Emociona y al mismo tiempo se muestra fiel al estilo de humor que mezcla música, imitaciones e historias bien narradas. Debutó en el Teatro Mar del Plata.
En “Bossi Live Comedy”, Martín Bossi construye su ficción: viajar al pasado para recuperar aquello de aquel mundo de hace veinte o treinta años que nos hacía más humanos, más cercanos, más reales y menos propensos a ser perfilados -pensados- por alguna clase de inteligencia artificial.
Desde el Teatro Mar del Plata, este verano apuesta a eso y cuando parece que se ancla en la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”, el humorista sale dispuesto a convencer a la platea y dice que solo busca rescatar un puñado de rituales perdidos quizá, por la velocidad con la que lo nuevo reemplaza a lo más tradicional, por la supuesta evolución de las costumbres…
En ese espiral hacia atrás, Bossi echa mano al humor, por supuesto, y así reflota hábitos de vacaciones, música, consumos culturales, relaciones de pareja, formas de la sexualidad y hasta juegos de la infancia que procesó durante sus años de juventud -o que fueron parte de su mundo- y que hoy son una rareza.
Además, brega por un objetivo difícil de alcanzar en la actualidad: la unión de quienes están ahí, en posición de espectadores, en un país que emerge cada vez más dividido y violento. “Al menos por una noche”, pide el también cantante, actor e imitador, ni bien arranca el mismo show
que mostró en escenarios internacionales.
Para unir nada mejor que la música de la mano de verdaderos himnos inoxidables que atesora el rock nacional y que se desgajan en el escenario, como mantras. Nadie es evasivo a esa energía hermosa que brota de las canciones de Virus, Soda Stereo, Luis Alberto Spinetta, Sumo, Fito Páez y tantos más, mientras los discos de vinilo decoran el escenario.
La música aparece como su gran aliada en este nuevo espectáculo, que tiene dirección musical de Nelson Gesualdi y que cuenta con banda en vivo y con la cantante Ana Paula Buljovasich.
Bossi busca emocionar, dice sentirse “en familia” junto a quienes van a verlo cada noche y se muestra fiel a su estilo de chico pícaro de barrio que apela al exabrupto al igual que a la historia contada con mucha gracia y poca corrección.