por Céline Aemisegger
GINEBRA, Suiza.- La ermita de Santa Verena es un conocido lugar de retiro en Suiza donde, desde hace cientos de años, un ermitaño cuida de las dos capillas y conforta a los visitantes que lo necesitan, pero este trabajo se ha modernizado y el actual guardián tiene internet, teléfono, vacaciones y hasta un sueldo.
El alemán Michael Daum vive desde hace cien días en esa ermita, que se encuentra en la garganta Verenaschlucht, cerca de la ciudad suiza de Soleura, al noroeste de Suiza, tras haber sido elegido nuevo ermitaño en un minucioso proceso de selección.
El núcleo de la ermita, de la que se tuvo constancia por primera vez por escritos del siglo XV, lo forman dos capillas, una pequeña casa para el ermitaño, un precioso jardín y dos grutas en una reserva natural idílica y salvaje a la vez.
Es un popular destino de excursionistas y de personas que lo visitan para rezar, meditar o buscar palabras reconfortantes.
Estas palabras de consuelo las ofrece desde el 1 de octubre pasado Michael Daum, un alemán de 56 años de Aalen, en el estado federado de Baden-Wurtemberg, cuyo padre nació en Basilea.
Este ex policía reconvertido en profesor de Economía Doméstica y entregado a la contemplación cristiana es el sucesor de la hermana Benedikta, que abandonó en febrero de 2016 por sorpresa la ermita, después de tan solo año y medio de “guardiana”.
A ella el bullicio de la gente que acude al lugar y los cuatro o cinco actos -entre misas, bautizos, bodas- en los que en algunos días tenía que estar presente eran incompatibles con el tiempo que necesitaba para su propio retiro a fin de guardar silencio y rezar.
También se la tenía que poder localizar por correo electrónico y el teléfono, por lo que a veces se sintió “estresada como una ejecutiva”, según relató el año pasado a un diario suizo.
Durante los fines de semana de verano llegaban varios cientos de excursionistas a este lugar patrimonio nacional protegido.
Ella fue elegida entre 120 aspirantes de fuera y dentro de Suiza por el consejo municipal, responsable de Santa Verena.
A fin de no cometer los mismos errores y evitar tanta atención mediática, para buscar al nuevo ermitaño el consejo municipal que gestiona la ermita decidió no publicitar demasiado el puesto, que incluye también el deber de abrir las capillas a las 10 de la mañana y cerrarlas a las 16.
Aún así le llegaron 40 solicitudes. El alemán fue elegido en septiembre pasado por 11 votos a favor y uno en contra, explicó a EFE el presidente del consejo, Sergio Wyniger.
“Estamos muy contentos con él. Trata bien a la gente y aunque es una persona determinada, tiene encanto y es simpático”, señaló.
Daum, que abandonó la Policía en 1984 tras un accidente en el servicio y cursó tras su formación como profesor de Economía Doméstica varias asignaturas de Teología, Técnica y Psicología Educativa, dejó todo de su anterior vida atrás, o casi todo.
Ha vendido su casa y se ha desecho de su piano de cola y regalado sus cuadros y otras pertenencias.
Sin embargo, algunos aspectos de su nueva vida se asemejan a un empleo normal y a la vida moderna a la que estaba habituada antes.
El alemán, que está divorciado y tiene cuatro hijos adultos, tiene un “pequeño sueldo” que le paga el consejo municipal, que también se hace cargo de la casita en la que vive y de la manutención, explicó Wyniger.
Daum tiene conexión a internet y un teléfono, pero no tiene radio ni televisión.
Como cualquier otro empleado, tiene vacaciones y visita a su familia en Alemania.
Y como un aspirante a un puesto de trabajo tradicional, también el alemán tuvo que pasar por un proceso de selección exhaustivo, con su currículum, carta de presentación y entrevistas.
Entre todos los que se postularon, la mayoría suizos, Daum “fue la persona más adecuada”, recalcó Wyniger.
Con el nuevo ermitaño, el consejo espera que vuelva un poco más de tranquilidad a este retiro, que Daum quiere preservar como un lugar para guardar silencio, según ha dicho.
Éste no se ve como un padre espiritual, un monje o un cura, sino como un ermitaño que cuida de la gente, ha afirmado tras tres meses en la ermita.
EFE.