Impulsada por la presión salarial, las restricciones cambiarias y la dilatación de la renegociación de la deuda, la inflación para el segundo semestre podría mostrar una aceleración pese a que los servicios públicos continuarán congelados, de acuerdo con un informe privado.
Los últimos datos oficiales dados a conocer por el Indec señalaron que el Índice de Precios al Consumidor de junio se ubicó en 2,2% y acumuló un 13,6% en el primer semestre.
En ese escenario, el director del Indec, Marco Lavagna, consideró que el ritmo de crecimiento de la inflación, durante los próximos meses, “puede ser el mismo” al que se registró en el primer semestre del año.
Un estudio elaborado por la consultora Ecolatina, resaltó que uno de los factores que podría dar impulso es la presión salarial hacia el final del año.
Además, subrayó: “El Gobierno autorizó una suba de precios máximos de entre el 2% y 4,5%, lo cual podría implicar un mayor dinamismo sobre algunos bienes esenciales en el corto plazo”.
El análisis sostuvo que “en la medida en que las restricciones cambiarias no se relajen, las decisiones de precios sobre algunos bienes podrían basarse en mayor medida sobre las cotizaciones paralelas, dinamizando al proceso inflacionario”.
“A su vez, la dilatación de la renegociación de la deuda generará presiones adicionales”, evaluó y advirtió sobre “un posible incremento de la brecha cambiaria” que aumente las expectativas de devaluación.
Pronosticó que “cuando todo el país comience a ingresar a una nueva normalidad y la demanda agregada empiece a recuperarse, el excedente inyectado de liquidez podría generar presiones en el mercado cambiario, si el Banco Central no toma las medidas correspondientes para terminar de absorberlo”.
El sondeo aclaró que se encuentra la posibilidad de una mayor diferenciación entre la inflación del Gran Buenos Aires y otras regiones del país, que ya se encuentran en una etapa de distanciamiento social.