Por Jorge Raventos
En los más de setenta días que ya lleva trajinados en la presidencia del país, Javier Milei ha conseguido irrumpir en escenarios que nunca había frecuentado, fue recibido por el Papa y por las máximas autoridades de Israel e Italia, intercambia frecuentemente mensajes con personajes de influencia global como Elon Musk, se acaba de entrevistar en la Casa Rosada con el Secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken (“la persona que ejerce en la práctica el poder de Estados Unidos”, según lo definió, omitiendo al presidente Joe Biden, el ministro de Interior Guillermo Francos) y comparte compartir público durante el fin de semana con Donald Trump en Washington, en la Conferencia de Acción Política Conservadora que congrega dirigentes e intelectuales de la derecha mundial. Trump ya lo elevó a la categoría de “tipo fabuloso”. En muy poco tiempo Milei logró ser nítidamente distinguido en los niveles más influyentes del planeta. Nadie puede negarle ese éxito.
Invictus, el triunfo del relato
En el plano local, el Presidente se considera “invicto” (así se lo confió con orgullo a alguno de los periodistas followers que suelen entrevistarlo). Evidentemente no cuenta como derrota ni la significativa poda que ya se había practicado en el Congreso a la llamada Ley Ómnibus (“Bases”) hasta reducirla a la mitad de su articulado original, antes del subsecuente retiro de sus restos. Tampoco contabiliza los frenos que la Justicia ya ha dictado a algunos tramos del decreto de necesidad y urgencia número 70/23, a la espera de su análisis por la Corte Suprema y por las Cámaras.
Por otra parte habría que preguntarse si no enturbia aquel “invicto” el hecho de que, más de dos meses después de asumir la presidencia, un número considerable de puestos importantes de la administración (de los que depende la resolución cotidiana de gestiones, desde la firma de un cheque a la distribución de alimentos a los comedores comunitarios o el análisis de la obra pública) estén aún desiertos, sea porque no se designó a sus titulares, sea porque los que en algún momento fueron nombrados poco después renunciaron o fueron expelidos. ¿Se trata, como muchos opinan, de que los libertarios no tienen equipos y no estaban preparados para gobernar, o de que Milei se desinteresa de la administración del Estado, al que por definición considera ineficiente y cuya moralidad interior él mismo, desde el vértice del poder, denuncia (“es una organización criminal”)?
“Así cualquiera baja la inflación”
Las victorias que el Presidente se adjudica están sobre todo ligadas a la economía, es decir, tienen que ver con la acción del ministro Luis Caputo, quien también se ufana de esos logros. En primer lugar, de haber bajado la inflación del 25,5 por ciento registrado en diciembre al 20,6 por ciento de enero. Estimulado por esa reducción, Caputo aseguró que en febrero la inflación estaría “cerca del 10 por ciento”, pero unas horas más tarde ajustó el cálculo y dijo que ese porcentaje se lograría “después de julio” y que en febrero habría que esperar “alrededor del 15”. Si se admite ese pronóstico, el trimestre mostraría una inflación de más de 60 puntos. Parece considerable, pero Caputo y el Presidente aseguran que consiguieron evitar una hiperinflación monumental. Los argentinos que perciben ingresos fijos (prestaciones previsionales, salarios, subsidios) ven cómo éstos se desintegran mes a mes.
Ministro y Presidente destacan asimismo que en enero, el sector público nacional registró un superávit financiero de 518.408 millones de pesos (“por primera vez desde 2012”, mensajeó con orgullo Caputo).
Estas cifras fueron cuestionadas por distintas voces opositoras y también recibieron “fuego amigo”. Carlos Rodríguez, ex jefe de asesores de Milei a quien el Presidente considera “un sabio de la Economía”, estimó que “la inflación está bajando porque no le pagaron a nadie. Después de una devaluación del 118 por ciento los precios subieron a lo bestia. Se suspendió todo tipo de pago, salvo los financieros. El sector financiero está bailando en dos patas, arriba de la mesa y festejando con champagne”. Rodríguez agregó que “la que no está festejando es la gente.
No subieron los sueldos, no subieron las jubilaciones y los precios subieron 50 por ciento en dos meses. Hay una recesión de la Madonna en el sector real. Entonces, claro que bajó la inflación. Así cualquiera la baja”.
Más que crítica del pasado, el juicio de Rodríguez supone un interrogante sobre lo que viene: ¿es posible usar esos mismos instrumentos por mucho tiempo?
El equilibrio y el caos
Esa es la pregunta por la sustentabilidad de un programa de esa naturaleza, si es que a tales procedimientos (licuación, suspensión de pagos) se los puede considerar un programa de estabilización.
Esta semana Milei recibió también la visita de una jerarquizada delegación del Fondo Monetario Internacional encabezada por la número 2 del staff de la entidad (subdirectora gerente), Gita Gopinath. Llegaron precisamente para investigar in situ las condiciones y consecuencias previsibles de la política económica que despliega el gobierno.
Los representantes del Fondo no se reúnen solamente con representantes oficiales; tienen interlocutores de diversa extracción, desde economistas profesionales a empresarios, sin excluir al movimiento sindical. De hecho, la señora Gospinah se entrevistó con el secretario de relaciones internacionales de la CGT, el jefe de la Unión Obrera de la Construcción, Gerardo Martínez. Durante la media hora de reunión, Martínez expuso a la funcionaria del Fondo que gobierno está generando más pobreza, actuando sin acuerdos institucionales, sin diálogo y señaló que no tiene suficiente fuerza política para hacerlo. “En el caso del movimiento obrero, Milei actúa con agresividad y eso nos obliga a resistir”, le dijo. Ante la prensa, Martínez resumió las ideas que le transmitió a la número 2 del Fondo: “Con su decreto de necesidad y urgencia, Milei puso en tela de juicio el contrato social del país. Respetamos al Gobierno y su legitimidad, pero creemos que es necesario un acuerdo político, que genere confianza, seguridad jurídica para atraer inversiones”. Apuntó también que el sindicalismo no se opone a una reforma laboral, “pero que no admitirá que sea por decreto; debe ser consensuada”. Finalmente, el dirigente cegetista le sugirió a Gospinah que auspiciara ante el Presidente el diálogo institucional.
Los funcionarios del Fondo cuentan, naturalmente, con información bien destilada y comprendieron fácilmente de qué hablaba Martínez. Los diarios informaban ese mismo día que, en ocasión de su visita relámpago a Corrientes para hablar ante un auditorio liberal (el gobernador Gustavo Valdez, un reconocido político radical, en primera fila), Milei exaltó el desprecio a la política, definió al Congreso como un “nido de ratas” y calificó de “traidor” y “basura” a un economista transversalmente respetado como Ricardo López Murphy. La solicitud de Gerardo Martínez a Gospinah lucía como una misión imposible. Por otra parte, la funcionaria ya partía hacia Brasil, pero antes de irse dejó un documento escrito. Empezó, diplomáticamente, por las buenas noticias: “En mis reuniones con el Presidente Javier Milei y su equipo económico reconocí el importante progreso inicial en restaurar la estabilidad macroeconómica y en establecer un sólido ancla fiscal. El camino por recorrer sigue siendo desafiante…”. A continuación el texto enumera, también con mucho tacto, asignaturas pendientes, seguramente confirmadas después de escuchar “ de primera mano propuestas de un amplio abanico de actores sobre cómo mejor abordar los retos del país y aprovechar su enorme potencial”. El Fondo le señala al gobierno, por caso, que,”dados los costes de estabilización a corto plazo, es esencial sostener esfuerzos para apoyar a los segmentos vulnerables de la población y preservar el valor real de la asistencia social y las pensiones, así como garantizar que la carga del ajuste no recaiga desproporcionadamente sobre familias trabajadoras. Proceder de forma pragmática para asegurar apoyo social y político también es fundamental para garantizar la durabilidad y eficacia de las reformas (…) Argentina necesita reformas de mercado para revertir la caída que se viene dando en la calidad de vida, pero éstas deben ser diseñadas y secuenciadas para asegurar un crecimiento sostenido e inclusivo.”
Si la señora Gospinah se hubiera quedado unas horas más en Argentina, habría podido constatar de modo directo que al gobierno le cuesta mucho compatibilizar las reformas de mercado (sobre las que, más allá de los matices, existe un consenso considerable), con los modos y procedimientos destinados a “asegurar apoyo social y político”. El gobierno central reaccionó ásperamente contra el gobernador de Chubut (un mandatario que había respaldado la iniciativa legislativa del Presidente conocida como Ley Ómnibus) pero que, en defensa de los intereses de su jurisdicción rechazó los artículos que liberaban el mar argentino a la pesca extranjera y acaba de frenar, por vía judicial, la suspensión del subsidio al transporte impuesta por el poder central. Muy irritado ante la autonomía mostrada por el gobernador, Milei procedió a suspender el envío a la provincia de la coparticipación (que, por Ley, debe liquidarse automáticamente) argumentando que de ese modo la caja central se cobraba una deuda que Chubut quería refinanciar. El gobernador Nacho Torres denunció que el poder central retuvo “ilegalmente” $13.500 millones. “Es más de un tercio de nuestra coparticipación mensual”, explicó Torres y amenazó con no entregar petróleo y gas de Chubut. El gobernador informó también otras presiones recibidas de parte del aparato de comunicación de la Presidencia: “Me mandaron un mensaje dándome un ultimátum: Vamos a sacar los tanques a las redes. Eso significa: Che, Nacho, o te callás la boca o te vamos a escrachar con los trolls en Twitter. Estos pibes están locos”.
El “principio de revelación”
La protesta del chubutense fue avalada rápidamente por sus colegas patagónicos, que suscribieron un documento bajo el título “Las Provincias Unidas del Sur” en el que los gobernadores Alberto Weretilneck (Río Negro), Claudio Vidal (Santa Cruz), Rolando Figueroa (Neuquén), Sergio Zilliotto (La Pampa) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego) manifiestan: “No aceptamos patrones de estancia ni el unitarismo de quienes se creen que van a poder pisotear a las provincias (…) Las provincias son preexistentes a la Nación y merecen respeto. Nadie puede someterlas ni extorsionarlas con amenazas de restricción de fondos públicos que les pertenecen por derecho propio. Los gobernadores no son empleados del Poder Ejecutivo Nacional ni están sujetos a órdenes. Sus mandatos surgen del pueblo de sus provincias y tienen la obligación de defender sus intereses”.
El reclamo de Chubut también fue enérgicamente sostenido por virtualmente la totalidad de las restantes jurisdicciones, independientemente del signo político de sus gobernadores. Sólo Osvaldo Jaldo, de Tucumán, y Hugo Passalacqua, de Misiones (que prefirió concentrarse en un reclamo específico de su distrito y se presentó ante la Corte para exigir el pago del incentivo docente que el poder central retacea).
Lejos de procurar un consenso con los gobernadores, el Presidente les respondió con su ya habitual vehemencia: llamó a Torres y a los mandatarios que lo defienden (entre ellos Rogelio Frigerio y el intendente de la Ciudad Autónoma, Jorge Macri) “degenerados fiscales” y desafió al gobernador de Chubut a “atenerse a las consecuencias”.
La tensión entre el poder central y las provincias alcanza una intensidad muy preocupante. En esta página hemos subrayado con insistencia la necesidad de acuerdos entre los poderes territoriales, el Congreso y el poder central.
“Espejito, espejito”
En las actuales condiciones, no parece que el consejo de la señora Gospinah de “asegurar apoyo social y político” esté siendo aceptado por el Presidente y, por lo tanto, se incrementan las dudas sobre la recepción que pueden tener en el Congreso los proyectos legislativos que el Ejecutivo promueva en marzo, cuando se reinauguren las sesiones ordinarias.
Aunque Milei se declara feliz por lo que llama “el principio de revelación” -que para él se manifiesta gracias a hechos que contribuyen a agrupar a sus adversarios, de modo de forzar una polarización que él supone terminará favoreciéndolo-, se agranda el riesgo de sumar al polo crítico a muchos que quisieran ayudarlo pero cuestionan su estilo, su imprevisibilidad, sus arrebatos. La gobernabilidad se debilita y reclama un cambio de óptica y un ajuste de tornillos.
Aquellos rasgos –aunque el espejo donde él prefiere mirarse no lo registre- redundan en un saldo negativo para el Presidente. Su agresividad le resta consenso en grupos que han mostrado su disposición a ayudarlo. Inclusive en sectores muy influyentes que atribuyen a esa belicosidad sus dificultades para articular fuerzas en el terreno institucional.
El Presidente ha registrado con fastidio esa censura, a juzgar por lo que confesó en una entrevista de uno de sus followers: “El círculo rojo no la ve”. Seguramente atribuye a esos que “no la ven” (otros economistas, empresarios, dirigentes sindicales) haber pesado en el juicio expuesto en el documento que hizo público la delegación del Fondo Monetario Internacional. Milei prefiere escuchar a quienes lo lisonjean, confiar en los informes que le proveen los cancerberos de la comunicación que lo rodean y repetir ritualmente que se mantiene firme el respaldo “del 56 por ciento” que obtuvo en noviembre de 2023. Hace más de 60 puntos de inflación.