La actriz forma parte del reparto del "Prometeo encadenado" que inauguró la temporada del histórico Teatro Griego de Siracusa.
Por Gonzalo Sánchez
SIRACUSA, Italia.- La actriz argentina María Laila Fernández llegó a Italia cuando era solo un bebé, pero ha conseguido abrirse paso en el mundo teatral del país, ahora como una ninfa en la tragedia “Prometeo encadenado” estrenada en Siracusa: “El teatro te ofrece esperanza”, promete en una entrevista con EFE.
“Me gusta pensar que no veo la vida como simplemente lo que veo porque estoy hecha de recuerdos, sueños, memoria física, y a través del teatro yo puedo pescar entre todo ese mundo, que es también el onírico, también el irracional, y darme respuesta. Para mí el teatro es esperanza”, explica pocas horas antes de salir a escena.
Laila Fernández (San Lorenzo, 1990) forma parte del reparto del “Prometeo encadenado” que ha inaugurado la temporada del histórico Teatro Griego de Siracusa, un imponente recinto excavado en la roca siciliana hace más de veinticinco siglos, casi en tiempos de Esquilo.
Su papel es “coral”, metiéndose en la piel de una de las veinte ninfas oceánicas que tratan inútilmente de hacer recapacitar al titán castigado por robar el fuego a los dioses y entregárselo a los hombres, encadenado en un fin del mundo que, en esta versión, es más bien un vertedero de chatarra industrial del todo contemporáneo.
Laila llegó a Italia con solo siete meses de vida, en 1991, junto a sus padres y sus dos hermanos, y asegura que desde muy pequeña dio señales de que lo suyo eran las tablas: “Jugaba con muñecas imitando a las personas que me encantaba observar”, rememora.
De ese modo y con las ideas tan claras, en 2011 se diplomó en el Curso inicial para actores del Teatro Estable de la región de Las Marcas (centro), donde se asentó su familia.
En ese centro conoció al director Leo Muscato, que precisamente firma este “Prometeo” en Siracusa, y recibió de él la oferta de debutar como actriz profesional en “The comedy of errors”, una de las primeras comedias de William Shakespeare.
Pocos meses después era admitida en la escuela del prestigioso Teatro Piccolo de Milán (norte) dirigida por Luca Ronconi, uno de los directores italianos más reconocidos e influyentes del mundo.
De hecho tuvo el “honor” de actuar entre el elenco de “Lehman Trilogy” de Stefano Massini y última dirección de Roncoli antes de morir en febrero de 2015.
En Milán, por aquel entonces, Laila Fernández obtuvo el Premio Hystrio a la Vocación.
Precisamente de eso va la cosa, de auténtica vocación escénica. Tanto que, aunque reside en Roma, no tiene “casa firme donde dejar las cosas”, explica con una sonrisa, porque trabaja “muchísimo” de gira por todo el país.
En el Teatro Griego de Siracusa encarna a una ninfa oceánica compuesta por un coro de mujeres, lo que le permitió ensayar durante veinte días con sus compañeras leyendo y releyendo el texto o los movimientos fluidos, líquidos, que deben hacer, como una coreografía.
Y es algo que le encanta: “Me gusta mucho la parte física del teatro, tal vez soy una actriz física y me dedico mucho al espacio. Yo sé que parto de eso y sé que la danza seguramente me dio algo”, sostiene.
Laila estudió hasta “rock and roll acrobático” pero adora el teatro clásico, tal y como demuestra con sus recuerdos del primer año de trabajo, cuando se tuvo que meter en el papel de una de las Furias o Erinias de la “Orestíada” de Esquilo, la única trilogía del maestro que ha sobrevivido al tiempo.
“Fue un viaje fantástico (…) Los clásicos son inmortales y nosotros tenemos necesidad de inmortalidad”, termina.
EFE.