Rupturas, ensayos y experimentaciones son los condimentos de sus películas. Tras dejar Mar del Plata a los 17, Leo Damario eligió regresar para criar a su hija. Los nuevos proyectos y un balance de sus seis cintas hechas.
“Si yo fui criado con muchas libertades, ¿por qué a ella le va a hacer mal la libertad?”, se pregunta Leo Damario sobre las ideas con la que lleva adelante la crianza de su pequeña hija Rubí. Nacido en Mar del Plata, Leo es un cineasta que, a los 30, regresó a su ciudad para que su pequeña creciera cerca del mar. Aunque, a decir verdad, regresó a medio tiempo: sigue trabajando y dirigiendo películas y publicidades en Buenos Aires, donde se mueve el circuito mayor de la industria. “Mi hija es mi prioridad, cuando vengo a Mar del Plata disfruto muchísimo, aunque soy un marplatense part time”, esgrime.
Cineasta de culto, vinculado a cintas dotadas de texturas, búsquedas estéticas contundentes, cierto aire rupturista y afrancesado (rinde todo un tributo al cine francés de los `60), Damario tiene previsto filmar “La sirena”, su nueva película en Mar del Plata y en América central, durante el año que viene, con el protagonismo de Emilia Attías y un guión que coescribe junto a su hija.
– Si tuvieras que definir tu estética, ¿cuál sería?
– Creo que hacés las películas para poder definir eso. Todavía no lo sé, te puedo hablar de una estética de trabajo, trabajar en pos de la imagen, de no tener límites, de buscar y profundizar. Yo entiendo al cine como un discurso político y como imagen, le doy mucho espacio a la improvisación, a las texturas. Además, en mi cine está muy presente la mujer.
– ¿Por qué filmás?
– Terminás siendo una persona que no funciona en la vida concreta, pero sí funcionás bien en la ficción, desde ese lugar te terminás armando un mundo con estas sirenas… todo es parte de la fantasía y la fantasía solo la puedo encontrar escribiendo guiones, haciendo películas, estrenándolas, y teniendo rupturas incluso de salud, porque termino en cucharita. Todo eso me lo sostiene la ficción, como algo que sostiene la vida.
Una por año
Leo dejó Mar del Plata a los 17, tras hacer talleres de cine con reconocidos maestros locales y sentir la necesidad de perfeccionarse en el rubro, pero siempre desde la realización. En la actualidad, su obra consta de seis películas: “Olympia” (2012), “Palmera” (2013), “Los conquistadores de la comedia” (2014), “Bohemia” (2015), “Resentimental” (2016) y el ensayo cinematográfico que supuso realizar “Hermosa gravedad” (2017). A esta lista, se añade el video que filmó de una canción de Andrés Calamaro, “Rock y juventud” (2016).
Una película por año. Si bien algunas llegaron a salas comerciales, casi todas están en plataformas virtuales. Escuetamente las presentó en Mar del Plata. El dice tener “fobia” a los lanzamientos. “Donde pongo la cabeza es en los guiones y en los actores, todo lo demás viene, no lo gesto yo, nunca”, admite ante LA CAPITAL. Y asegura haberse sacado ya “esa virulencia de hacer películas”.
Ahora, el cineasta trabaja en una versión extendida, de diez minutos, de “Rock y juventud”, el video sobre la canción de El Salmón en el que cuenta la historia de una misteriosa y sensual asesina, con las actuaciones de Calamaro, Micaela Breque y Ayelén Saavedra. Y, en paralelo, avanza en el documental de “Hermosa gravedad”, cinta que filmó y editó en un día, a partir de un happening realizado en Buenos Aires. El documental tiene previsto llegar a las salas comerciales a fin de año.
– ¿Cómo hiciste “Hermosa gravedad”?
– Es una película que hice, edité y proyecté el mismo día. Quise hacer algo más complejo que un plano secuencia. Quise hacer una película más dogma. La filmé en un bistró de Capital, en Paraná y Santa Fe. El espectador podía ver cada parte, el maquillaje, entraban y veían la prueba de cámara, éramos (actores, director, técnicos, asistentes) como personajes de acuario. Atravesando el parque de la casa llegabas a un lugar en el que estaba la isla de edición y donde estaba el músico tocando en vivo (Chucky De Ipola) y la sala de cine. Fue muy lúdico, la película empieza con un relator, la gente aplaudió, tuvo mucho de banda de rock, algo que a mí me divirtió mucho.
Luego del relato, los actores empezaron a actuar de acuerdo al guión ensayado, Damario filmó y ese registro se proyectó en vivo, frente a unas quinientas personas que, sentadas en la sala de cine de la antigua casa porteña, conocieron la historia del reencuentro de tres hermanas, interpretadas por las actrices Lola Fernández, Sofía Cantarini y Giuliana Fossa. Las chicas heredan una casa en la ficción, luego del accidente de la madre.
“Las actrices no son conocidas, esta vez no quería figuras, venía de trabajar en Resentimental con varios famosos”, dispara. En efecto, allí trabajó con Alejandro Awada, Lucila Polak, Fabiana García Lago, Brenda Gandini y el actor italiano Adriano Giannini.
– ¿Cómo conseguís financiación para tus películas?
– Yo me dedico a dirigir, ese es el trabajo que hago, lo demás lo hacen otras personas. Yo cuido mucho mi propiedad intelectual. El artista o el bohemio o el corsario o el nómade o el gitano o lo que quieras que seamos nosotros (los artistas) necesitamos que haya millonarios que inviertan en nosotros, eso equipara la balanza de la desigualdad. No voy a hacer tan ingenuo de invertir en mi propio arte. Si yo no voy a hacer una empresa con mi obra… me parece que la empresa soy yo. Necesito que invierta otro y eso me parece justo.