Un retrato de la infanta Margarita, última creación del gran pintor español, está guardado "bajo siete llaves". El dueño, por razones de seguridad, permanece en el anonimato. Su aura trágica, el recorrido a través de los siglos y un destino incierto.
Un retrato de la infanta Margarita Teresa de Austria, posiblemente la última creación del pintor barroco español Diego Velázquez, se encuentra “guardado bajo siete llaves” en un lugar secreto de Mar del Plata.
Su origen es digno de una novela de desdicha y tragedia. Pero no menos sorprendente resulta el recorrido posterior a través de los siglos y su llegada a esta ciudad en una mudanza.
El actual dueño, quien se mantiene en el anonimato por razones de seguridad, hizo el camino inverso hasta que comprobó que tenía en su poder un “tesoro” del gran Velázquez con un valor de millones de euros.
Sorprendido por la situación, se contactó con Flavio Seijo Santagada y Juan José Fernández Montes de Oca, quienes lo ayudaron a lograr la validación y certificación luego de años de investigaciones y estudios pertinentes.
La obra del maestro del arte, denominada “Nostalgia de partida”, fue realizada en una preciosa tela india de 14×24 centímetros y está fechada entre 1659 y 1660.
“El retrato traduce la tristeza de la infanta Margarita, quien fue entregada a la corte austríaca por un matrimonio arreglado con su tío y prometido, Leopoldo I de Habsburgo”, describió Seijo Santagada, uno de los apoderados del cuadro, en una entrevista con LA CAPITAL.
Diego Velázquez inmortalizó a la infanta Margarita como una de las protagonistas de “Las meninas”, una de las pinturas más importantes de la historia del arte universal.
El retratista de la corte de Felipe IV viajó a la Isla de los Faisanes, cerca de la frontera francesa, donde se pactó el casamiento real. La estrategia diplomática de la monarquía española era unir las dos ramas de la dinastía Habsburgo, distanciadas desde la Paz de Westfalia (1648).
Tras su regreso a Madrid, el pintor sufrió episodios de fiebre y, finalmente, falleció el 6 de agosto de 1660. A los días, también murió su mujer, Juana Pacheco.
La última carta que escribió Velázquez estuvo dirigida a su amigo y colega Diego Valentín Díaz, a quien le entregó -según el escrito- algunas pertenencias. Así seguramente llegó el retrato a sus manos.
Lo cierto es que en diciembre del mismo año se produjo el deceso de Diego Valentín Díaz y el 4 de enero de 1661, mientras se realiza la ejecución del testamento, tuvo el mismo destino su esposa.
“En el inventario figuraba una obra de óleo con una cabeza de infanta”, a la vista de las consecuencias, un cuadro “maldito”. O bien, como reflexionó Seijo Santagada, “el cuerpo de un delito, más precisamente de un cuádruple homicidio por envenenamiento”.
La infanta Margarita falleció los 21 años de edad, a consecuencia de las secuelas del parto de su cuarta hija.
Desde entonces, la obra pasó al olvido. Recién con las investigaciones recientes se supo que permaneció en poder de la familia Díaz. De hecho, se comprobó que en el siglo XIX, el pintor Diego Díaz Luque, dueño de una casa de antigüedades en Málaga, decidió preservarla a toda costa. Posiblemente atraído por su belleza o porque intuía su importancia, aunque desconocía el autor.
Un descendiente de la familia, protagonista de la primera gran ola migratoria, llegó a Buenos Aires con el cuadro en 1880. Increíblemente, pasó de generación en generación y, cien años más tarde, viajó a Mar del Plata en una mudanza.
La curiosidad por conocer su pasado y el acceso a diversas fuentes gracias a las nuevas tecnologías, permitieron rastrear sus orígenes. Tras solicitudes de registros parroquiales, viajes a Europa y reuniones con especialistas del arte, se llegó a la conclusión que era una pintura de Diego Velázquez.
Desde entonces, se inició otra larga travesía para lograr su validación y certificación. “Empezó otro raid, con decenas de visitas a Viena, Roma, Madrid, Sevilla y otros lugares para cotejar estilos, pinceladas, pigmentos, formas, códigos ocultos”, contó Seijo Santagada.
Entre los estudios realizados, figuran la prueba del carbono 14 (efectuada por la Universidad de Arizona y la UBA), la estratigrafía de la tela llevada a cabo en el Instituto de Bienes Culturales de Venecia (Italia), un estudio fotográfico comparativo (en el Museo de Preservación Patrimonial de Mar del Plata), rayos X y cotejo de rostro autenticado por el Ministerio de Cultura de Austria y por el profesor Nicola Barbatelli (curador de la Diócesis de Napoli y quien descubrió el último autorretrato de Leonardo Da Vinci).
También recibió la certificación que ratifica la autoría de Velázquez y que identifica a la infanta Margarita en el año 1659/60, por medio del profesor Giuseppe Maria Pilo, quien obtuvo una medalla de oro del gobierno de Italia por su trayectoria en el mundo del arte.
En 2019, el propio Pilo realizó un importante descubrimiento en el óleo. “Encontró en el vestido de la infanta Margarita un autorretrato de Velázquez que nosotros no habíamos visto tras 26 años de investigación. Al ser un boceto, es normal que el pintor deje mensajes. De hecho, Velázquez solía hacerlo. Hay una línea negra que te hace ir hacia esa zona, en la que aparece la cabeza del autor inclinada (lógicamente de pequeña dimensión), como mirando hacia arriba, donde está la infanta”, detalló Seijo Santagada.
Giuseppe Maria Pilo murió después de la publicación de la historia en la última edición (número 36) de la revista “Arte. Documento”.
Es incalculable el valor del cuadro en la actualidad. Las “obras atribuidas a Velázquez cotizaron últimamente entre los 8 y 12 millones de euros”, informó Seijo Santagada. Pero, aclaró: “Esas no son ni la última, ni está la infanta llorando, ni tiene el autorretrato del autor”.
Sobre el destino que el dueño pretende darle a su preciado tesoro, explicó: “El sueño es que vuelva al cauce natural, que es España, Austria o Italia. Ya hubo contactos con los tres países, incluso con Felipe VI, el rey de España. Lo cierto es que no se va a donar. Nuestra idea es que no termine en la casa de un multimillonario en Dubai, por darte un ejemplo. Quisiéramos que vaya a un lugar del mundo en el que pueda ser apreciado como tantas otras obras maestras”.
Flavio Seijo Santagada y Juan José Fernández Montes de Oca elevaron un proyecto para realizar “un convenio de hermandad entre Sevilla y Mar del Plata”. De concretarse, en ambas ciudades se emplazarán al mismo tiempo monumentos de Diego Velázquez. La sugerencia es que uno esté ubicado cerca de la casa natal del pintor y el otro, en una plaza de esta ciudad.