Se confirmó presencia genética de María Angélica Rossi (77) y Elizabeth Othondo (81) en una zapatilla y un pantalón de Jonathan Cáceres, el peón de techista detenido por los crímenes cometidos en mayo y junio de este año.
Los asesinatos de las jubiladas María Angélica Rossi (77) y Elizabeth Othondo (81), ocurridos en el último otoño y que causaron conmoción en la ciudad, quedaron esclarecidos sin margen para más dudas al conocerse en las últimas horas que en las prendas del único detenido había restos de sangre de las víctimas.
El resultado del laboratorio genético forense de la Policía llegó a manos de la fiscal del caso, Florencia Salas, y se transformó en una evidencia contundente más contra Jonathan “El Negro Johny” Cáceres (31), aunque ya la prueba en su contra era decisiva para atribuirle los dos asesinatos.
De acuerdo a la información a al que accedió LA CAPITAL, el trabajo pericial detectó sangre de Rossi en una zapatilla marca Fila que fue hallada debajo de la cama de Cáceres, durante el allanamiento al domicilio en donde vivía. En tanto, el perfil genético de Othondo coincidió con restos recuperados de un pantalón tipo jogging de Cáceres.
La investigación que posibilitó incriminar y encarcelar a “El Negro Johny” fue desarrollada con altos estándares de profesionalismo, tanto del personal policial como de los dos fiscales que intervinieron, porque también trabajó en un primer momento Leandro Arévalo.
El primer homicidio de lo que pudo haber sido una serie criminal de las más importantes de la historia marplatense se registró el 5 de mayo en una vivienda de las calles Los Chañares y Yanquetruz, en el Bosque Peralta Ramos, donde Rossi vivía en soledad. Un par de meses antes Cáceres había trabajado como peón de un techista en esa vivienda y había quedado en contacto con Rossi, quien incluso le había regalado un sillón.
María Angélica Rossi, la jubilada asesinada en el Bosque Peralta Ramos.
Se cree que aprovechándose de esa confianza, Cáceres llegó a la casa y asaltó a la mujer, para golpearla hasta la muerte y luego prendió fuego el cadáver. Antes de retirarse, Cáceres pisó sangre y quedó impresa en el piso una suela de zapatilla. Especialistas con sede en Ushuaia descubrieron que pertenecía a una zapatilla Fila modelo Trend.
En las primeras semanas no se tenían demasiados datos pero casi un mes después, el 2 de junio, una jubilada fue asesinada en una casa de Rodríguez Peña casi San Luis. Como en el otro caso, el homicida había intentado quemar el cuerpo, aunque el fuego esta vez no consumió más que algunas extremidades.
Al cruzarse los datos de ambos hechos se notó con asombro que el mismo techista había trabajado en ese lugar también. Esto, sumado a unas imágenes de cámaras de seguridad, inclinó las sospechas hacia Cáceres, cuya identidad se conoció tras la labor de la DDI Mar del Plata.
Finalmente se pidió el allanamiento de un hospedaje de La Pampa al 1300 y Cáceres fue detenido. En su cuarto se secuestró un par de zapatillas Fila modelo Trend. También un “jogging” color gris, similar al que vestía el hombre que se ve en las cámaras de seguridad cercanas a la casa de Othondo.
Pero hubo otros elementos que complicaron la situación de Cáceres: al analizarse las activaciones del teléfono de Rossi tras el crimen, en el mes de mayo, se supo que había impactado en antenas próximas al hospedaje de la calle La Pampa. Por otra parte, una mujer recibió una computadora usada como regalo de su marido, quien la había comprado en una galería céntrica. Al revisar la computadora, cuyo disco no había sido formateado, descubrió redes sociales e información de Rossi, y reconoció rápidamente que era la mujer asesinada. De inmediato avisó a la policía y cuando se allanó el local de la galería céntrica, allí también estaba la computadora robada a Othondo. El responsable del lugar dijo que se las había dejado para vender “El Negro Johny”.
La fiscal Salas reunió toda esa información e imputó los dos homicidios a Cáceres, aunque aún le faltaba el resultado de los peritajes genéticos que llegaron para confirmar todo lo investigado anteriormente.