Martín Tetaz propone 35 horas laborales semanales para mejorar la calidad de vida. También recomienda la implementación de un impuesto al consumo de bienes suntuosos.
por Natalia Prieto
np@lacapitalmdq.com.ar
El economista Martín Tetaz considera que el consumismo es “la pata mala del capitalismo” y propone perfilarse hacia un modelo “a la francesa”, con 35 horas laborales semanales para mejorar la calidad de vida. También recomienda la implementación de un impuesto al consumo de bienes suntuosos con el fin de redistribuir de manera más equitativa. Además, pronostica que este año las paritarias le ganarán a la inflación.
El especialista en economía del comportamiento y simpatizante de Gimnasia y Esgrima de La Plata inauguró la serie de charlas “Verano Planeta” en el Museo de Arte Contemporáneo (MAR), oportunidad en la que presentó su último trabajo “Lo que el dinero no puede pagar. Mitos y verdades de la economía de la felicidad”. Antes dialogó con LA CAPITAL:
– ¿Qué es la economía de la felicidad?
– Es la mezcla de la economía con todas encuestas de satisfacción que se toman en el mundo por parte de la consultora Gallup, que desde hace 50 años mete preguntas generales de satisfacción: cuán satisfecho estás con su vida, en la escala de 1 a 10, y cuán feliz sos teniendo en cuenta distintos aspectos de la vida. Lo que hacemos los economistas es tomar esas encuestas y cruzarlas, para ver si la gente con más altos ingresos reporta mayor nivel de felicidad, si la gente más joven es más feliz, si los casados son más felices, todas las variables que te imagines, y salen un montón de resultados que contamos en este libro.
– A ver si rompemos un mito: ¿los padres son más felices que las personas sin hijos?
– Ese es un gran mito porque todos pensamos que el ‘summum’ de la felicidad es tener hijos. Primero, la mayoría de los estudios mostraron que no, y era una incógnita, porque parecía raro. Donde hicieras la encuesta te daba que el grupo de gente que no tenía hijos era incluso más feliz que aquellos que tenían. Más profundamente, descubrieron que desde el año anterior a que nace el nene hasta los dos años siguientes del nacimiento se mueve la aguja de la felicidad. ¿Viste el dicho `chicho chico problema chico´? El efecto desaparece y sospecho que también tiene un costo, queda mal decirlo, pero no solo es un tema económico, sino también por el requerimiento en términos de tiempo que te hacen perder libertad.
Felicidad sin precio
– Con el PBI de Argentina y los vaivenes económicos que caracterizan al país, ¿debería ser un pueblo feliz?
– No quiere decir que con un PBI bajo sea feliz, pero en las encuestas marcan que hasta que alcanzas un determinado nivel de ingresos medio, el PBI mueve la aguja de la felicidad, pero cuando llega a ese nivel ya no se mueve. Estados Unidos, por ejemplo, está 13 y es el país más rico del mundo. Japón está 52. Quiere decir que todos los paises de Latinoamérica son más felices que Japón. Ahí pasa otra cosa: evidentemente una vez que alcanzaste el nivel de necesidades básicas satisfechas, ya mucho no hace.
– Entonces ¿el tiempo podría ser considerado un “commodity”?
– El problema es que hay como una especie de metáfora entre el dinero y el tiempo, donde uno dice `el dinero es tiempo hecho plata´. Para conseguir dinero tenés que dedicarle tiempo, entonces 4 horas de trabajo significan tantos pesos y 10 horas más cantidad de pesos. El problema es que después no lo podés dar vuelta, porque no podés decir quiero comprar que la semana tenga días de 30 hora.
– Entonces, ¿el capitalismo es enemigo de la felicidad?
– Creo que sí, sin algún control o regulación del Estado. Más que el capitalismo, que ayudó a la sociedad a resolver muchos problemas, como la eliminación de la pobreza, la parte mala es el consumismo. Esta idea de carrera del consumo, ya tengo el TV de 32″, y cuando éramos chicos el aspiracional era tener un TV de 20″ color y eras Gardel y Lepera con guitarra eléctrica. Ahora tenés el de 29″, la pantalla plana, el Smart TV.
Bajar un cambio
– Es como que siempre se corre un poco más la línea.
– Exactamente.
– Entonces ¿qué sugerís para ser arquitecto del consumo en épocas de compras compulsivas?
– Creo que el Estado puede aprender un poco lo que hace la liga de baseball de Estados Unidos, donde si un equipo quiere comprar muchos jugadores y se pasa de 400 millones de dólares tiene que pagar un impuesto. Y esa plata se redistribuye entre los equipos que tienen menos dinero. Eso balancea. Se podría implementar un impuesto por consumos ostentosos, que cuando te pasás de un determinado nivel de consumo y ya ostentas demasiado, que eso te salga un poco más caro. Así, de alguna manera, contribuís a que los que están peor puedan mejorar su situación. Eso podría ayudar a reducir la pobreza, por un lado, y a frenar la carrera consumista. Es una carrera sin sentido, porque igual podés vivir con el IPhone 4 en vez del 7. Entonces necesitaríamos menos dinero, podríamos trabajar menos horas, creo que es el mundo que se viene. Hay que apuntar al modelo francés.
– ¿Trabajar 35 horas semanales?
– Y ahora pelean por 30 semanales y (el empresario) Carlos Slim en México sugirió tres días de trabajo. Mezclo eso y tengo más tiempo para dedicarle a la familia, a los amigos, a socializar, que son las cosas que muestran las encuesta que mueven la aguja de la felicidad.
– ¿Y ese modelo se está aplicando ahora, se puede implementar?
– Sí, los impuestos al consumo presuntuoso son fáciles de aplicar. Y ahora que anunciaron una reforma tributaria es una gran oportunidad. La reducción de la jornada laboral hay que hacerlo de manera gradual, con un plan, ir bajando en los próximos 20 años, reduciendo una hora por año, por ejemplo. Sería una fantasía que la semana que viene trabajemos todos 20 horas semanales.
Futuro
– ¿Cómo ves al 2017 en materia económica?
– Lo veo como cuando terminaste la obra de tu casa. 2016 fue el año de la obra. Querés hacer la obra y la postergas porque sabes que es un despelote, te rompen todo, ensucian, ese tiempo con los obreros en la casa lo pasás mal. Tardan 6 meses y no terminan y habían dicho hacerlo en 3, el presupuesto era de 40 mil pesos y ya llevás gastado 60 mil pesos y no terminaste. En 2017 ya se fueron los pintores, ya hiciste buena parte del trabajo y quedan los detalles. Tenés que seguir trabajando en temas menores pero ya empezás a ver algunos frutos. Los indicadores mostraron cierta recuperación.
Lo paradójico fue la costa este verano, donde dicen que hubo más turistas y menos gasto. Los informes de CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) dicen que en Córdoba y el norte el turismo creció y en la costa le fue mal a Pinamar y Cariló, que compiten con Brasil y Uruguay. ¿Qué muestra esto? Que hubo cierta recuperación de capacidad de compra y se fue mucho a países vecinos. Lo mismo pasó con las ventas minoristas en las ciudades grandes, que se recuperó pero en las limítrofes fue un desastre. Los que estaban cerca de alguna frontera la cruzaron, y es obvio, porque Argentina está cara. Y eso hace que cueste un poco más salir. La construcción lleva 4 meses consecutivos de crecimiento del empleo, el agro anduvo muy bien, y este año casi con seguridad las negociaciones salariales van a estar por encima de la inflación. El Banco Central habla de 17 por ciento, pongamos 20/21 por ciento que es lo que dicen las consultoras privadas, la mayoría de las paritarias cerrarán en 24/25 por ciento ganándole a la inflación. Eso va a hacer recuperar capacidad de consumo y se va a notar en la calle.
– ¿Qué recomendás, tarjeta o efectivo?
– Siempre digo que se trata de tarjeta en cuotas o no. La compra inteligente consiste en planificarla, qué día voy y qué cosas compro. Una cosa es la tarjeta y otra el financiamiento. En general, recomiendo las cuotas para lo que dura mucho tiempo, como un electrodoméstico, pero no compres la comida en cuotas porque se va a armar una bola que te va a terminar matando.