Se trata de Martín Álvarez y Paco Bretones. Ambos tienen 41 años, se conocen desde jardín de infantes y tuvieron la idea una noche del 2015 mientras "descorchaban un vino". En 15 días, su sueño se hará realidad sobre el Sonja.
Por Melanie Lamazón
Noche fría de julio del 2015 en Mar del Plata. La escena se repite todas las semanas. Martín y Paco, mejores amigos desde jardín de infantes, sentados, charlando y descorchando una botella de vino tinto. Paco no para de hablar de su deseo de viajar a Europa. Martín lo escucha reflexivo, no lo quiere interrumpir. Paco nombra posibles destinos, no se le pasa Grecia. Le fascina Grecia. Martín abandona su silencio: “Che, ¿Y si nos vamos navegando?”.
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Martín Álvarez y Paco Bretones son marplatenses, tienen 41 años, son amigos desde jardín de infantes y, como comparten la pasión de la navegación, darán la vuelta al mundo en velero en quince días.
Dejar “todo” no fue difícil cuando el deseo de viajar en el “Sonja” se volvió algo que podría ser realidad. Ambos pusieron sus respectivas viviendas en alquiler. Martín, que trabajaba por su cuenta, organizó sus trabajos de manera que no interfirieran con su odisea. Y Paco, que trabajaba en una oficina, avisó que se iba a hacer un “viaje que si no lo hace ahora, no lo puede hacer más en la vida“.
Desde que charlaron la posibilidad de realizar el viaje, su camino “se acomodó solo” y se cruzaron con situaciones “bizarras” que reafirmaron que “el momento de partir es ahora”.
Dos meses después de aquella noche de julio, conocieron a un hombre que ponía en venta su barco de más de 100 años porque “no lo podía mantener”. Como no tenían los 12 mil dólares que pedía, Paco lo llamó y le fue totalmente sincero: “Mire señor, le voy a decir la verdad. Quiero que el barco sea para mi mejor amigo, Martín. Lo llamo yo porque a él le da vergüenza. Le entrego mi barco y su amarra por el Sonja, mano a mano. Plata no hay, con plata compra cualquiera“, le dijo y el vendedor aceptó.
El Sonja pasó a ser de los viajeros pero, al ser un barco tan antiguo, tenían que hacerle varios arreglos para poder cumplir su deseo. Ahí aparecieron los amigos y conocidos que, colaborando con mano de obra o elementos, lograron dejarlo óptimo para “soltar amarra”. “Si hubiésemos tenido que pagar todo, tendríamos que ser millonarios“, asegura Paco.
También se acercaron los que se enteraban de la idea de los amigos y querían sumarse a toda costa. “Una vez vino un ruso, creo que se llamaba Vladimir. Nunca lo habíamos visto en nuestra vida y nos preguntó si podía venir. Le tuvimos que decir que no porque desde Mar del Plata salimos cuatro en total (se suman Horacio, de 68 años, y Nicolás, de 30, que bajarán en Brasil)”, cuenta Martín.
Y los que buscaban colaborar “con lo que sea” porque veían el sueño de su vida, frustrado por no poder/querer renunciar a lo que los ata a tierra, reflejado en la historia de Paco y Martín.
“No es difícil salir de la zona de confort. Estas historias tendrían que estar pasando todos los días“, indica Paco y Martín agrega: “No sé que pasará después. Si volveremos, cuando será eso o si directamente no volveremos. Lo importante es pensar ‘hoy me toca esto, lo demás es problema para mañana’“.
“Además arriba de un barco soy feliz. Me querés meter en una oficina, en cuatro paredes, y no puedo. No soy yo. Obviamente que irte te genera un poco de incertidumbre. Dejás a tu gente, tus amigos, tus afectos, tu vida. No sabés lo que va a pasar. Pero hay que animarse“, concluye Martín.
Mientras escucha a Martín, Paco no quiere dejar pasar la oportunidad de decirle a su mejor amigo: “Igual yo hago este viaje porque vas vos. Si viene otro yo no me subo. Pero con vos tengo confianza plena”. Martín no le responde y ríe, pero también comparte el mismo sentir.
Ambos consideran que “lo que más cuesta es soltar la amarra” y que una vez que “te alejás del puerto, se acomoda todo”. “Yendo con precaución sabemos que todo va a salir bien, el mar es una dama que no acepta faltas de respeto”, dice Martín entre risas.
La ruta de viaje marca como primer destino La Paloma, Uruguay, después Río Grande en Brasil y a partir de ahí, “ir subiendo”. La meta es llegar a Grecia y después dar la vuelta al mundo. ¿El regreso? Incierto.
Un amigo de Martín y Paco creó el canal de YouTube “El viaje del Sonja”, para que suban videos de su aventura y, a quienes le interese, puedan seguirlos por allí.