Empezó replantearse cómo estudiar después de fracasar en una materia de la facultad y fue a través de la neurociencia que aprendió a concentrarse y a estudiar. Se recibió en tiempo récord y ahora da clases en las aulas, en las redes -tiene 788 mil seguidores en Instagram- y también acaba de publicar un libro de técnicas.
Por Eva Marabotto
Aunque en su perfil de Instagram se define en primer lugar como “creador digital”, Nicolás Fernández Miranda tiene una larga trayectoria ligada a las aulas. No solo porque se recibió de contador público con el mejor promedio de su camada, tiene un doctorado en Administración y es profesor en la Universidad Nacional de Jujuy, de la provincia donde nació y vive, sino también porque viene de una familia de docentes, y sus almuerzos y cenas casi el único tema de conversación eran los exámenes, las lecciones orales y pruebas escritas.
Pero fue durante su propia experiencia universitaria y después de desaprobar la cursada de Álgebra, que Fernández Miranda empezó a plantearse por qué algunos alumnos aprobaban y otros no. Sus razonamientos lo llevaron a recordar el orden con el que llevaba las carpetas su mejor amigo de la primaria, un estudiante brillante, y lo llevó por el camino del éxito académico: se recibió en tiempo récord y se convirtió en ayudante de cátedra a los 19 años.
Neurociencia para todos y todas
Curiosamente, la neurociencia, la disciplina que se encarga de estudiar el funcionamiento del sistema nervioso fue la herramienta que lo llevó a hacer rendir su estudio y lo convirtió también en un “influencer” de la educación.
Su cuenta de Instagram tiene 788 mil seguidores y algunos de los videos de su canal de YouTube fueron vistos por 28 mil personas. Él la define como Neurociencia aplicada al aprendizaje y al alto rendimiento y la transformó en consejos para estudiar, para organizar el tiempo, alimentarse, descansar y hasta hacer mapas conceptuales para fijar los conocimientos.
Aunque los fans más grandes de los posteos y de eventos TEDx y charlas realizadas en distintos países de América Latina que ha dado suelen ser estudiantes universitarios o secundarios, Fernández Miranda apunta a todos los públicos: “Me siguen e interactúan conmigo estudiantes de grado y de posgrado, pero también adultos de todas las edades”, apunta y ejemplifica: “Hay muchos que retomaron los estudios y no saben cómo hacer. El feedback más lindo fue una señora que no había terminado séptimo grado y gracias a mis consejos entendió que podía volver a estudiar”.
El especialista insiste en que ciertas cuestiones de la neurociencia como la búsqueda de la concentración le pueden servir a un trabajador, al dueño de una pyme y a un estudiante. Y propone trucos como un semáforo en la puerta de cada oficina que alerte con colores rojo, amarillo o verde la disponibilidad de quien trabaja adentro para ser molestado.
Sin embargo, el influencer descree de que el aprendizaje transcurra solo en las aulas. “Las herramientas de neurociencia sirven para cualquier tarea en la que tengamos que incorporar conocimientos. Incluso para usar una planilla de Excel. O para entender cómo usar la inteligencia artificial. Relacionamos aprender con estudiar química pero también tenemos que aprender a superar un duelo y a hacer fideos a la bolognesa”, argumenta.
De las redes a las librerías
Por estos días además publicó “Hackea tu cerebro” (Ediciones Lea), un libro para llegar a ese público fiel pero también a otro, como los papás que quieren ayudar a los chicos que rinden materias del secundario o tienen dificultades para organizar su estudio. “Cada capítulo propone una herramienta de neurociencia y productividad al servicio del aprendizaje y termina con un ejercicio simple de concentración para ponerla en práctica”, sintetiza el experto y se permite un rasgo de orgullo: “En el prólogo que escribió el divulgador científico y especialista en neurociencias y comportamiento humano.de Andrés Rieznik admite que este tipo de libros con consejos pueden ser un poco ‘sarasa’ pero apunta que éste mantiene el rigor de la neurociencia”.
A la hora de sintetizar cómo favorecer el éxito en el estudio y el aprendizaje Fernández Miranda apunta a la necesidad de entrenarse y cuidar el sueño y la alimentación. “El aprendizaje se da cuando el cerebro descansa. Se dice que la práctica hace al maestro pero yo diría que el sueño hace al maestro. A veces una siesta de 20 minutos permite fijar contenidos”, describe y alerta sobre el uso de pantallas que retrasan el descanso y la necesidad de respetar el ritmo circadiano que hace que los niños y adolescentes necesiten dormir nueve horas. “En Finlandia se descubrió que corriendo el horario de ingreso a las escuelas de las 7 a las 9 de la mañana, los chicos llegaban con más horas de sueño y aumentaba el número de aprobados por curso”, ejemplifica.
Finalmente, el influencer desmitifica la idea de sacrificarse para tener éxito: “Algunos se imaginan que el aprendizaje es una pared que el alumno tiene que atravesar y el sacrificio es agarrarla a trompadas, pero el camino ideal es construir una puerta”.
Buscar la concentración por lapsos cortos: 20, 30 o 35 minutos y luego tomarse descansos cortos.
Poner el celular en blanco y negro: las redes sociales están diseñadas para que el color atraiga y en escala de grises resultan menos distractivas.
Estudiar con un aroma agradable y música placentera. Al dormir, volver a poner esa misma melodía y ese aroma para que el cerebro recuerde el período de estudio y repase.
Armar un mapa conceptual breve y leerlo antes de dormir, en menos de tres minutos para fijar los contenidos.
Buscar un sueño de calidad: bloquear las fuentes de luz artificial y en lo posible enfrir el ambiente para favorecer el descanso.
Para favorecer el aprendizaje y detener el deterioro cognitivo no alcanza con hacer crucigramas, también hay que hacer ejercicio físico intensivo. “Los movimientos de fuerza favorecen la producción de un factor neurotrófico que funciona como ‘pegamento’ de las neuronas”.
Alimentarse adecuadamente: el cerebro necesita alimentos con proteínas y bajos en glucosa. Elegir vegetales y carne y frutas o frutos secos. “La postal tradicional de los estudiantes comiendo facturas no es la adecuada ya que la harina y el azúcar generan hiperactividad que impide concentrarse y luego, bajón y pachorra”.
Estudiar con tiempo para fijar los contenidos. Es preferible dedicar 20 o 30 minutos por día y no encerrarse 20 horas justo antes del examen.