La Justicia intenta reconstruir qué ocurrió entre el sábado a las 0.30, cuando la joven de 27 años desapareció de su casa de la zona sur de la ciudad, hasta que fue hallado su cadáver el miércoles al mediodía.
Rocío Fernández (27) desapareció de su casa a las 0.30 del sábado y su cadáver fue encontrado en horas del mediodía del miércoles. Lo que ocurrió en ese lapso tiene en vilo a la Justicia, y a gran parte de la sociedad que se interesó en la noticia.
Mientras el Movimiento de Mujeres y Diversidad de Mar del Plata-Batán ya anunció la realización de una manifestación prevista para este viernes a las 17 frente a la Municipalidad, con el objetivo de exigir medidas concretas del Estado ante los cuatro femicidios ocurridos en menos de tres meses -al de Rocío se suman los de Talía Aragón, Verónica Martínez y Betiana Moreira-, el fiscal Fernando Berlingeri y sus colaboradores trabajan en la reconstrucción de los hechos.
De momento, se sabe que la joven cuyo cadáver apareció en un freezer en una casa de Grecia 1045 había empezado a salir con un hombre hace poco tiempo. Es cierto que la relación sentimental no era formal, pero los encuentros se habían vuelto frecuentes.
Cuando la familia de Fernández denunció su desaparición, aclaró ante la policía que la mujer había estado recientemente bajo tratamiento psiquiátrico y que tenía algún problema de adicciones, detalle importante para los investigadores. Su madre también explicó que la joven estaba sin su medicación, por lo cual la preocupación aumentaba.
De acuerdo a los datos recolectados hasta ahora, se sabe que antes de que la mujer hiciera la denuncia de averiguación de paradero, Rocío Fernández había salido con el hombre antes mencionado, cuya identidad se mantendrá en reserva. Se trata de un comerciante vinculado a la compraventa de vehículos que ya declaró en la causa.
Según la información obtenida por LA CAPITAL, el testigo contó detalles de la última vez que estuvo con la joven. Mencionó que había comenzado con ella una relación ocasional y que el viernes 2 de agosto la pasó a buscar en su automóvil para ir a dar una vuelta. A las 21, la dejó en su casa de Vernet y Güiraldes nuevamente y ya no volvieron a hablar.
A las 0.30, ya en la madrugada del sábado, Rocío Fernández volvió a salir de la vivienda y se dirigió a lo de un amigo. Luego se sospecha que realizó también un viaje a la zona del puerto de la ciudad. La siguiente secuencia ubica a la joven a bordo de un taxi con el cual llegó sola, a las 9.30 de la mañana siguiente, a la casa de Grecia 1045.
Las cámaras de seguridad de la zona captaron esa situación, conforme relevó luego la Justicia. El taxista, inclusive, fue identificado y también declaró en el marco de la causa.
“Espere que ahora sale mi tío y le paga”, habría dicho por alguna razón que se desconoce al chofer al ingresar a la vivienda. Efectivamente el taxista recibió el dinero adeudado por el viaje segundos después, de parte de un hombre, que no sería ningún pariente de ella sino Juan Carlos Galarregui (56), el hasta el momento único sospechoso por el crimen.
Ese mismo mediodía, Rocío Fernández se contactó con un amigo suyo de la adolescencia y le envió a través de su teléfono celular la ubicación geolocalizada, para que éste supiera en dónde se encontraba.
El tiempo transcurrió y el domingo al atardecer, cuando ya hacía más de un día que no sabía nada acerca de la joven, su madre decidió hacer la denuncia de averiguación de paradero. Para ese momento, desconocía que un amigo de su hija había recibido su mensaje y recién se enteraría más de 48 horas después.
Lo cierto es que la mujer (según trascendió) tenía el número de teléfono del hombre que el viernes había salido con su hija, debido a que la propia Rocío se había comunicado con ella en alguna oportunidad desde el mismo aparato. Por lo que el fin de semana la familia se comunicó con ese hombre, quien a su vez le contó, como haría luego ante la Justicia, que no hablaban ni se veían desde el viernes a la noche.
La fotografía de este comerciante comenzó a circular en redes sociales ante la desesperación por la ausencia de Rocío, lo cual le provocó una grave preocupación. En ese marco, se contactó con un amigo suyo que es miembro de la Policía Federal, quien le recomendó presentarse en la sede de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local para dar su testimonio. El hombre hizo lo propio y declaró entonces ante el fiscal Fernando Berlingeri.
Ya en la madrugada del miércoles, y después de que la noticia de la búsqueda de Rocío Fernández tomara relevancia pública en distintos medios de comunicación, el amigo de la joven antes mencionado se comunicó con el hermano de ella y le dijo, conmovido, que el sábado se habían contactado. También le reveló que ella le había mandado su ubicación, lo que indicaba que su teléfono celular se encontraba en un domicilio en las inmediaciones de Grecia y Libertad.
Lo que siguió fue el llamado al 911 y el operativo que la policía montó el miércoles al mediodía en la casa de Grecia 1045, donde finalmente se halló el cadáver de la mujer con signos de golpes y posible estrangulamiento, en el interior de un freezer que no funcionaba y estaba ubicado en la cocina. Casi al mismo tiempo, un hombre que sería identificado como Juan Carlos Galarregui escapaba por el sector trasero del inmueble, aunque horas después caería detenido en Santa Clara.