de quemar: Gobierno. Con el paro que realizaron entre el jueves y el viernes, los municipales se encargaron en los últimos días de sumarle temperatura.

Pese a todo, ni antes, ni durante ni después de la medida de fuerza el gobierno y el sindicato le levantaron el tono a la discusión. “El planteo de ir mes a mes que hace el gremio nos complica. Aceptarlo significaría no tener claro cada mes cuánto va a quedar disponible para otros gastos”, traducen en el gobierno, y deslizan que se evalúan medidas para restringir el gasto en personal. El paquete incluiría recortes y limitaciones de horas extras, premios por antigüedad y ascensos. “No podemos mantener todo igual y además cumplir con la paritaria”, sentencian.

El gobierno local buscará acercar posiciones con el sindicato mientras la campaña rumbo a las generales entrega sus primeros episodios. Las imágenes de presentación mostraron a Fernanda Raverta sin compartir el centro de atención con Gustavo Pulti, como sucedió a lo largo de la previa de las PASO. También al corazón del gobierno local, conformado por Montenegro y Maximiliano Abad, junto a Patricia Bullrich. Y a Rolando Demaio, de la Libertad Avanza, procurando espejar el plan motosierra de Javier Milei en Mar del Plata.


Fernanda Raverta, candidata de Encuentro Marplatense.

Por debajo de las fotos, el que puso en práctica un cambio de estrategia fue Sergio Massa. El ministro candidato de Unión por la Patria demostró que no le importan las rencillas locales a la hora de sumar voluntades. Su esposa, Malena Galmarini, y otros armadores a cargo de la campaña recibieron a un contingente marplatense liderado por el director del Correo, Rodolfo “Manino” Iriart, que hace tiempo dejó de tener diálogo con Raverta.

Iriart llegó de la mano de Alberto Pérez, exjefe de Gabinete provincial y dirigente de máxima confianza de Daniel Scioli. Y llevó a gremialistas y a dirigentes que se presentaron como precandidatos por otros partidos en las PASO, como Fabian Giovanniello (pasó de la foto con el cordobés Juan Schiaretti a encolumnarse con Massa) y Daniel Tunoni, que se presentó por el partido del ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. No son los únicos que tras quedar fuera de competencia empezaron a merodear la mesa “Massa presidente”. Hay otros que por el momento evitan la foto.

La señal electoral de Massa llegó acompañada por otra que pasó inadvertida, pero que en Mar del Plata puede adquirir relevancia después del 10 de diciembre. Ya con más traje de candidato que de ministro, postuló en una entrevista televisiva que no se puede legislar mirando al pasado, sino que hay que hacerlo con la mirada puesta en el futuro. Y utilizó un ejemplo que pareciera haber sido pensado para Mar del Plata.

“En algún momento tomábamos taxi, en otro momento tomábamos remís y hoy tomamos Cabify o Uber. Esa es la evolución del mundo. O lo entendemos o nos quedamos en la nostalgia. Creo que nuestra generación tiene la obligación de agarrar esos temas”, afirmó. Todo un mensaje para sus actuales y futuros concejales, como los marplatenses Ariel Ciano (hoy en uso de licencia por el cargo en Aerolíneas) y Juan Manuel Cheppi, con nítidos puntos de contacto con el sector del oficialismo local que impulsa las plataformas digitales de transporte. 


Ya con más traje de candidato que de ministro, Massa postuló en una entrevista televisiva que no se puede legislar mirando al pasado y puso como ejemplo la puja entre taxis y plataformas de transporte. 


Pero lo que en verdad alteró a las filas opositoras en el inicio de la semana pasada fue otro asunto. El kirchnerismo salió sin contemplaciones contra un proyecto de zonificación del gobierno local. Lanzó, a través de Virginia Sívori, que Montenegro pone en riesgo la ampliación del Parque Industrial al otorgarle a tierras aledañas la posibilidad de albergar barrios cerrados.

Para ese entonces, Horacio Taccone, de Acción Marplatense, estaba en conversaciones con el secretario de Obras, Jorge González, para tratar de llegar a un texto consensuado. Pero tras las declaraciones de Sívori el funcionario salió al cruce y enfrió las conversaciones con Taccone.

La diferencia entre el bloque de Unión por la Patria y Acción Marplatense quedó expuesta en la comisión de Legislación. La presidenta del bloque de UP, Marina Santoro, pidió que el proyecto quedara en comisión hasta tanto el Ejecutivo lo modificara porque “claramente lo residencial y lo industrial son incompatibles”.

El de AM, en cambio, advirtió que la iniciativa “no se circunscribe a barrios privados, sino también a emprendimientos logísticos” que pueden coexistir con el Parque Industrial, y reclamó “dejar de pelear” para llegar a un acuerdo. Parecía hablarles más a sus socios que a sus rivales.

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