El primer paso, de gran importancia. Sampaoli confirmó los once que probó en las últimas prácticas. Comandado por Messi, el seleccionado albiceleste intentará dejar atrás todas las dudas que generó en la previa a Rusia. Su rival será un debutante en la competencia.
MOSCU, Rusia.- La esperanza e ilusión que cada cuatro años se resetea en cada futbolero argentino volverá a encenderse desde las 10, cuando la Selección enfrente a la debutante Islandia en Moscú, por la primera fecha del Grupo D y en el inicio de su camino rumbo a la búsqueda de su tercer título Mundial en Rusia 2018.
El partido de Argentina, que se disputará en el estadio del Spartak de Moscú, contará con televisación de la TV Pública y TyC Sports.
Pero en medio de la adrenalina que genera esta situación, Argentina no puede olvidarse del sufrimiento que tuvo que pasar para llegar a la cita mundialista.
Porque desde que Alemania clavó el puñal en el estadio Maracaná en la final de Brasil 2014, la AFA tuvo cuatro presidentes (uno de ellos designado como interventor por la FIFA), la Selección tres entrenadores, los jugadores otras dos chances de conseguir un título a nivel mayor y, los hinchas, otra vez el corazón roto.
El equilibrio de un grupo capaz de sostenerse en tres finales durante tres años sucesivos (2014, 2015 y 2016) se rasgó tras su participación en la edición centenaria de la Copa América, con la renuncia transitoria de Messi y el adiós del técnico Martino. Cuando se produjo el regreso del astro rosarino, Edgardo Bauza ocupaba ya el banco. Bajo el comando de “El Patón”, Argentina se sumió en un alarmante titubeo. Sin plan deportivo, decayeron el juego y los resultados.
El seleccionado albiceleste retrocedió hasta consumirse en sus propias dudas. Cada vez más alejado del horizonte de Rusia, el plantel agradeció el relevo en la presidencia de la AFA. Una de las primeras decisiones de Claudio Tapia fue trasladarle a Jorge Sampaoli el cometido de reconducir a Argentina a una nueva Copa del Mundo. El técnico de Casilda cumplió el primer objetivo, no sin dificultades. Por eso hubo que esperar hasta el último partido, ante un alternativo Ecuador en la altura de Quito, para que Messi volviera a salvar a la Selección y le entregara el pasaje a Rusia 2018.
El 6-1 que le propinó España hace tres meses, en el penúltimo amistoso, encendió más las alarmas. Destapó las debilidades de un equipo que se encuentra en fase de reconstrucción: de su identidad y de sus certezas, más allá de Messi.
De esa convulsión trató de aislarse el equipo durante estos últimos días, charlas mediante con el entrenador principalmente en Europa, y principalmente desde que hace casi un mes se juntaron en el predio Julio Grondona de Ezeiza.
Sampaoli probó todas sus variantes, dio vuelta para un lado y para el otro sus 23 convocados, debió tomar decisiones duras como prescindir del arquero Sergio Romero y Manuel Lanzini, por lesiones de rodilla, y determinó un equipo con algunos puntos polémicos.
Sorpresivamente, un día antes del partido, Sampaoli no escondió el once inicial para enfrentar a Islandia. Tal como probó en los seis días previos, el técnico se decidió por la inclusión de Eduardo Salvio como lateral derecho, en un rol diferente, el doble cinco de Javier Mascherano y Lucas Biglia -del que había dicho que veía muy difícil de usar-, y a Sergio Agüero como delantero.
Islandia intentará dar el batacazo y quedar en la historia en el que será su primer Mundial al que arriba con las ideas muy claras. No llegó aquí de casualidad, de hecho antes de la clasificación a Rusia dio que hablar en la Eurocopa de Francia 2016, cuando quedó eliminado en cuartos de final en manos del país organizador. Allí empató con Portugal en la fase de grupos y venció a Inglaterra en octavos.
El entrenador Heimir Hallgrímsson confía en su defensa, en las jugadas de pelota parada y en el talento de Gylfi Sigurdsson para aprovechar los contraataques en un equipo muy trabajado para dar pelea en el Grupo D, que también comparte con Croacia y Nigeria.