El historiador y escritor presentó en la ciudad su último libro "Los cuentos del abuelo José" y habló con LA CAPITAL sobre su obra y la actualidad política del país. Destacó el relanzamiento del Plan Nacional de Lecturas y celebró la vuelta de la historia a los billetes.
Por Julia Van Gool
El escritor e historiador Felipe Pigna presentó en la ciudad su último libro “Los cuentos del abuelo José”, donde refleja las historias y leyendas que el general José de San Martín podría haberle contado a sus nietas Mercedes y Josefa, en sus últimos años instalado en el norte de Francia.
Tras haber brindado una charla gratuita en el marco del ciclo de escritores que organiza la editorial Planeta todos los veranos en la ciudad, Pigna dialogó con LA CAPITAL y habló sobre la importancia de no perder el “cuento nocturno” y el vínculo entre nietos y abuelos, esencial para la construcción de la historia individual y colectiva y no dejar escapar el “reservorio de la memoria familiar” a través del paso del tiempo.
También se ubicó en la vereda contraria a quienes lanzan que los jóvenes no leen y celebró el relanzamiento del Plan Nacional de Lecturas. “Que el Estado promueva la lectura es esencial para que la gente en general lo tome como algo importante”, aseguró y fue claro en su postura respecto las críticas. “Por supuesto que tiene que ser amplio, pero el que critique la compra de libros por parte del Estado tiene un problema“, indicó.
Nunca ajeno a la actualidad política, Pigna ratificó lo dicho en los últimos años sobre el macrismo, al señalar que de manera “intencionada” buscaron “negar la historia”, al tiempo que aclaró que le parecían “acertadas” las políticas del Gobierno. “Me parece interesante el criterio de que hay gente a la que no se le puede pedir más sacrificio, y que el sacrificio lo tienen que hacer otros sectores que están un poco mejor”, dijo y agregó: “A todos nos molesta, a todos nos duele, pero tenemos un país que tiene hambre”.
-¿Cómo surge la idea de reflejar a San Martín como un abuelo que le cuenta cuentos a sus nietas?
-Surge haciendo mi libro La voz del Gran Jefe, que fue la biografía de San Martín, y viendo la cantidad de correspondencia y material que había el vínculo tan lindo entre el abuelo y sus nietas, María Mercedes y Josefa (alias Pepita), y cómo les cuenta a sus amigos qué hace con sus nietas, cómo les hace los muebles a sus muñecas, cómo les cuenta cuentos, cómo las lleva a pasear, cómo las ama y está mucho tiempo con ellas. Me pareció muy lindo recrear, pensando en chicos y chicas, una historia de San Martín temática, desde lo que el abuelo le podría contar. No solamente desde lo autobiográfico, sino también las lecturas, los recuerdos de su país, las leyendas guaraníes, sus amigos como Belgrano, su vínculo con Rosas.
-Es tu tercer libro para el público infantil. No debes compartir la idea de que los jóvenes no leen…
-No, porque los conozco y sé que es una mentira. Además, quienes lanzan esa acusación, en general, no leen, por lo que me parece un poco impropio. La gente adulta que dice que los jóvenes no leen y no fomentan la lectura en sus casas, ¿cómo pretenden que un chico lea si en sus casas no hay un culto a la lectura?. Pero por suerte está la escuela que está fomentando mucho la lectura y viene ahora un Plan Nacional de Lectura que está muy bueno.
“El que critique la compra
de libros por parte del
Estado tiene un problema”
-¿El Estado debería ser parte de esta promoción de la lectura?
-Sí. Yo creo que el Estado tiene un rol fundamental en fijar temas y agendas que el resto de la sociedad va captando y tomando. Entonces, que el Estado declare que le importa la lectura y que va a promover la lectura es esencial para que la gente en general lo tome como algo importante. Yo voy mucho a las escuelas y veo cómo a los chicos les gusta los libros y leer. Y por supuesto que hay que acompañarlos y estimularlos. El que critique la compra de libros por parte del Estado tiene un problema. Por supuesto que tiene que ser amplio y deben ingresar en la compra muchos autores, pero el Estado tiene que comprar para distribuirlo en las escuelas.
-¿Qué desafíos te implicó, como escritor e historiador, el público infantil?
-Ya venía hace muchos años el tema de las historietas, que se están usando mucho en los colegios y ya me habían dado un vínculo muy lindo con un público tan hermoso como el infantil. No doy charlas en los colegios, pero sí voy a contestar preguntas, que me parece más útil didácticamente. Y se producen unos diálogos y unos debates hermosos. El público infantil es un público que emociona y que conmueve.
-Justamente el libro reivindica, a través de las nietas, la inquietud infantil. Pero a través de la figura de San Martín, la riqueza de la sabiduría de los más grandes. ¿Creés que ese diálogo intergeneracional debe mantenerse?
-Sí, pero yo creo que se está perdiendo un poco. El rol de los abuelos a veces se diluye en las familias y es una pena, porque son la sabiduría, el pasado, la memoria, el reservorio de la memoria familiar. Además, a través del libro, busco reivindicar el cuento nocturno, ese momento hermoso en donde los chicos te dan permiso para jugar y dedicarle un tiempo. Es incomprensible que alguna gente prefiera estar con el celular antes de estar contándole un cuento a un nieto, a un hijo, a un sobrino, al hijo de un amigo. Yo creo que definitivamente hay que volver a eso. ¿Qué hay más lindo que contar un cuento y salir de la realidad y volar hacia diferentes lugares?
-Si San Martín fuera contemporáneo a este tiempo, ¿cómo creés que les contaría a sus nietas estos últimos años en la Argentina?
-No me siento autorizado a hablar porque sería hacerle decir a San Martín lo que a mí me parece. No tengo ese poder. Pero sí aconsejo ir nosotros hacia él, más que traerlo para acá, que es imposible. Leer sus pensamientos de época nos va a servir para interpretar la actualidad: él hablaba de política, de salud, de educación, del fomento de la lectura, y de todas estas cosas que siguen siendo temas cotidianos.
-A días de que el billete de $5, que lleva a la figura de San Martín, deje de estar en circulación, desde el Banco Central anunciaron que en seis meses también dejarán de estar los animales en los billetes, medida de la que fuiste muy crítico. ¿Cómo lo tomaste?
-El gobierno que se fue negó la historia en todas sus formas. Una alternativa para eso fue sacar a los personajes histórico de los billetes, que era un ejercicio interesante porque tenías de todo: desde conservadores como Roca, a revolucionarias como Evita y a tipos realmente extraordinarios como Belgrano y San Martín. Estuvo claro que la operación de reemplazar personajes históricos por animales fue una especie de burla a la memoria y muy intencionada.
-¿A quiénes pondrías en los nuevos billetes?
-Yo creo que se podría ampliar. Se podría pensar en lo que hizo México, que incluyó pintores como Frida Kahlo; o Uruguay, que hizo un billete con Juana de Ibarbourou, una poeta. Me parece que podíamos dar una vuelta y poner artistas, científicos, médicos como Favaloro. Sería interesante para cambiar un poco. Lo que a uno lo hace dudar es que después se devalúa y van desapareciendo de circulación, así que no sé hasta qué punto es un homenaje.
-¿Cómo vivís el nuevo momento político?
-Me hace muy bien volver a escuchar la palabra cultura, la palabra educación, la palabra inclusión y el concepto de salud pública. Me parece interesante el criterio de que hay gente a la que no se le puede pedir más sacrificio, y que el sacrificio lo tienen que hacer otros sectores que están un poco mejor. A todos nos molesta, a todos nos duele, pero tenemos un país que tiene hambre y necesidades insatisfechas, particularmente los niños, que llegan al 50% del nivel de pobreza. Entonces, es una situación compleja, me parece que las medidas son acertadas y que hay que tener un poquito de paciencia, ya que el Gobierno tiene un mes y le están pidiendo lo que al otro no le pidieron en cuatro años. Hay que esperar al menos los 100 días de gracia que se le da a todo Gobierno.
-¿Sentís una particular impaciencia?
-Sí. Y hay campañas de prensa y malas intenciones, claramente. Yo aconsejo a la gente que nos lee con buena intención, que es la mayoría, que tenga paciencia y que estén atentos a lo que está pasando.
La biografía de Gardel, su próximo trabajo
Con un vuelco a personajes del mundo artístico aunque igual parte de la historia argentina como los grandes próceres, Felipe Pigna decidió adentrarse en la vida de un símbolo del tango para todos los argentinos: Carlos Gardel. Con casi dos años de trabajo, el próximo libro que el escritor e historiador presentará será la biografía de un cantautor cuyo talento es disfrutado y destacado hasta hoy. “Estoy terminando la biografía de Gardel. La titánica tarea está llegando a su fin, una tarea que fue apasionante porque nunca me había pasado con otro biografiado el tener de cada cosa alrededor de cuatro versiones distintas”.
-El tema del origen seguro fue primordial…
-Gardel era nacido en Toulouse, Francia. Amaba Uruguay y se decía rioplatense. También decía que él había nacido en Buenos Aires a las dos años y medio, que fue cuando llegó acá. Esta creo que era una postura muy sabia porque el lugar en el que uno nace es, en realidad, relativo. Julio Cortázar nació en Bruselas y quien va a decir que era belga. De todas maneras, su lugar de origen es un dato menor, lo importante es que se trata de alguien que cambió la cultura argentina, que le dio prestigio mundial, que le dio al tango una personalidad única y que cantó tangos maravillosos con una calidad interpretativa magnífica. El se autodenominaba intérprete y que hacía lo que sentía en todo el cuerpo. Y siempre con un repertorio en el que mezclaba lo amoroso con lo social.
-¿Por qué creés que hay tantas versiones de una misma situación de la vida de Gardel?
-Lo que esbozo como teoría, y por supuesto como hipótesis rebatible, es que era un chico pobre, de la calle, y sobre esa infancia cualquiera se permite opinar porque pareciera que no existen consecuencias. Ahora, si estuviésemos hablando de un niño rico y de familia poderosa, el temor a un juicio evitarían mucho las fantasías que se tejen sobre la vida de Gardel, como que estuvo preso en Ushuaia y un montón de pavadas similares.