Cerró a fines de 2017 y sus empleados continúan con juicios laborales mientras sueñan con retomar las actividades, Sólo operó durante un año y medio.
MIRAMAR (Corresponsal).- Hace meses, el molino harinero de Mechongué cerró sus puertas y dejó a sus empleados sin trabajo. El propietario anunció que era difícil mantenerlo pese a que hacía sólo un año y medio que había sido abierto. Algunos de los trabajadores tienen un juicio laboral en marcha, mientras que otros anhelan la llegada de un nuevo inversor para volver a poner en funcionamiento la costosa estructura, algo que al día de hoy parece ser una utopía.
“Me duele en el alma terminar así, pero no lo podía sostener, la mayoría de las Pymes están mal”, expresó meses atrás a LA CAPITAL, gerente de la firma Bergaraeusk S.A, Marcos Mayea.
“La harina sobra para la venta en el país y sólo se exporta aquella con un valor agregado especial que sólo la producen grandes empresas siempre beneficiadas. Tenemos una inflación que comenzó con el gobierno anterior y sigue ahora, es un problema crónico que destruye a los proyectos como el nuestro”, agregó.
Si bien circularon versiones de que podría llegar un nuevo inversor próximamente, no se sabe a ciencia cierta si es que la harina Mechongué volverá a abastecer a un mercado interno actualmente devaluado. Esto, sumado a la alta presión impositiva precipitó el lamentable final.
Según dijo a este diario, una fuente con permanente vinculación en el conflicto “la realidad es que hoy no hay nada, ningún proyecto para reabrirlo y la situación económica está complicada para la llegada de una nueva empresa al lugar”.
“El cierre no fue claro, dejó varias dudas en el pueblo. Los trabajadores van a seguir su lucha hasta el final y saben que este tema viene para largo, pero no se resignan, hasta algunos sueñan con reabrirlo ellos e intentar producir”, agregó otra de las personas consultadas sobre esta problemática.
El municipio fue uno de los principales impulsores de este proyecto productivo inaugurado a finales de agosto de 2016 y hasta con autorización del Concejo Deliberante cedió las tierras fiscales para el emplazamiento de los silos que albergan el equipamiento tecnológico.
Hoy, las dificultades son evidentes, la realidad compleja y el futuro del molino harinero para el cual se invirtieron unos 650.00 dólares, totalmente incierto.