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Las mochilas de Messi

Por Vito Amalfitano // Desde Nueva York

“Debimos decirle a Diego: mirá, vos jugás al fútbol como Dios, pero sólo sos un hombre”, dijo Jorge Valdano. Debimos-debieron decirle a Messi: “Mirá, vos jugás al fútbol como Maradona, pero sólo sos Messi”.

El “sí messismo” fue tan nocivo como el “sí dieguismo”. A Maradona lo afectó en su costado más endeble, afuera de la cancha. A Messi le hizo mal donde se siente más fuerte, adentro de la cancha.

Ahora quieren hacer ver que la renuncia de Messi es por quienes lo criticaron-criticamos por haber asumido un rol para el que no está preparado y que no siente. Y el adiós de Lio es justamente por el motivo contrario, por culpa de quienes todo justificaron, de quienes le hicieron y nos hicieron creer que podía ser capitán, conductor, director de orquesta, líder. También criticaron al propio Diego porque se animó a decir, ahora, que Messi “no tiene personalidad”. No descubrió nada ni fue una crítica, al contrario, dijo una verdad, con sus palabras. Pero resulta que él también fue uno de los responsables de tratar de darle un liderazgo que no siente y que no le sienta bien.

Messi es el mejor futbolista del mundo. Y puede volar hasta planos increíbles del fútbol. Pero hay que dejarlo volar, precisamente. No asignarle roles que lo pueden opacar, o que le pueden hacer cargar mochilas que no le corresponden hasta que no soporte el peso.

Messi no es hoy culpable de nada por malograr un penal. Pero resulta que fue a tirar ese penal con la pesada mochila de ocho años en los que le dieron la cinta y la llave y como no logró levantar Copa alguna recayó en él ahora toda la responsabilidad.

Messi construyó su imperio futbolero desde Barcelona, con un docente como Pep Guardiola en la contención en el paso fundamental de su carrera, y con dos líderes y capitanes naturales, y conductores y generadores de juego como Xavi e Iniesta, que le permitieron volar y ser feliz, y regar las canchas de goles. Por supuesto que después también se convirtió en el mejor asistidor, el mejor lanzador de tiro libres, el mejor en todo. Pero nunca debió cargar con mochila alguna previa. Y voló hacia su techo infinito en plena libertad.

Aquí desperdiciamos, por ejemplo, a un docente como Carlos Bianchi al lado de Messi, con elecciones erráticas de entrenadores desde el proyecto Pekerman y la fiesta de fútbol que fue la Selección de Basile en la Copa América 2007. Y desperdiciamos, fundamentalmente, al mejor Riquelme (el Iniesta-Xavi que tenía a disposición Lio para la Selección) durante por lo menos dos ciclos mundiales (además de que por un error de Pekerman tampoco jugaron mucho juntos en la Copa del Mundo que compartieron, en 2006) y eso conllevó un costo doble para Messi: perdió un socio ideal para desplegar todo su bagaje futbolístico y le sacaron al único que podía llevarle la mochila hasta que pudiera cargarla solo en sus hombros.

Como se recuerda, incluso en Boca, Riquelme acaparaba todo, los mejores elogios pero también las mayores críticas cuando los resultados no se daban. Conducía el juego, pero también era un catalizador de la presión, como un pararrayos que podía resguardar a Messi para que volara con soltura, como con Iniesta y Xavi.

Eso es pasado, pero el pasado vuelve y se proyecta en el presente. Si en su momento lo hubieran liberado a Messi de esa mochila, cuando había un jugador de magnitud tal como para asumir ese rol, hoy a Messi muy probablemente no le pesaría tanto esa carga en los partidos cruciales, cuando todos estamos esperando que de una vez los defina con alguna jugada de su sello.

Estrictamente para la generación de juego Martino optó por Pastore primero y por sus problemas físicos ahora se decidió por Banega, quien le dio un gran caudal. Pero ninguno de ellos dos puede aportar ese plus de personalidad y liderazgo, que de alguna manera asume Mascherano desde otras funciones y posiciones en la cancha, pero tampoco hablando demasiado ni con capacidad para absorber todas las críticas como gran figura.

Si las decisiones hubieran sido otras en los 8 años anteriores Messi no hubiera llegado a ese penal con toda esa carga, que ahora recae en todo el fútbol argentino si además nos perdemos al mejor jugador del mundo.

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