El argentino tiene una buena oportunidad para demostrar su importancia en París Saint Germain y nada menos que ante Real Madrid, su ex equipo.
por Enrique Rubio
PARIS, Francia.- Si Real Madrid puso en órbita a Ángel di María como un interior de zancada endiablada y zurda divina, el club español se presenta de nuevo, esta vez como rival, como la ocasión del “Fideo” para tratar de enderezar una carrera que se tambalea desde que dejó al equipo blanco.
La baja de Neymar para el partido de vuelta de los octavos de final para la Liga de Campeones ha bajado unos ánimos ya decaídos por el 3-1 de la ida.
Sin embargo, más que en Cavani, en Mbappé o en ningún otro jugador de PSG, los aficionados parisinos han depositado sus esperanzas en el previsible sustituto de Neymar, el argentino Di María, que contempla el partido del martes como su gran oportunidad para reivindicarse.
Para el “Fideo”, la apuesta es doble: consagrarse en el Parque de los Príncipes y ante su entrenador, Unai Emery, como la estrella que se presuponía cuando aterrizó en agosto de 2015 tras un mediocre paso por Manchester United; y por otro lado, demostrar a Madrid que dejó escapar a un jugador único.
Aunque no ha pronunciado la palabra revancha, en una reciente entrevista con la revista francesa “So foot” Di María lanzó algún dardo en dirección al Bernabéu.
“Mi relación con Real Madrid acabó. Mi ciclo se cerró hace tiempo. Sinceramente, no tendría ningún problema en jugar con Barcelona”, dijo.
También recordó un episodio del Mundial de 2014, cuando recibió una carta de Real Madrid que le conminaba a responsabilizar a la Selección Argentina de lo que le ocurriese en la final contra Alemania (Di María venía de una lesión producida en los cuartos de final ante Bélgica).
“Me tomé la molestia en leerla y luego la rompí”, recordó el “Fideo”, quien pese a todo aseguró que no necesita acordarse de aquella carta para motivarse para el partido.
Pero lo cierto es que, por muchas deudas pendientes que queden, el argentino nunca ha recuperado el lustre que ganó defendiendo la casaca blanca.
El United lo convirtió en 2014 en el fichaje más caro de la historia del fútbol inglés, sólo para acabar enfrentado con Louis Van Gaal y vapuleado por la prensa deportiva y los aficionados.
Buscó un año más tarde su redención a orillas del Sena, pero por el momento no la ha encontrado.
Aunque cerró su primera temporada en París con el récord de asistencias en la Ligue 1 (18) y como un jugador clave para el técnico Laurent Blanc, su rendimiento en los grandes partidos no fue el esperado.
La llegada de Emery al banquillo parisino no sólo mejoró esa situación, sino que acaso la empeoró.
Metió seis goles en la liga, frente a los 10 del año anterior, y nunca pareció un jugador clave para el entrenador.
La llegada el pasado verano de Neymar pareció acabar con su carrera en el PSG, y de hecho estuvo a punto de ser traspasado a Barcelona para permitir al club francés aumentar sus ingresos y ajustarse así al juego limpio financiero de la UEFA.
Pero Di María no arrojó la toalla. Tras un arranque dubitativo de temporada, en diciembre comenzó a aprovechar los minutos que le daba Emery y a meter goles en todos los partidos que jugaba.
Con el tridente formado por Mbappé, Cavani y Neymar por delante, logró reclamar un hueco, consciente de que aquellos tres serían titulares indiscutibles cuando llegasen las grandes citas.
Tras no disputar ni un solo minuto en la ida contra Real Madrid, su mujer, Jorgelina Cardoso, estalló en Twitter: “Tu esfuerzo, más tu trabajo extra, más tus goles, más tus asistencias, más tu mejor momento, igual a banco. Pero las que no entendemos de fútbol somos las mujeres. Allez Paris”.
La grave lesión de Neymar le da ahora, recién cumplidos los 30 años, una de las grandes oportunidades para reivindicarse.
Y Di María llega como una locomotora: ha metido goles en los tres últimos partidos que ha jugado, ayer contra el Troyes, el miércoles contra el Olympique de Marsella (dos), y hace dos semanas ante el Estrasburgo.
EFE.