La escultura, de dos metros, presenta el cuerpo de Cristo sostenido por María, María Magdalena y un Nicodemo con la cara del maestro italiano.
FLORENCIA, Italia.- La Piedad Bandini de Miguel Ángel, la “obra más personal” del artista realizada en su vejez, reluce desde este lunes en Florencia tras su “primera restauración completa”, que ha permitido eliminar las imperfecciones superficiales que impedían la correcta “lectura” de la escultura.
La intervención, iniciada en noviembre de 2019, pero paralizada durante unos meses en 2020 por la pandemia, aclaró además algunas de las dudas sobre la obra, como la procedencia del mármol empleado, informaron las restauradoras Beatrice Agostini y Paola Rosa en la presentación del trabajo en el Museo de la Ópera del Duomo de Florencia.
Los análisis de la piedra demostraron que no procede de las famosas canteras de Carrara, como siempre se había pensado, sino de Sevarezza, unos kilómetros al sur.
La restauración permitió “mejorar la lectura” del monumento, que, entre otras cosas, se había oscurecido por el paso del tiempo y tenía restos de cera y yeso.
“La parte más complicada ha sido la limpieza”, aseguró Rosa, quien detalló los métodos empleados: bisturí, agua ligeramente caliente y carbonato de amonio.
Se trata de la primera restauración completa del grupo escultórico iniciado por Miguel Ángel en 1547 con la intención de que formara parte de su sepulcro en la iglesia de Santa María la Mayor de Roma.
La obra, inacabada y regalada a su discípulo Antonio Da Casteldurante, permaneció expuesta 220 años junto al altar mayor de la catedral de Florencia, donde la superficie se deterioró, no exenta del paso del tiempo.
El humo de las velas y de la cera proveniente del goteo de estas desde el altar causaron numerosas manchas en la escultura.
Otro de los grandes problemas eran los restos de elevadas cantidades de yeso que quedaron tras la realización de un molde de la obra en 1882.
La Piedad Bandini, o Piedad de Florencia -como se la conoce para distinguirla de las otras dos de Miguel Ángel, la del Vaticano y la Rondanini-, es la “obra más personal” del maestro italiano, según el director del Museo de la Ópera del Duomo de Florencia, Timothy Verdon, no solo porque quería ser enterrado bajo ella, sino también por su “relación atormentada con el mármol”.
La escultura de dos metros, que presenta el cuerpo de Cristo sostenido por María, María Magdalena y un Nicodemo con la cara del autor, fue objeto de la ira del artista, que la tomó a martillazos con ella al no soportar una imperfección del mármol. Las marcas son hoy visibles en el codo, el pecho, la espalda y la pierna izquierda de Cristo.
“No hemos respondido a todas las preguntas que nos planteamos”, ha reconocido Rosa, con el optimismo de que lo continúen haciendo las intervenciones futuras. EFE