El trabajo del doctor en psicología Catriel Fierro sintetiza tanto la importancia de la perspectiva histórica para entender y enfocar los problemas de la actualidad, como la relevancia de la ciencia básica para comprender el mundo en toda su complejidad.
Desde que puso un pie en la Facultad de Psicología, Catriel Fierro tenía claro que quería aplicar a una beca Fulbright. Tras años de estudios y especialización como doctor en psicología, con un campo de trabajo relacionado con la investigación centrado en la historia de la disciplina y varios premios en su haber por su desempeño académico y sus hallazgos, Fierro fue uno de los 24 argentinos que obtuvo dicha beca para el ciclo 2023-24.
Recién llegado de Akron (Ohio, Estados Unidos), donde se encuentra “el centro multimedia de historia de la psicología más grande del mundo”, el investigador y docente, compartió en una charla con LA CAPITAL, todos los detalles de su tema de investigación, cómo esa data resulta de relevancia para la psicología clínica en la actualidad y cómo la ciencia básica es fundamental para entender los complejos problemas de la realidad actual.
“Me presenté a través del INHUS (el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del CONICET Mar del Plata), que es mi sede de trabajo desde 2022, y mi proyecto se tituló “Profesionalización de la temprana psicología clínica: Evaluación del rol de las primeras clínicas psicológicas en el sistema educativo norteamericano, 1896-1919”. Mi estancia fue entre Julio y Octubre en la universidad que yo elegí, la University of Akron (Ohio), más específicamente en el Cummings Center for the History of Psychology, que consiste en varios institutos y museos. Yo fui a trabajar a los Archivos de Historia de la Psicología Norteamericana, que reúne las colecciones personales de materiales de archivo y manuscritos de más de 300 psicólogos históricos, además de tests psicológicos, fotografías y otros documentos relevantes para la historia de la ciencia. Desarrollé mi tarea bajo la supervisión de la directora, la Dra. Cathy Faye, y colaboré muy cercanamente con la co-directora, la Dra. Jennifer Bazar, y la archivista principal, la bibliotecaria Lizette Royer Barton” contó.
Fierro trajo de ese trabajo de meses, indagando en archivos, una gran cantidad de documentación que es fuente para varias líneas de trabajo. “Tengo material para años de trabajo, que incluye cartas, notas, testimonios que hasta ahora no han sido abordados científicamente” valoró.
“Consulté 923 carpetas de materiales distribuidas en 238 cajas pertenecientes a 33 colecciones de archivo distintas, y copié e indexé en mi base de datos personal unas 71.000 páginas de material” enumeró.
Gracias a Fulbright, el programa norteamericano de intercambio cultural y científico más grande de Estados Unidos, dependiente del Departamento de Estado de USA, que anualmente da becas en conjunto con el CONICET para financiar estadías de 3 meses de investigadores asistentes o adjuntos en universidades norteamericanas que el investigador elija con el fin de realizar investigación en el marco de proyectos curso pudo hallar “material muy interesante”.
En ese marco ejemplificó que “pude consultar historias clínicas preservadas de la primera clínica psicológica del mundo, fundada por Lightner Witmer en la University of Pennsylvania en 1896, así como la correspondencia profesional y privada de varios de los primeros psicólogos clínicos como Leta Hollingworth, Lewis Terman, Henry Goddard, David Shakow, Carl Rogers y J. E. Wallace Wallin”.
“Otro material central que pude relevar fueron los casos clínicos que Carl Rogers, la figura histórica sobre la que me vengo centrando hace 5 años, llevó adelante desde finales de los años ’20 en Nueva York y que fueron su primer contacto con el campo terapéutico y con la tarea que en ese momento se le atribuía a los psicólogos clínicos” apuntó.
Además “consulté y analicé documentos (correspondencia privada, manuscritos, libros no publicados, fotografías, tesis de maestría y doctorales, historias clínicas) vinculados con el contexto en que se fundaron las primeras clínicas psicológicas en Estados Unidos para ayudar a los docentes de escuelas públicas a identificar, examinar, diagnosticar y reeducar a lo que a comienzos de siglo XX se consideraban ‘niños problema’: niños que por alguna u otra razón o se retrasaban en el curso, o no podían aprender, o tenían problemas conductuales”.
“La investigación en historia de la psicología clínica es un área de vacancia en el campo de la escritura y la investigación en historia: se ha escrito poco en estas últimas décadas, quedan muchos problemas que responder y zonas geográficas específicas que explorar, y aún hay montañas de materiales de archivo por descubrir, analizar y correlacionar. El análisis de las fuentes me va a permitir reconstruir más acabadamente la historia de las clínicas psicológicas, que en esencia fueron las instituciones donde por primera vez los psicólogos abocados a la psicología aplicada y técnica entraron en contacto con niños y niñas, de forma que eso que yo reconstruya ayude con explicar el surgimiento de la psicología clínica como un área profesional diferenciada tanto de la psiquiatría como de la educación, el cual también es un tema sobre el que no se ha escrito demasiado en los últimos 40 años” y por el que la Sociedad Interamericana de Psicología le otorgó el premio “María de las Mercedes Rodrigo-Bellido”. “Ahora lo voy a poder llevar a otro nivel” se entusiasmó el investigador.
“Fue una experiencia muy estimulante en lo personal e inspiradora en lo profesional, poder representar a Argentina y a la ciudad en otra universidad de excelencia. La posibilidad de desarrollar mi trabajo y profundizar mi vocación me ayudó a corroborar de forma muy concreta la centralidad que tiene el financiamiento público de la ciencia y la tecnología en la realización de este tipo de proyectos; proyectos que son pertinentes, relevantes y en definitiva terminan ubicando a la Argentina y a sus investigadores en diálogo y colaboración directa con especialistas internacionales” analizó.
En ese sentido destacó que “las preguntas sobre qué estados del mundo hay que investigar, qué cuestiones hay que aclarar, qué problemas hay que resolver, usualmente provienen de la ciencia básica. No se puede aplicar un criterio utilitarista cuando es el fundamento y puerta de inicio de muchos investigadores, sobre todo de las ciencias sociales, cuya utilidad radica en entender, clarificar el mundo y luego, cuando nos pongamos de acuerdo, ver como lo cambiamos para mejor y en función del objetivo que discutamos entre todos”.