El intendente ganó millaje en los medios nacionales por sus publicaciones sobre los "trapitos" en redes sociales. Su lenguaje genera controversia. En el universo K, un sector se embandera con el gobernador por fuera de la conducción de Raverta.
Por Ramiro Melucci
Los primeros días del año mostraron a Guillermo Montenegro más en los medios nacionales que en los locales. Cerca del intendente no le asignan a esa verdad ninguna novedad: dicen que eso ocurrió en todos los eneros desde que es jefe comunal, por el interés que despierta Mar del Plata en plena temporada.
La notoriedad veraniega se combina, esta vez, con algunos ingredientes adicionales. Corren tiempos en que los dirigentes del PRO son mirados con lupa en el mar de especulaciones en que se ha convertido el posible acuerdo de ese partido con La Libertad Avanza. Sobre todo después de que Diego Kravetz abandonó el Gobierno porteño para aterrizar en la SIDE y desde que el presidente Javier Milei no para de elogiar a los diputados Cristian Ritondo y Diego Santilli.
Las publicaciones en redes sociales sobre los cuidacoches, con expresiones fuera de lo habitual para un intendente y videos editados para la ocasión, le dieron a Montenegro un protagonismo mayor al que hubiera conseguido con el mero relato de los números de la temporada.
Habla de okupas, fisuras, chorros e hijos de puta como si estuviera en el patio de su casa, comiendo un asado con los amigos. Los que conocen la estrategia aseguran que llegó para quedarse: arguyen que es una nueva forma de dirigirse a los que solo se informan por redes sociales. Pero incomoda a propios y extraños. Algunos aplauden, festejan y ven terreno fértil para imitarlo. Otros lo rechazan y lo tildan de violento. También están los que, absortos, se sellan la boca para evitar cortocircuitos.
Todo lo que hace va en línea con el Gobierno nacional. Las coincidencias ideológicas han quedado a la vista. Y las diferencias prácticas procura disimularlas. Ni siquiera celebró el fallo de la Cámara de Apelaciones que rechazó la inconstitucionalidad de la tasa vial, resistida por el Presidente. La normativa fiscal municipal “no establece un gravamen sobre los combustibles líquidos, sino la tasa retributiva de un servicio que beneficia a usuarios de la red vial urbana”, señalaron los jueces, en sintonía con lo que más de una vez postularon el presidente del Emvial, Mariano Bowden, y el propio Montenegro. En otro momento, en el municipio no hubieran demorado un segundo en entregarle el fallo a los medios. Ahora no pronunciaron una palabra.
De todos modos, en el entorno del intendente no ven posibilidades de que ningún dirigente de peso del PRO (en el lote lo incluyen a él, por supuesto) dé saltos solitarios a La Libertad Avanza. Creen que puede haber un acuerdo electoral de carácter nacional o, en su defecto, pactos por provincia. “Hay muchos que lo están pidiendo”, aseguran.
Algunos aplauden, festejan y ven terreno fértil para imitarlo. Otros lo rechazan y lo tildan de violento. También están los que, absortos, se sellan la boca para evitar cortocircuitos.
El de los “trapitos” no fue el único motivo por el que el nombre del jefe comunal se escribió en los medios nacionales y provinciales. A todos les llegó la información de una denuncia penal del municipio para que se desaloje la feria ilegal de la playa Bristol. Y todos se hicieron eco de las críticas al gobernador por “el abandono” de la zona. Quedó expuesta así la “tensión” con Axel Kicillof.
Curioso: la denuncia databa de noviembre y no tuvo repercusión en medios locales. Quiere decir que hubo una intención política de difundirla en este tiempo en otras latitudes. Allí donde Montenegro, que tiene decidido no ir por un tercer mandato en Mar del Plata más allá de lo que suceda con la ley de reelecciones, va mostrándose cada vez con mayor asiduidad.
En el pago chico tuvo más repercusión la respuesta del bloque de Unión por la Patria. “¿Qué tiene que ver Kicillof'”, se preguntaron los concejales opositores, y le recordaron a Montenegro la promesa de generar un paseo de compras que reemplace a la feria. Tan demorado como la licitación de ese sector de playa.
La defensa del bloque de UP a Kicillof llegó en un momento delicado para el kirchnerismo. En el que algunas agrupaciones políticas, sociales y sindicales decidieron agruparse con la exclusiva intención de respaldar al gobernador. Lo novedoso es que lo hicieron por fuera de la estructura de la ex titular de Anses, Fernanda Raverta, alineada al presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner.
La foto de los sectores afines a Kicillof que lleva implícito un desafío a la conducción de Raverta.
Para establecer el origen hay que remontarse a septiembre. Cuando ni la ex funcionaria ni ninguno de sus principales dirigentes asistieron al acto de Kicillof en Santa Clara. “Ahí vimos que empezaba a faltar acompañamiento”, dicen.
En diciembre hicieron un plenario en el Sindicato de Luz y Fuerza y difundieron un documento en el que establecieron como prioridad “la defensa del Gobierno provincial y la construcción de un espacio político, democrático y plural en Mar del Plata”. La foto emitió su propio mensaje: similar a la que solían sacarse en los encuentros de los sábados junto a Raverta. En el centro de la imagen aparecía el secretario adjunto de la CTA bonaerense y coordinador del Ministerio de Trabajo, Raúl Calamante. El momento elegido también habló: fue el mismo día en que la ex funcionaria nacional encabezó un acto con Máximo Kirchner en Mar del Plata.
El desafío a la conducción está implícito. El respaldo a Kicillof –que volvió a manifestarse en un segundo documento vinculado al presupuesto bonaerense– se amalgama con los pases de factura por las últimas derrotas electorales en la ciudad que se manifiestan por lo bajo.
Raverta tomó nota. Hasta hace poco la interna kirchnerista era algo que sucedía en otros sitios. Ahora ya no, a pesar de que mantuvo en buenos términos la relación con el gobernador. La semana que pasó ofreció como muestra el lanzamiento de la temporada 2025 en Punta Mogotes. El administrador del complejo, Fernando Maraude (uno de los funcionarios provinciales sugeridos por ella), recibió a la subsecretaria de Turismo bonaerense, Soledad Martínez, del sector del Augusto Costa, parte del núcleo duro de Kicillof.
Fernando Maraude (micrófono en mano), junto a la subsecretaria de Turismo bonaerense, Soledad Martínez, en el lanzamiento de la temporada de Punta Mogotes.
Pero otro episodio terminó de dejar en claro el surco que se va dibujando en el suelo marplatense. El lunes pasado, poco después de la respuesta a Montenegro por la feria de la Bristol, el bloque de UP, que responde a Raverta, anunció el regreso de Virginia Sívori al Concejo Deliberante.
El momento del año encajó para la construcción del argumento público: la economista siempre fue una pieza clave en la discusión de los presupuestos municipales, y la de este año está a punto de comenzar.
Pero la verdadera razón de su anticipado regreso (la licencia vencía el 31 de marzo y podía extenderse) hay que buscarla en la foto inaugural de los simpatizantes de Kicillof. La vuelta de Sívori implicó el abrupto fin del interinato de Verónica Lagos, una de las dirigentes que apareció allí, dispuesta a enarbolar la bandera del gobernador en la interna con Cristina Kirchner. Todo tiene que ver con todo.