La primera cantante femenina del rock nacional Gabriela Parodi habla de sus inicios, su vida en EEUU y la reciente edición de su libro autobiográfico.
Por Mariano Nieva
Gabriela Parodi es considerada la primera mujer que cantó rock en Argentina. En esta nota hizo un repaso de su regreso al país en 1970 para insertarse en la incipiente escena rockera local, su viaje a EEUU cuatro años más tarde junto con su pareja Edelmiro Molinari. Y la edición de su biografía “Las Mil vidas de Gabriela”, por Marea Editorial, entre otras cosas.
-¿Cómo te insertás en la escena del rock local al regresar al país?
-Esa época la recuerdo con mucho amor. Porque a pesar de la oscuridad que se vivía en la Argentina, todo este grupo de gente del rock progresivo al que yo me sumé lográbamos tocar. Haciendo recitales para que toda la gente que vivía la represión a diario pudiera ir a vernos y pueda desahogarse. Por eso es que además de la música siempre me gustó rescatar el vínculo que se generaba entre nosotros los artistas y el público.
-¿Cómo te llevabas con ser la única mujer que cantaba rock en un ambiente de hombres?
-Es verdad fui la primera. Después vino Carola Cutaia, tocando y grabando discos. Pero eso se dio justo cuando yo me estaba yendo a vivir a Los Ángeles (EEUU). Los chicos nunca me trataron mal ni me faltaron el respeto, si dijera lo contrario estaría mintiendo. Eran tiempos donde no se usaban las drogas pesadas, a lo sumo se fumaba un porro y eso era todo. Y también de mucha inocencia, y si bien podíamos terminar alguna noche en el calabozo por tener las chicas una minifalda o los varones el pelo largo, no sentíamos miedo. Tal vez porque lo peor estaba por llegar.
– En tu primer álbum está incluido el tema “Voy a dejar esta casa papá”. Un manifiesto hecho canción que por su contenido hoy se convirtió en un mensaje muy significativo.
-Fue muy fuerte escribir esa canción y yo lo cuento en el libro. Fue como hacer mi propia versión de “When I Get Home” de The Beatles. De todos modos, cuando miro para atrás siento que no lo volvería a hacer de la manera en que lo hice porque hice sufrir mucho a mi madre. Vos pensá que le dejé un cartelito pegado en el espejo del baño diciéndole: “Me voy”. Motivo por el cual ella no quería verme más porque había hecho exactamente todo lo contrario a lo que se esperaba de mí, casarme y tener una carrera universitaria. En cambio, mi padre creo que nunca se dio por aludido a pesar de lo explícito de la canción. Lo cual es bastante alucinante porque me hizo pensar lo desconectado que podría estar de la situación, es más a él le gustaba mucho el tema. Y como bien decís, con el tiempo para las mujeres la letra se volvió muy significativa.
-¿Cuánto influyó el clima político y social tan complejo que se vivía para que en 1974 decidas irte de Argentina?
-Yo me fui de acá no porque estuviera amenazada ni mucho menos perseguida, aunque no niego que era un momento muy raro del país. En esa época vivíamos con Edelmiro Molinari en Vicente López y cada vez que pasábamos de capital a provincia por las noches para ir o volver de actuar nos paraban y hacían bajar del auto y nos ponían contra la pared. Hasta que una vez con Perón ya de regreso al país, se desató una represión en los alrededores de la quinta de Olivos en que los gases lacrimógenos se nos metieron en el departamento. Entonces nos miramos con Edelmiro y dijimos “llegó el momento de partir, esto no da para más”. Y viajamos a Norteamérica en una época en la que todos los músicos que mas admirábamos estaban en California, Crosby, Stills, Nash & Young, Joni Mitchell, Neil Young y tantos otros.
-Durante el tiempo que estuviste en el exterior. ¿Sabías que estaba pasando con nuestro rock?
-Es una muy buena pregunta. A mí me pasó algo que no fue muy lindo y que no tuvo nada que ver con Buenos Aires ni con la escena rockera local sino con algo más interno. Cuestiones ligadas a mi familia que no había podido solucionar y que me llevó a sentir un doloroso rechazo con la Argentina durante varios años. No obstante, ese corte con mi país y tomar distancia me hizo muy bien porque me hizo ver quién era yo de verdad.
-Sin embargo, y a pesar de tu vuelta al país hace ya varios años, no se sabía nada de vos hasta ahora. ¿Por qué decidiste volver a exponerte?
-Cuando volví al país, fue muy decepcionante para mí llegar con esa trilogía de discos que hice afuera con Bill Frissel y que nadie lo quiera editar. Y la verdad, como me sentí rechazada actué como esos animales salvajes que se meten en las cuevas para ocultarse de todos. Hasta que hace unos meses y gracias a Gabriel Patrono quise salir un poco a la luz seduciéndome con la idea de los reportajes y todo lo referente a la exposición que trajo la edición de mi libro.
-¿Contame que sentiste un vez que apareció Las mil vidas de Gabriela (2022), y de qué manera te vinculaste con los recuerdos?
-Fue fascinante lo que me pasó con el libro porque la memoria es algo muy delicado. Hubo cosas que recordaba y hasta podía tocar, y otras que eran muy difusas y lejanas. Es decir, fue un trabajo muy reflexivo y analítico también que tuve que hacer. Por eso amo tanto este texto, porque en él puse toda mi alma y humanidad. Donde no escondí las situaciones malas que me tocaron vivir y eso me pone muy orgullosa. Además, siento que encontré a la gente justa para trabajar que son los chicos de Editorial Marea que me supieron entender en todo.