Los hermanos Pablo y Diego sobrellevan el aislamiento en familia. Los talentosos mediocampistas, que juegan en los dos clubes más populares de Mar del Plata, cumplen con las medidas preventivas en su pueblo natal, Los Quirquinchos. Desde allí dialogaron con LA CAPITAL.
por Víctor Molinero
Twitter: @vhmolinero
El censo de 2010 arrojó que en la pequeña localidad santafesina de Los Quirquinchos habitan 2.462 personas. Dos de ellas llegaron a Mar del Plata algunos meses atrás buscando darle un nuevo impulso a sus carreras. En efecto, el año pasado Alvarado contrató a Diego Becker para jugar su primera temporada en la Primera Nacional, la máxima categoría del fútbol de ascenso en el país. Y durante este verano se sumó a esta ciudad Pablo, su hermano, pero para jugar en la otra vereda: Aldosivi.
Los hermanos Becker junto a sus padres, Edith y Sergio, durante la cuarentena en Los Quirquinchos.
Los dos demostraron en poco tiempo aquellas condiciones que los llevaron a ser interesantes promesas en las inferiores de Rosario Central, uno de los principales semilleros futbolísticos del país.
Sin embargo, en medio de ese intento por afianzarse en una ciudad y un club nuevo, la pandemia por el coronavirus entró en escena y trastocó los planes de todos. Incluidos la de estos hermanos claro.
Pablo y Diego comparten hoy por hoy sus días en cuarentena junto a los suyos, en familia, en Los Quirquinchos. Y desde allí atendieron la requisitoria de LA CAPITAL para contar cómo sobrellevan el momento.
“Nos vinimos los dos al pueblo y esperamos ver qué se define más adelante”, confió de entrada Diego, el primero en venirse a Mar del Plata.
“Es verdad que pasar la cuarentena en familia es más fácil y llevadero. Por ahora acá en el pueblo no hay ningún caso de personas contagiadas, ” contó este zurdo que lleva dos goles anotados en Alvarado.
Diego Becker durante uno de los amistosos de pretemporada, ante Ramón Santamarina.
“Los profes nos dieron una rutina que tratamos de hacer dentro de las posibilidades que nos da el espacio que tenemos para entrenar”, aseguró el menos de los Becker, de 22 años.
“Yo sigo en contacto con la gente de Alvarado. Ellos nos brindaron toda la confianza y que están a disposición para lo que necesitemos”, agregó.
“En Alvarado estoy muy cómodo desde que llegué. Y cuanto más me fui afianzando a la ciudad mejor todavía”, destacó. Con mi hermano en Mar del Plata vivimos en casas separadas pero nos llevamos muy bien, de hecho estamos casi todos los días juntos. Nos juntamos a comer muchas veces por semana”, confesó.
“Es así, tal cual, nos vemos mucho en Mar del Plata”, afirma Pablo, el mayor de los hermanos, que con 26 años llegó en enero para jugar en Aldosivi.
“Obvio que con mi hermano hablamos e intercambiamos cosas de los dos clubes pero no creo que algún día se de que podamos jugar juntos en alguno de los dos clubes. Por suerte pude compartir con mi hermano en Rosario Central. Pero acá veo muy difícil que yo juegue algún día en Alvarado o él en Aldosivi”, entendió.
Pablo Becker hizo un gol frente a Huracán, poco después de haber ingresado en el complemento.
“Estoy muy cómodo en el club. Me gustó mucho la ciudad y el club se ha portado muy bien conmigo. Además que el grupo humano que se formó es diez puntos también”, aseguró quien además se diferencia de su hermano por la pierna hábil: es derecho.
“Estamos en contacto. Desde el club nos mantienen al tanto y seguimos sus instrucciones día a día”, dijo sobre la rutina física que le bajan diariamente los preparadores físicos de la institución portuense.
Mientras tanto, los hermanos Pablo y Diego Becker continúan intentando sobrellevar la cuarentena en familia, en el marco de un pueblo como Los Quirquinchos, en donde al momento de publicarse esta nota todavía no se habían registrado casos positivos de coronavirus.