Tras una mala noche aumenta la necesidad de comer durante el día, y especialmente las ganas de ingerir "comida basura".
Perder peso, sobre todo reducir el abdomen, mejora en un 20 por ciento la calidad del sueño y reduce la incidencia de la apnea, reveló un estudio reciente realizado en Estados Unidos, por lo que el endocrinólogo argentino Alejandro García señaló que corregir el sobrepeso y respetar ciertos horarios a la hora de dormir son medidas fundamentales para conseguir un buen descanso.
Según la Asociación de Medicina del Sueño (AMS), más de 17 millones de argentinos padecen trastornos de ese tipo, “y si además tenemos en cuenta que más de la mitad de la población padece obesidad, perder peso puede ser una buena opción”, señaló García en diálogo con Télam.
“Parece ser que obesidad y calidad del sueño están muy relacionadas, ya que dormir mal disminuye la acción de la leptina, hormona reguladora de la saciedad, y aumenta la concentración de la grelina -hormona del hambre-, responsable del aumento de la ingesta”, explicó.
En ese sentido, el estudio de la Universidad de Berkeley (California, Estados Unidos) detectó que tras una mala noche aumenta la necesidad de comer durante el día, y especialmente las ganas de ingerir “comida basura”.
“Hay gran cantidad de información que describe las alteraciones del sueño asociadas a obesidad, tales como apneas, insomnio o el síndrome de las piernas inquietas, y a su vez muchas de esas patologías tienen una correlación directa con eventos cardiovasculares graves o accidentes cerebrovasculares”, detalló García, también prescriptor del Método PronoKal.
El especialista señaló que existe una “sinergia” que lleva a un “empeoramiento de los síntomas tanto si el trastorno de sueño ocurrió antes y empeoró con la obesidad posteriormente desarrollada, como si el trastorno se desencadena a posteriori del aumento de peso”.
“Puntualmente, el estudio que lideró la doctora Stephanie Greer, de la Universidad de Berkeley, demuestra que la privación de sueño nos hace elegir alimentos más calorigénicos, lo que sumado a la alteración hormonal antes mencionada nos lleva a desarrollar obesidad o tener dificultad para bajar de peso”, apuntó.
Y completó: “Es indispensable por lo tanto cambiar hábitos de vida que ayuden a darle sustentabilidad al esfuerzo que significa perder peso, como la actividad física y el correcto descanso del individuo”.
El experto señaló además que “al contrario de lo que se pensaba”, las pérdidas de peso rápidas, siempre que sean “eficaces y seguras”, no son nocivas para la salud “sino todo lo contrario”.
“Una pérdida rápida de peso además de todos los beneficios vinculados a la reducción en sí misma del sobrepeso y de la grasa acumulada, ofrece el beneficio adicional de la adherencia y motivación del paciente, que al ver rápidamente los resultados de su esfuerzo se mantiene más tiempo haciendo dieta y es capaz de realizar el necesario cambio de hábitos hacia un estilo de vida más saludable”, remarcó.
Pero si bien los estudios demuestran que en una persona con sobrepeso u obesidad perder kilos y masa grasa es importante, también lo es tener una conducta ordenada en cuanto a los horarios para ir a dormir.
“Las recomendaciones dependen de cada alteración en particular, pero a aquellas personas que les cuesta conciliar el sueño se les recomienda por lo general no ingerir bebidas estimulantes después de las 18 (como café, té, mate, bebidas colas o cacao), dormir en un lugar tranquilo o darse un baño caliente antes de acostarse”, detalló.
García comentó además que hay personas que sienten que duermen toda la noche pero que no tienen un sueño reparador, por lo que se levantan por la mañana sintiendo cansancio.
“Es gente que se duerme en la mesa después de comer o que pierde fácilmente la capacidad de concentración, y eso se da por lo general debido a una deficiente oxigenación cerebral causada por las apneas de sueño, que hacen que disminuya su rendimiento psico-intelectual”, explicó.
El especialista advirtió por último que si se presentan síntomas como ronquidos excesivos, cefaleas, poca libido o apetito sexual o boca seca al levantarse se debe consultar a un especialista.
“El médico de cabecera o un experto en trastornos del sueño pueden ser de gran ayuda, ya que son problemas cuyo tratamiento mejora notablemente la calidad de vida de quienes los padecen”, afirmó.