por Vito Amalfitano
Desde Buenos Aires – 30/05/2016
No siempre el resultado se reconcilia con el fútbol de manera tan contundente y diáfana. Pero Lanús llegó para reivindicar que para ganar sin dudas, hay que jugar sin dudas. Para ratificar una verdad de Perogrullo que hoy increíblemente se discute, que con la tenencia de pelota y en ataque siempre el riesgo es menor.
Lanús se consagró como el primer campeón en un torneo de 30 equipos en Argentina. Y también se puede decir que es el primer campeón del Fútbol Total en el país, aquella escuela de juego circular y talento colectivo del Ajax y de Holanda que en una estación del Sur encontró su émulo argentino Siglo XXI. Con una exhibición en la cancha de River, el equipo de Jorge Almirón goleó a San Lorenzo por 4 a 0 y se quedó así, de punta a punta, con el torneo Transición (…).
Lanús empezó la final como una prolongación del torneo regular. Con dominio evidente sobre su rival de turno, con tenencia de pelota y agresividad.
Lanús, con talento colectivo, con orden para atacar escalonadamente y toque de primera, dominó a voluntad en la primera parte del partido y llegó al gol por decantación. Justamente desde el sector izquierdo llegó la jugada de la apertura del marcador a los 18′. En el “córner corto” Maximiliano Velázquez mandó un centro justo para la entrada de Oscar “Junior” Benítez, quien definió con cabezazo preciso.
(…) En el segundo tiempo, Lanús nunca dejó de tener el control absoluto del partido, con timming en los anticipos y después juego, talento individual y organización colectiva en ataque con la pelota. Uno de esos anticipos de “Junior” Benítez, a los 13′, con Sand llevándose a Angeleri, generó el espacio y la entrada profunda de Almirón, quien definió con categoría. Un dos a cero absolutamente natural por el trámite del partido.
Lanús fue fútbol total de principio a fin, en todo el campeonato y también en la final. Capacidad notable para defenderse con la pelota, a través del orden y el pressing en la mitad de la cancha. Y después atrevimiento y organización para abrirse en abanico y acumular tanto caudal de juego en ataque. Desmarque, precisión en velocidad, escalonamiento. Y la tenencia casi monopólica de la pelota, como hacía mucho tiempo no pasaba con un equipo del fútbol argentino.
En otra muestra concentrada de ese compendio Lanús llegó al tercer gol a los 28′ con otra jugada de pura elaboración. La conducción y la apertura de Miguel Almirón hacia la derecha para el centro de José Luis Gómez, quien tomó de lleno en el área chica el alma del goleador eterno, José “Pepe” Sand.
Pero Lanús no deja de jugar nunca. No para. Y tuvo tanto fútbol en la final que lo derramó hasta el último suspiro del partido. Había hecho tres goles en ataque, le faltaba uno de contraataque, pero todo fue con un caudal enorme de juego. En una réplica a los 43′ voló Lautaro Acosta por la derecha y definió con clase para el 4 a 0.
El fútbol es lógico a la larga, pero está lleno de imponderables. En un torneo de 30 equipos es probable pero no seguro que el campeón sea el mejor, si de por medio hay un formato raro y una final, un solo partido, que puede cambiar toda la ecuación. Pero resulta que en este partido Lanús marcó y expuso todas juntas las diferencias que hubiera sacado en un certamen en serio todos contra todos. Fue tan clara la superioridad en el choque definitorio ante San Lorenzo como en la forma en que se adjudicó la Zona 2.
Lanús campeón en la cancha de River. El segundo título de su historia. El primero lo había logrado en la cancha de Boca. Ahora “El Granate” escribió una página notable, única, porque fue el primer campeón entre 30 y con Fútbol Total. Con una exhibición a la altura de los mejores equipos de las últimas décadas. En una estación del Sur, el fútbol argentino se reencontró con su identidad. En la Estación Lanús. Fútbol Total, Made in Lanús.