Detuvieron por el asesinato del joven Nahuel Fernández a quien hace 8 años entró a robar a una casa con él y con su medio hermano. El trasfondo de un caso impactante.
Por Fernando del Rio
El mundo del crimen posee la cualidad de retroalimentarse, de valerse de sus propios protagonistas para sumar más crimen. Porque no siempre se trata de los buenos como víctimas de los malos, en esa eterna convención establecida por el uso mismo de la vida. Sin desconocer que muchos de esos supuestos buenos (policías, abogados, funcionarios políticos o judiciales, ciudadanos de a pie) contribuyen con los malos, en ocasiones a todo lo dominan la venganza del suburbio, los códigos del hampa, la falsa hombría, la disputa de rangos o de territorios y la honestidad puesta en juego en el reparto de un botín.
La historia que rodea al brutal asesinato de Nahuel Fernández (22) abona esa conjetura, aunque llevada a un extremo que para los que se mantienen ajenos al quebranto de la ley puede poner los pelos de punta.
Hace un mes el cuerpo de Fernández apareció sobre unos pastizales, junto a las cunetas que la avenida Juan B. Justo tiene a la altura del 8900, entre Leguizamón y Bailey. Allí Juan B. Justo es de tierra. En uno de los terrenos se elevan caños amarillos de una cámara subterránea de distribución de gas y un cartel advierte del peligro de acercarse a ese sector. Es probable que a Nahuel Fernández lo hayan hecho descender para después obligarlo a caminar con las manos levantadas. De día unas pocas personas recorren la avenida; de madrugada, es un páramo olvidado. Tal vez, a algunas cuadras de allí, donde hay algunas casillas, las 5 detonaciones se escucharon.
Los casquillos de los proyectiles quedaron en la mano de enfrente, a la altura de los caños de gas. Algunas máquinas niveladoras habían sido dejadas allí para seguir con los trabajos en la semana. Desde ese sector le efectuaron a Nahuel Fernández los disparos que le dieron en el tórax, en el brazo izquierdo y debajo de la axila izquierda, y que lo pusieron en desesperada e inútil fuga. Corrió no más de 15 metros, cruzó Juan B. Justo, saltó la difusa zanja y cayó cuatro pasos más allá. El asesino se acercó por detrás. A sangre fría le acercó la pistola a la nuca y disparó una vez más.
En las últimas horas la fiscal Andrea Gómez y la DDI local detuvieron a quien consideran el coautor del homicidio, es decir a al menos a una de las personas estuvieron junto a Nahuel Fernández hasta último momento. Se trata de Jorge Farías, un hombre que permanece detenido y al que otra historia de sangre y fuego lo une con Fernández.
Siempre la muerte
El 14 de abril de 2011 Nahuel Fernández tenía 14 años y junto a su medio hermano Nicolás Oscar Fernández y un amigo Jorge Farías salieron a robar. Eran las 22.55 aproximadamente cuando treparon el paredón de una casa de Santa Cruz al 3500. Los tres, sigilosos, llegaron hasta el interior de la vivienda donde estaban a punto de acostarse una mujer y dos hijos de 11 y 13 años de edad. A punta de cuchillo amenazaron a todos, los ataron con cordones de zapatillas y tras apoderarse de dinero, celulares y una campera iniciaron el escape.
Alertada por un llamado telefónico, la policía llegó al lugar y pudo atrapar a Nicolás Fernández y a Farías cuando bajaban de los techos. En cambio a Nahuel Fernández, no. Lo buscaron, sabían que había un tercer delincuente. Revisaron toda la casa hasta que escucharon un ruido que provenía del pequeño gabinete de gas. Al abrir la puerta lo descubrieron.
Por ese hecho, Nahuel Fernández no fue condenado -era no punible- pero su medio hermano y Farías recibieron 3 años de prisión. A Nicolás le unificaron una pena previa y le permitieron a los pocos meses las salidas transitorias de Batán para el afianzamiento del lazo familiar.
En el mediodía del 29 de agosto de 2013 Nicolás Fernández estaba en libertad, la que disfrutaba en extremo porque al día siguiente debía volver al penal. Tenía mujer, hijos y decidió entonces hacer un “picnic”. Todos juntos fueron hasta un almacén de la zona de Gascón y 184 a comprar fiambre, pero cuando estaba pidiendo entró por detrás Nahuel, que había llegado en motocicleta acompañado por otro joven.
Nahuel disparó 13 veces su arma. El cuerpo de Nicolás, su medio hermano, recibió 7 balazos y murió en el acto.
Recién el 30 de diciembre posterior Nahuel, con 16 años, fue detenido en el parque acuático Aquópolis y en octubre de 2014 fue sentenciado a 8 años de prisión (luego le reducirían la pena a 5), condena que cumplió en el Instituto de Menores de Dolores pero que, al escaparse de ahí, completó en Batán.
Mientras tanto, Farías siguió siendo cercano a Fernández y viviendo en el centro del mundo delito al punto tal que entró y salió de prisión, la última vez el año pasado.
Ahora a Farías se lo acusa del asesinato de Nahuel Fernández. La Justicia tiene acreditado que fue una de las últimas personas que estuvieron con él y posee otras pruebas que lo vinculan al crimen. Homicidio doblemente agravado por ser cometido con alevosía y mediante el empleo de arma de fuego es la imputación que afronta Farías.