Aquella vez, el vóleibol también ganó el bronce por un triunfo en tie-break contra Brasil en el partido por el tercer puesto. Y jugaba un Conte, nada menos que Hugo, papá de Facundo.
El logro máximo para el vóleibol argentino hasta ahora era la medalla de bronce ganada en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Desde hoy será el primero de los dos mayores hitos de este deporte y como coincidencia tendrán que el partido por el tercer puesto se obtuvo tras superar a Brasil por igual resultado: 3 a 2.
En aquella oportunidad, la figura también llevaba el apellido Conte, Hugo Néstor. El papá de Facundo, elegido por la Federación Internacional del Vóleibol (FIVB) como uno de los mejores ocho jugadores del mundo del Siglo XX y único voleibolista argentino en entrar al Salón de la Fama, formó parte de la ‘Generación del 82’ que se colgó el bronce en Seúl.
La fase inicial fue irregular para aquel equipo de Conte, Waldo Kantor, Daniel Castellani, Esteban “Mono” Martínez, Raúl Quiroga, Jon Uriarte, Daniel Colla, Juan Carlos Cuminetti, Javier Weber, Alejandro Diz, Esteban De Palma y Claudio Zulianello, y cuyo director técnico era Luis Muchaga.
En la zona, Argentina le ganó a Túnez, Japón y Países Bajos y perdió con Estados Unidos y Francia. El seleccionado nacional quedó afuera en semifinales contra la Unión Soviética. Y tuvo que jugar por la medalla contra los brasileños, que venían de ser subcampeones en el Mundial 1982, medalla de plata en los Juegos de Los Ángeles 1984 y semifinalistas en el Mundial 1986.
En ese encuentro, el resultado fue 3 a 2, con parciales de 15-10, 15-17, 15-8, 12-15 y 15-9, para el equipo que tenía la base del 82 que había conseguido el tercer lugar en el Mundial de ese año en el Luna Park, a la que se sumó un juvenil Javier Weber.
Ese triunfo de Argentina sobre Brasil, el 2 de octubre de 1988, fue épico para el vóleibol nacional y para la delegación argentina en Seúl, que no sumaba una medalla en un deporte colectivo desde 1936 con el polo.
En aquellos Juegos de Seúl, la tenista Gabriela Sabatini ganó la medalla de plata y se convirtió en la deportista argentina más joven (18 años) en subirse a un podio olímpico.