Lo que dejó la gran noche del miércoles en el Minella. Señales de frescura en el equipo de Mar del Plata, posibilidad de agregarle juego a los puntos y la ubicación expectante en la tabla de la B Nacional. Y preocupaciones en La Ribera, con necesidad de ordenamientos, afuera y adentro.
por Vito Amalfitano
@vitomundial
No fue solo una reacción de Verano. No se trató únicamente de un partido de Fútbol de Verano.
En 50 años de los torneos estivales en Mar del Plata siempre hay datos que quedan, nombres que surjen, alertas que se encienden .
El Fútbol de Verano se devoró técnicos, alumbró nuevas figuras, provocó cambios, fue escenario de sociedades, escándalos, nacimiento de equipos que dejaron marca…
En la mayoría de los casos son más que simples amistosos. Este Aldosivi – Boca del miércoles fue en esa línea. Era aparentemente eso. Un “simple amistoso”. Pero las consecuencias inmediatas fueron mucho más trascendentes. Y el tiempo dirá si perdurarán en el tiempo.
Por lo pronto fue un partido con buenas nuevas para Aldosivi y “nuevas malas” para Boca. Lo que pasó en la cancha, la dinámica de lo impensado del fútbol, invirtió los papeles. Agrandó las expectativas del más débil, hizo aflorar preocupaciones en el poderoso. Mucho más fuerte aun: ese reverso de la historia se dio apenas en un rato. Porque hasta los 8’ del segundo tiempo Boca era aun más poderoso y Aldosivi aun más débil. Se temía por una goleada. Pero de los 8 a los 13 el equipo de Mar del Plata reaccionó, marcó dos golazos y dio vuelta todos los papeles. No solo de la noche. Sino de las consecuencias. Inmediatas, y posiblemente futuras.
Las buenas nuevas de Aldosivi son que un equipo que en las últimas fechas de 2017 mostró casi nulos argumentos ofensivos,- en los primeros partidos de Gustavo Alvarez como entrenador-, de repente descubrió, nada menos que ante Boca, que puede tener “poder de fuego”. Un equipo que parecía anquilosado, incapaz de generar juego, mostró repentina frescura adosada a la reacción para herir con su ataque nada menos que al actual campeón del fútbol argentino y puntero de la Superliga. Contribuyeron los nombres propios, los golazos de “Pitu” González (con ayuda de Agustín Rossi, el arquero de Boca) y Cristian Chavez, pero también la postura, el formato que eligió el propio Alvarez, mucho más ofensivo de lo que uno hubiera podido esperar en partido tan complicado.
Es cierto que también ayudaron los gruesos errores defensivos de Boca, pero ese también fue su propio problema en el primer tiempo y en el arranque del segundo. Aldosivi quedó mal parado en varias jugadas para el contraataque del rival, de hecho así llegó el gol inicial de Pavón, y por eso se sintió el olor a goleada.
Pero las preocupaciones que pueda tener Aldosivi por esos ajustes que deba hacer en el retroceso se multiplican por diez en un equipo como Boca. Ya se había cobrado el “escándalo” de Cardona-Fabra-Barrios, debió afrontar la noche con cambios de emergencia y con ese peso del peligro de la vuelta del “cabaret”. Pero a su vez le agregó los serios problemas que el conjunto que dirige Guillermo mostró en la contención, las brechas que le dejó a Aldosivi. Y más allá del miedo que metió en las réplicas de su tiempo favorable, tampoco Boca fue un dechado de virtudes ofensivas ni mucho menos. Carlos Tevez se sumó a medias al circuito de juego, participó en el primer gol, pero se notó que le falta mucho, en lo físico y en lo futbolístico, y que por ahora sigue siendo más el refuerzo que viene como suplente del fútbol chino que el “Carlitos” de otros tiempos.
A pocas horas del Superclásico Boca debe recomponer imagen y líneas. Hacia afuera y hacia adentro. Ordenarse en el vestuario y en la cancha. Son nuevas malas para el que parecía tener todo con viento a favor.
A poco de retomar la actividad oficial en la B Nacional, y cuando le cerraban mucho más los puntos y la ubicación en la tabla que el juego, Aldosivi mostró en el Minella otras cartas credenciales, señas muy diferentes a las que dejó en el final de 2017. Apareció cierto volumen de juego y capacidad de llegada. Además de la reacción de “un Tiburón” y la respuesta del arquero Moyano, en el partido y en los penales, que fueron el valor agregado para una noche que pudo haberle enderezado el futuro. A la vez que en Boca le aparecieron fantasmas del pasado.