Se trata de Edelmira Altube (29), una instructora de Yoga que comparte en sus redes sociales su camino hacia una vida libre de residuos. Inspirar y entusiasmar, las claves para poder vivir en equilibrio con el ambiente.
“Compartiendo mi camino, esperando entusiasmar y motivar en el proceso“. Así recibe Edelmira Altube (29) a todo aquél que ingrese a su cuenta de Instagram (@yoga.con.edelmira) o Facebook y esté interesado en conocer su último objetivo: vivir generando la menor cantidad de basura posible. La iniciativa surge en el marco de un movimiento que ya es global llamado “Zero Waste”, que incluye tanto a familias e individuos particulares como grandes empresas.
Llevada por el deseo de generar un cambio tanto en su vida como en el mundo, la joven profesora de Yoga comenzó a compartir en sus redes sociales su día a día en el camino hacia un estilo de vida #BasuraCero. Sus lecturas, algunos tips y las vidas de personas a las que considera “referentes” del movimiento también forman parte de sus publicaciones diarias. Tampoco duda en expresar sus miedos y los desafíos a los que debe hacer frente.
Lo cierto es que lo que empezó siendo una meta individual terminó convirtiéndose en algo un poco mayor. Desde que Edelmira comenzó a llevar una suerte de “diario íntimo” de su rutina y a contar con detalle los hábitos que tuvo que ir modificando, sus seguidores comenzaron a incrementarse y, según cuenta, eso le sirvió como incentivo para no solo avanzar en su objetivo, sino también generar conciencia de la importancia que tiene encontrar el equilibrio entre el ambiente y la vida humana.
Sin embargo, ya en diálogo con LA CAPITAL, la primer pregunta es inminente: ¿Es posible vivir sin generar nada basura?, a lo que la joven responde con la calma de quien contestó esa pregunta varias veces: “Me parece importante aclarar eso: “Basura Cero” es un ideal que no existe, al menos no todavía. Pero sirve para impulsar nuestro objetivo principal, que es reducir al máximo nuestra basura y el impacto ambiental y social que tienen nuestros estilos de vida. El fin real de todo esto es alcanzar una vida más sostenible, que mis elecciones de hoy no coarten las posibilidades de las futuras generaciones”.
En otra generación fue también donde Edelmira encontró la inspiración para comenzar con este nuevo camino. Hace varios meses atrás, mientras se disponía a disfrutar de una jornada de playa con su pareja, notó con tristeza la suciedad presente en la arena y el mar. Como en una escena ficcionada, su reclamo se vio interrumpido por un par de niñas menores de edad que se encontraban limpiando por voluntad propia el lugar.
“Ese encuentro me marcó profundamente, al punto que no solo compartí una publicación hablando de esto, sino que a partir de ahí me propuse hacer como ellas: dejar de quejarme y ponerme a levantar eso que tanto me molestaba: la basura en la playa”, señaló.
A partir de ahí la joven inició un camino que aún hoy la sorprende y enfrenta con situaciones nunca antes pensadas. Como por ejemplo, el problema que puede ocasionarle realizar su rutina de compras diaria. La costumbre por parte de los locales comerciales de utilizar bolsas y envases de plástico genera en quienes desean transitar un camino de #BasuraCero una seria dificultad. Ante esta situación Edelmira comenzó a buscar alternativas, y lo que al principio resultó algo incómodo, con el correr de los días terminó por resultar un hábito natural y fácil de tomar.
“Mi primer paso fue decirle no a todo tipo de bolsas “desechables”, de plástico, de papel o de cualquier otro material, ya que como empecé a aprender en este proceso, el problema no es solamente el material sino la idea de lo desechable. No es la solución pasarnos todos a las bolsas desechables de papel, el tema es darnos cuenta que en el 99% de los casos no es necesario en absoluto desperdiciar recursos (naturales, energéticos, humanos) para generar cosas que usaremos solo una vez”, explica y asegura que lleva con ella bolsas de tela hecha con remeras viejas y frascos de vidrio donde coloca los productos comprados.
“Otra cosa que hice, y que le recomiendo a todas las mujeres, fue migrar de las toallitas y tampones desechables, a la copita menstrual y toallitas femeninas de tela. No solo por el impacto ambiental que tienen estos desechables, que es enorme -las cifras varían de mujer a mujer, pero en promedio se calcula que cada una usaría entre 7000 y 11000 toallitas y/o tampones en todo su período fértil, aclara- sino también porque una establece una nueva relación con su ciclo menstrual”, señaló.
Por otra parte, puso el foco en el tratamiento de los residuos orgánicos, como los restos de poda y de cocina. Según explicó, hace menos de un mes, junto a su pareja, dieron el “gran paso” de armar una Paca Digestora Silva -nombre en honor a su desarrollador, el colombiano Guillermo Silva Pérez-.
“La Paca es otra de esas joyitas con las que me topé en todo este proceso de investigación. Es un tipo de compostaje en el que se va armando como una especie de “mil-hojas” alternando restos de poda y de cocina, y apisonando muy bien para sacar todo el aire posible entre capa y capa. Es divertidísimo y de lo más sencillo. Lo que sí es necesario armarla en contacto con la tierra. No es viable, entonces, para quienes vivan en departamentos o en zonas muy céntricas, pero en esos casos hay otras técnicas de tratamiento de orgánicos, muy fáciles de implementar también, como es el compost, por ejemplo”, aclaró.
Las redes sociales como herramienta de cambio
Edelmira insiste, una y otra vez, que cada persona precisa de transitar su propio “proceso” antes de efectuar un cambio real y que no está entre sus deseos “obligar” a nadie. “Aunque yo considere esto urgente, porque basta con mirar algunos de los muchos estudios científicos que se han realizado para enterarse de la gravedad de estos temas, y que me encantaría que más gente lo considerara importante, lo único que gano al obsesionarme es alejar a quienes me rodean”, reconoce.
En este sentido, aseguró que encontró en las redes sociales “una gran herramienta” que le posibilitó no sólo compartir información sobre la temática, sino también no sentirse tan sola en su propia búsqueda.
“Hay que aceptar el hecho de que pasamos muchas horas frente a nuestros teléfonos y computadoras, pero si por medio de estos dispositivos podemos llegar también con este tipo de información a muchas personas, bienvenido sea. Mis redes desde un principio han sido un espacio de reflexión, donde no solo comparto fotos lindas de posturas, o de mi día a día, sino que ahora también de la basura que yo misma genero o generaba y de la que me encuentraba a mi paso”, señaló.
Además, aseguró que encontró en las redes sociales “un espacio donde se pueden crear lazos, más en torno a estos temas. Las redes sociales serán tan deshumanizadas como seamos nosotros en carne y hueso, creo yo. Y así es que me he hecho grandes aliadas y amigas en otros lugares del país y del mundo, con quienes debatimos, compartimos experiencias, buscamos aliento, nos inspiramos”.
Entre sus referentes en el tema se encuentran, Bea Johnson y su familia en California; Lauren Singer, en Nueva York y Mariana Matija desde Colombia. “Son mis tres principales fuentes de inspiración; mujeres “normales” que llevan varios pasos adelante en este camino y que nos van abriendo el sendero con sus blogs, videos, libros, talleres, contándonos sus experiencias, invitándonos a reflexionar, mostrándonos que es posible una vida Casi Basura Cero”.
El rol del Estado
Para Edelmira un Estado activo en materia de cuidado del ambiente no es una “utopía”, aunque reconocer que “si estos temas de verdad importaran, se notaría”.
“Hoy en nuestra ciudad y en Miramar -donde hace pocos meses se mudó- son dos ciudades en las que resulta evidente la falta de interés. No solo por la basura que se ve en las playas, que es la punta del iceberg, sino por la crisis que enfrentan ambos municipios en torno al tratamiento de la basura”, señaló.
Informar, educar, crear campañas de concientización efectivas; re-evaluar y cambiar las políticas de recolección y tratamiento de la basura, son solo algunas de las medidas que destaca como imprescindibles. Imponer normativas en torno al uso indiscriminado de descartables y la creación de huertas barriales, son otros de los tantos puntos que enumera.
“Las alternativas creo son infinitas”, asegura.
Y agrega: “Estas no son utopías. Afortunadamente tenemos un grandísimo ejemplo de que si se quiere se puede, bien cerquita: en el municipio vecino de Mar Chiquita. Allí se están llevando adelante acciones interesantísimas, campañas masivas de concientización y hasta la primera escuela pública totalmente autosustentable de la Argentina”.
“Hoy en día llevar estas acciones adelante es un poco nadar contra corriente. Es salirse del automatismo, de la vorágine, parar un poco y habilitar un espacio para reflexionar, y descubrir, entre otro montón de cosas, el impacto que tienen las decisiones que tenemos cotidianamente”, concluyó.