Un conscripto de 22 años fue el autor del monumento a Bartolomé Mitre inaugurado en 1908 en Mar del Plata. Los pocos datos que se conocen de su vida son sorprendentes.
El retrato de un hombre joven aparece publicado el domingo 15 de marzo de 1908 en LA CAPITAL, que anuncia con pompa la inauguración del monumento a Bartolomé Mitre, fallecido dos años y dos meses antes.
La obra ha sido donada a Mar del Plata por una comisión de notables presidida por Félix U. Camet que, entre otras previsiones, le pidió a la Municipalidad el arreglo de la plaza Mitre -llamada Londres hasta poco antes- “y el desmonte y nivelación de las calles que dan acceso a aquella”.
Pero volvamos a la foto del joven. Es el escultor “don César Santiano, conscripto actualmente bajo bandera en el regimiento 1 de Infantería, que ha realizado su obra en un mes y medio de trabajo”, reza la crónica. Y añade algunos datos técnicos sobre la estatua de bronce de 2.40 metros, montada sobre un pedestal de piedra de 4.40 metros.
Santiano dirige en persona el emplazamiento de su obra. Y que el 7 de marzo, en un examen crucial, la descubre brevemente ante Emilio Mitre, hijo de Bartolomé, quien se conmueve por el gran parecido físico logrado en la escultura.
La crónica de la inauguración, realizada en la tarde de ese 15 de marzo, habla de un acto fervoroso en la plaza repleta y recuerda la nómina de invitados especiales, incluyendo al “teniente general Julio Roca, ingenieros Emilio Mitre y César González Segura, doctores Guillermo Udaondo, Pedro Luro, Jorge Drago Mitre…”, entre otros.
Julio Argentino Roca en la inauguración del monumento a Mitre. Aporte de Ignacio Iriarte a Fotos de Familia.
Gracias a un cronista riguroso, sabemos que “un piquete de bomberos, el escuadrón de seguridad y un pelotón de marinería local, todos de rigurosa gala, hacían la guardia de honor en torno a la estatua”, mientras la Banda Municipal ejecutaba “patrióticas marchas”. Y que “…infinidad de cintas y lazos flameaban luciendo los colores de la patria. La calle central de la plaza hallábase toda engalanada con banderas y escudos argentinos, constituyendo la entrada triunfal que conducía hasta la estatua…”.
Santiano es olvidado entre tantos apellidos célebres, pero un periodista de La Razón lo redimirá días más tarde: “…el trabajo fue encargado a un aficionado, hecho un maestro de la noche a la mañana, el Señor César Santiano, conscripto del 1º de Infantería”.
Santiano dejaría dos bellas esculturas en paseos públicos porteños: “El Gladiador Herido” (Plaza España) y “El Hombre y sus pasiones” (Plaza Balcarce).
Foto del escultor Santiano publicada por LA CAPITAL el 15 de marzo de 1908.
En su “Catálogo de Artistas Plásticos Argentinos”, Raúl Eduardo Irigoyen señala que el artista empezó a esculpir desde muy joven, cuando la humildad de sus orígenes lo obligaba a trabajar en un circo, exhibiendo su musculatura. Luego, una beca lo llevó a Europa para perfeccionarse, pero la muerte tronchó su talento en 1919, cuando sólo tenía 33 años.-