La Ciudad

“La miel de acá es especial porque estamos en un lugar privilegiado”

El apicultor Francisco Teruel conoce el esfuerzo de las abejas y el de sus propias manos, inevitables víctimas de picaduras durante el período de extracción, para obtener un producto natural de invaluables propiedades. Un experto no necesita degustar para saber si un frasco contiene miel pura o adulterada: las identifica con sólo mirarlas.

Por: Camila Selva Cabral

Junto a la tumba de Tutankamón se encontraron, entre otros tesoros, vasijas que resguardaron miel comestible durante 33 siglos. Cuando Francisco Teruel escuchó esta historia, se propuso añejar el producto de sus abejas para comprobar si es cierto que las propiedades de la miel pueden sobrevivir al paso del tiempo. Por eso hoy, en el mostrador de madera de un pequeño local en General Pirán, dos botellas de vidrio conservan su contenido desde hace 43 y 35 años y son testigos de la pasión con que Teruel encara cada día su labor de apicultor.

Francisco Teruel es dueño y motor de La Nodriza, una empresa familiar que elabora productos apícolas sin aditivos (miel, jalea real, polen, cera y derivados) desde hace más de cuatro décadas en el Partido de Mar Chiquita, parada obligada a la vuelta de cualquier viaje por Ruta 2. La producción de las abejas es extraída de las colmenas y fraccionada en el mismo establecimiento, donde la venta se realiza por mayor y menor.

Su interés por el producto de las abejas nació en 1960, cuando tenía apenas 9 años. En la quinta de al lado de su casa vivía un profesor de la Escuela Agrícola “Don Bosco” que criaba gallinas, conejos y abejas. En temporada de cosecha de miel, el pequeño Francisco iba a la granja para observar el proceso de recolección y ayudar a su vecino quien, como recompensa, le pagaba con botellas llenas de miel para consumir. Unos años más adelante, trabajó para Roberto Hoffer, un colmenero alemán experto en cría de reinas y en extracción de jalea real que le enseñó todos los secretos de las abejas. Con el sueldo de cada mes, Teruel empezó a comprar colmenas mientras seguía aprendiendo hasta que, a los 20 años, decidió que era hora de trabajar por su cuenta.

Miel pura de abeja

En la Cueva de la Araña, en España, existen pinturas rupestres (declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1998 por la Unesco) que permiten afirmar que la humanidad ha recolectado miel de colmenas silvestres desde el período Mesolítico. Quizás la memoria ancestral de Teruel guarda algo de esas escenas retratadas hace aproximadamente 80 siglos.

El apicultor conoce el esfuerzo de las abejas y el de sus propias manos, inevitables víctimas de picaduras durante el período de extracción, para obtener un producto natural de invaluables propiedades. Un experto no necesita degustar para saber si un frasco contiene miel pura o adulterada: las identifica con sólo mirarlas. “Los supermercados le mienten a la gente”, se enoja Teruel. Y explica: “Muchos establecimientos industriales le agregan glucosa, agua y jarabes artificiales, y en los casos más económicos simplemente añaden almíbar y colorante. El porcentaje de miel termina siendo ínfimo”.

La miel pura puede reconocerse visualmente por su color claro y su consistencia cristalizada, que concentra azúcares y una mezcla de hidratos de carbono, ácidos orgánicos y minerales. “Está compuesta por más de setenta elementos beneficiosos tanto nutricionales como medicinales”, detalla el titular de La Nodriza. Y destaca las características de la zona: “La miel acá es especial, estamos en un lugar privilegiado. Eucaliptos, tréboles, pastos naturales, cardo negro y menta favorecen su gusto y color. Antes se producía una miel 100% orgánica; ahora, lamentablemente, los campos naturales son cada vez menos”.

Jalea real, elemento de vida

El producto estrella de La Nodriza es la jalea real, un alimento natural de extraordinario poder biológico, estimulante y reconstituyente que es producido únicamente por las abejas obreras más jóvenes, también llamadas nodrizas (de ahí el nombre del apiario).

Este “elemento de vida” fue descubierto al estudiar la longevidad de la abeja reina cuya vida se extiende hasta los 4 o 5 años en contraste a las abejas obreras que apenas viven entre 25 y 60 días. Las primeras se alimentan con jalea real durante toda su vida mientras que las obreras sólo reciben este sustento los primeros tres días cuando aún son larvas, luego continúan con un alimento menos nutritivo.

Por colmena, se obtiene aproximadamente una producción de 20 gramos de jalea real cada quince días. Los entendidos advierten que, en su consumo, la cantidad no es tan importante como la continuidad. Ingerir una cucharadita de jalea real en ayunas es suficiente para combatir la fatiga diaria y obtener los beneficios energizantes y rejuvenecedores de sus componentes.

Las bondades de la miel y la jalea real se consiguen únicamente cuando el producto es puro y natural. Y eso es exactamente lo que ofrece el apiario La Nodriza de Francisco Teruel, ubicado en la localidad de General Pirán, Partido de Mar Chiquita, en el km. 323 de la Ruta 2, un lugar que merece ser visitado.

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