Cuatro actores hacen convivir el humor, la historia, una cuota de actualidad y música en los espacios del coliseo porteño.
El Teatro Nacional Cervantes propone una nueva forma de recorrer y conocer la historia de sus diferentes reductos a través de “La guiada“, una experiencia en la que cuatro actores hacen convivir el humor, la historia, una cuota de actualidad y música en los espacios de ese coliseo del centro porteño.
Dirigida por Gustavo Tarrío, la intervención teatral que se estrenará el próximo sábado 6, a las 11, en el teatro ubicado en Libertad 815, invita al público a descubrir las salas y los pasillos del Cervantes de la mano de un guía un tanto particular que, junto a la ayuda de sus compañeros de trabajo intentan también contestar “cuán nacional es el teatro nacional”.
La historia comienza con la bienvenida de Bernal, el guía encargado de llevar a los interesados por un viaje en el tiempo durante casi toda la obra. Interpretado por Nicolás Levín, el instructor espera a los asistentes en el foyer, con su saco de tono azul grisáceo y su banderita indicativa, al mejor estilo de un guía de museo.
El relato del guía comienza allí, entre águilas bicéfalas y desde el momento en que la Argentina tenía sólo dos millones de habitantes, allá por el 1900. Bernal es políglota e intenso, tiene dotes para ser un buen conductor y logra mantener la atención de su audiencia pero, lamentablemente, parece tener un mal día o estar recién capacitado.
Por fortuna, durante la visita introductoria, el instructor es acompañado por la Jefa de Escenario (Milva Leonardi), el utilero (Gustavo Di Sarro) y el acomodador (Marcos Krivocapich); ellos serán los encargados de que la gente se vaya del teatro con la información correcta sobre los hechos que hacen que hoy el Cervantes sea una sala referencial de la actividad teatral.
Lo primero que Bernal presenta es la placa de María Guerrero, actriz española que colaboró en la construcción del teatro, colocada por fuera de la sala principal homónima y de diseño italiano, con capacidad para 860 espectadores y cuyo antepalco es una replica en miniatura de una antesala al estilo de Felipe VI.
El tercer punto de la visita, luego del relato musical del guía en la escalera -con ayuda, por supuesto, de sus tres compañeros- sobre la historia de Guerrero y su esposo, el aristócrata y empresario teatral Fernando Díaz de Mendoza, la fundación del teatro en septiembre de 1921 y su nacionalización cinco años después bajo el gobierno de Marcelo T. de Alvear, es la sala Luisa Vehil, ubicada en el primer piso.
En dicho espacio, conocido también como el Salón Dorado por los detalles de los elementos decorativos, funcionaba en aquellos comienzos la sala de reunión de intelectuales y personalidades de la cultura.
Es allí que entre charlas filosóficas que mantienen los trabajadores y discusiones sobre el significado de lo nacional -una idea que atraviesa toda la visita-, aparece la actriz y cantante Berta Singerman, en una versión moderna y acorde a los tiempos que corren.
La próxima parada será la sala Orestes Caviglia. En esa habitación que en un primer momento fue concebida como confitería y bar, y que ahora es utilizada para obras intimistas y funciones de cámara, el público será partícipe de un ensayo, antes de cruzar al sector de los camarines, y después regresar a la sala principal.
“La guiada” es una invitación a bailar tap, cantar cumbia, travestirse de Eva Franco, atravesar lo complejo y transitorio de toda identidad y a defender el trabajo de cualquier teatro nacional, más allá de un incendio o una reestructuración, expresó Levín; al convidar a conocer la historia del Cervantes que suma esta nueva experiencia a su cartelera.
Este coliseo, que cumple en diciembre 96 años y que estuvo al borde de la quiebra en 1926 y luego, varios años inactivos tras el incendio de agosto de 1961, cuenta hoy con un programa que incluye giras nacionales para sus obras, coproducciones con organismos de Cultura de las provincias interesadas, un convenio con el Ministerio de Educación para que los alumnos de escuelas públicas primarias y secundarias asistan gratuitamente y la presencia del teatro en sindicatos y pueblos a los que no llega ningún otro tipo de expresión teatral.