Las cuentas sobre la recategorización de la tarifa del gas conducen al desengaño. Por realizar los mismos consumos muchos marplatenses sólo conseguirían que sus facturas se reduzcan apenas entre el 2% y el 5% si se cobrara, por ejemplo, lo mismo que en Bahía Blanca.
La eventual aplicación de un nuevo cuadro tarifario que permita implementar en la ciudad la misma facturación que rige en localidades como Bahía Blanca o Santa Rosa sería un aliciente para muchos usuarios del servicio de gas de Mar del Plata.
Sin embargo no evitaría que la mayoría de los hogares y comercios igualmente reciban facturas con cifras muchísimo más elevadas que las del invierno pasado y difíciles de afrontar.
Por esa razón, a pesar de las grandes expectativas que existen al respecto, a la hora de la verdad la asimilación de Mar del Plata con ciudades ubicadas más al sur del país podría tener un resultado decepcionante.
Los cálculos indican que para una familia que habita una casa y que realiza consumos anuales de 4.000 metros cúbicos de gas, el cambio del cuadro tarifario solicitado por varias organizaciones de defensa de derechos del consumidor, la Defensoría del Pueblo y hasta por el propio intendente Carlos Arroyo podría resultar irrelevante.
Si el pedido fuera aceptado y esa familia pasara a pagar de la misma forma que lo hace una familia bahiense, su situación prácticamente no se vería modificada.
Los cálculos realizados por LA CAPITAL sugieren que mientras que para algunos casos el ahorro podría rondar apenas entre el 2% y el 5% en otros podría ser inexistente.
De hecho, es claro que si se implementara la misma tarifa que rige en Bahía Blanca o Santa Rosa, para obtener algún beneficio significativo algunos usuarios deberían consumir durante todo un año casi la mitad de lo que consumen en la actualidad.
Sólo así podrían pasar a una categoría más baja y recién entonces obtener alguna clase de ahorro que justifique el sacrificio.
Ejemplos frustrantes
Para estimar el impacto que tendría aplicar a nivel local el cuadro tarifario de otra localidad, como Bahía Blanca -que fue la posibilidad más mencionada- podría tomarse como ejemplo lo que sucede con una familia marplatense que en la actualidad pertenece a la categoría R3-4, por realizar consumos anuales superiores a los 1.800 metros cúbicos anuales.
Esta se trata de la categoría residencial más alta, la que por lo tanto abona la tarifa domiciliaria más cara.
Ingresar en ella es algo común. Sólo basta con habitar una casa ocupada por cuatro personas que posea una cocina, un termotanque y al menos dos calefactores.
Hasta que el Gobierno nacional aprobó las nuevas tarifas, los usuarios R3-4 de Mar del Plata pagaban apenas 0,22 centavos el metro cúbico de gas. Por eso durante el bimestre de mayor frío en la ciudad la familia del ejemplo abonó 520 pesos de gas -sin impuestos- por consumir 1.400 metros cúbicos.
Desde el pasado 1 de abril, el valor del metro cúbico pasó a $4,77. Por eso es de esperar durante este año, para el mismo período, la factura sin impuestos ascienda a unos $6.900.
El incremento sería superior al 1.300%
¿Pero qué sucedería si tal como se solicitó, en Mar del Plata se aplicara el cuadro tarifario bahiense?
Para este mismo caso, como en muchos otros, la respuesta conduce al desengaño. Si el cuadro tarifario que se aplicara fuera el mismo que el que se estableció para Bahía Blanca el valor de la factura del gas, sin impuesto, por la misma cantidad de consumos sería de $6.700.
Ante semejante incremento de la tarifa, la diferencia de apenas 300 pesos aparece como algo irrelevante.
La familia del ejemplo sólo podría verse beneficiada por el cambio del cuadro tarifario si lograra la hazaña de consumir durante todo el año casi la mitad de lo que viene consumiendo.
Recién en ese caso, si ese domicilio utilizara menos de 2.150 metros cúbicos anuales podría ser ubicado en la categoría R3-3 de Bahía, lo que le permitiría que en el bimestre más frío le llegara una factura de 5.100 pesos por los mismos 1.400 metros cúbicos del período.
Las cuentas no sólo son decepcionantes en el caso de los clientes residenciales. También generan la misma conclusión a nivel comercial.
Para ilustrarlo basta mencionar el ejemplo de un local gastronómico cuya última factura de gas, sin impuestos, ascendió a los 7.600 pesos, registrando una suba superior al 1.000% con respecto al mismo período del año pasado.
Para este caso, el impacto de la aplicación del cuadro tarifario bahiense también resulta menor, ya que con él su factura se reduciría a 7.400 pesos, es decir, apenas 200 pesos menos de lo que le acaban de exigir por haber consumido 3.700 metros cúbicos de gas.