La 'flor' metálica está diseñada para abrirse o cerrarse en función de la cantidad de luz y de la temperatura que detectasen unos sensores instalados en su gineceo y en sus estambres.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires comenzó esta semana a retirar las partes dañadas de la escultura Floralis Genérica, uno de los emblemas turísticos, que resultó gravemente dañada durante los temporales intensos entre diciembre y marzo pasado.
La retirada de los ‘pétalos’ de esta flor metálica más golpeados por el viento y las lluvias comenzó este jueves en el barrio de Recoleta.
Grandes grúas acarrearon dos de las enormes planchas metálicas curvas de más de 4,5 toneladas que componen la estructura diseñada por el arquitecto local Eduardo Catalano e instalada en la Plaza de las Naciones Unidas de la capital porteña en 2002.
El tránsito de visitantes en torno a la escultura estará interrumpido hasta el próximo domingo. Según pudo comprobar EFE, los ‘pétalos’ ya extraídos permanecen almacenados en un descampado próximo a la plaza, habitualmente utilizado para la retención de vehículos que han infringido normas de tránsito.
En las proximidades del monumento, varios agentes de policía responden a varios turistas extranjeros, que fotografían lo que resta de Floralis Genérica, tras unas vallas metálicas. Thomas y Fernanda visitan Buenos Aires desde Brasil y no le ocultan su decepción a EFE.
“Es un lugar muy fotografiado y famoso”, asegura el turista brasileño y considera que las autoridades de la ciudad deberían avisar a sus visitantes que el monumento está parcialmente dañado.
Para la peruana Elizabeth, que permanecerá una semana en la ciudad junto a su familia, la escultura sigue siendo “espectacular” pese a su estado actual. “La semana que viene volveremos para ver si está arreglada”, consideran.
Floralis Genérica, un regalo de Catalano a su ciudad natal, fue concebida como una estructura móvil. La ‘flor’ estaba diseñada para abrirse o cerrarse en función de la cantidad de luz y de la temperatura que detectasen unos sensores instalados en su gineceo y en sus estambres.
Lo cierto es que el funcionamiento de la escultura fue irregular desde que se inauguró, por lo que tuvo que ser remodelada varias veces, aunque su particular forma y su monumentalidad, así como su localización cerca de otros emblemas turísticos de Buenos Aires como el Cementerio de la Recoleta, convirtieron esta ‘flor’ de acero inoxidable, aluminio y hormigón armado en un símbolo de la capital.
El último inconveniente que sufrió, y quizás el más notable, tuvo lugar en la madrugada del pasado 17 de diciembre, cuando un fuerte temporal de viento y lluvia derrumbó buena parte de su estructura.