La familia de Eliana Domínguez busca recomponer su vida después del femicidio.
Eliana Domínguez fue asesinada y el mundo siguió girando, tan rápido que desde que la mataron la ciudad cambió, la provincia cambió, el país cambió. La vida, a pesar del inmenso dolor, tuvo que continuar para Cristina, para Candela y para tantos más. Y recomponer la vida, comenzar de nuevo, encontrar la felicidad a pesar del sufrimiento parece ser el desafío.
Candela se acuerda de Eliana y, si bien le duele, también sonríe. Y eso es ternura. Para ella Eliana era no solo su hermana, sino también su amiga y hasta su madre por momentos. “Yo iba a la facultad, estábamos juntas. Salía de un parcial y festejaba con ella, me ponía mal con ella. Unos días antes estábamos mirando el final de ‘La Casa de Papel’. El viernes mi papá había comprado una camioneta -la misma en que la llevamos después muerta- y nos pusimos a escuchar música, a bailar y cantar. Es increíble ver un video de unos días antes, en que estamos felices”, dice.
Cristina se quiebra cuando se acuerda de su hija y la describe como feliz, trabajadora, emprendedora, fanática del rock nacional y familiera. “Me da pena que ella ya no exista. 23 años. Ni siquiera la oportunidad de ser mamá tuvo”, dice entre lágrimas y agrega: “Y me parte el alma por mi otra hija, que tan chiquita pase por esta situación. Pienso en ella, pienso en mí. Por eso trato de estar bien, de hacer cosas aunque no tenga ni ganas. Pero trata de estar, es lo que me toca vivir”.
“Tenemos que empezar de nuevo, perdimos lo más importante y seguimos perdiendo cosas: la casa, el trabajo, la facultad. Las consecuencias son terribles”, dice Candela, porque el asesinato de Eliana significó mucho más que su muerte.
“No es recomponer la vida, es empezar una nueva. Nada te llena, nada”, dice Cristina y si bien cada tanto hay momentos de alegría, de risas, de encuentros, siente ese vacío como si fuera un puñal. Porque ese vacío lo ve en las fotos, en la mesa familiar, en los cumpleaños, en las fiestas. Falta su hija que no está. “Queremos estar bien. Es empezar a vivir de nuevo y convivir con este dolor toda la vida”, expresa.
Y la vida sigue. El lunes comenzará el juicio contra Nicolás Mansilla, en el que podría recibir pena de prisión perpetua. La vida sigue para Candela, que retomó sus estudios en la Universidad Nacional de Mar del Plata en la carrera de Medicina. La vida sigue para el hermano de Eliana, que está por ser papá de su primer hijo. Cristina que va a ser abuela y la vida para ella también sigue de un día a la vez, un llanto a la vez, un alma nueva a la vez, hasta que a pesar del dolor pueda volver a sonreír con ternura.