Este año la cremá se realizará el domingo 25 de marzo bajo el lema Ni una víctima menos. Lejos de malas intenciones, ese slogan diluye una frase que representa el cambio de paradigma social e institucional más fuerte de los últimos diez años.
por Agustín Marangoni
Agregar una palabra. Con eso es suficiente para desdibujar el núcleo de un reclamo social. La 64° Falla Valenciana tendrá como lema la frase Ni una víctima menos. El objetivo será denunciar distintos tipos de violencia: bullying, marginación infantil, género, etcétera. El boceto de la estructura que se incinerará el domingo 25 de marzo muestra figuras que hacen alusión a una persona excedida de peso, niños y dedos que los señalan ofensivamente. Parecería que está bien. Pero ese lema, con esa palabra agregada, ofrece otra lectura.
Queda clarísimo que los diseñadores de la falla no tienen malas intenciones. Por el contrario, sus posturas suelen ser loables. Este espectáculo de fuego tiene tradición de posicionamiento social frente a problemáticas importantes. Habló de la basura, de los fondos buitre, de la mala alimentación y los abusos del sistema económico, entre muchos otros. Pero hace ya cuatro años que la falla, en Mar del Plata, esquiva temas que puedan generar alguna rispidez partidaria. Eso que los genios del análisis político creen nuevo y denominan grieta –una fisura socioeconómica que atraviesa la historia argentina desde la fundación de la república, incluso antes– ha desembocado en silencios equivocados: se toman los problemas como cuestiones personales, en lugar de interpretarlos como situaciones a resolver independientemente de quién esté en la gestión de gobierno. Entonces, para no andar ofendiendo, nadie dice nada y se habla de otra cosa. Consecuencia: la intención de quedar bien con todos lleva a perderse en una neblina conceptual.
El Ni una menos es una conquista social y pertenece al feminismo. Representa el cambio de paradigma más fuerte de los últimos diez años en Argentina y en el mundo. La variante que propone la falla está muy cerca del Nadie menos, lo cual es una equivocación peligrosa. El Ni una menos busca visibilizar el problema de la violencia de género y el femicidio, con lo que eso implica. Pone en jaque a un modelo social desde la igualdad de derechos hasta la redistribución económica. Las cifras son gravísimas, en Argentina hay un femicidio cada 29 horas. De los cuales, el 88% fue cometido por hombres del círculo íntimo y conocidos de la víctima. En Mar del Plata, en el último año, las denuncias por violencia de género aumentaron casi el 24%. También aumentaron los femicidios, el año pasado hubo 7. Hablar de Nadie menos o de este primo hermano Ni una víctima menos significa diluir, generalizar, sacar de encuadre y quitarle impacto a un problema serio que hasta hace poco era invisible a la sociedad, a los medios y a las instituciones.
Incluso desde lo semántico, decir Ni una víctima menos es equivalente a pedir que se mantenga estable la cantidad de víctimas. Podría haber sido Menos víctimas o Ni una víctima más, vaya uno a saber. Así, tal como está planteado el lema, arrastra un error concreto.
Esta decisión de la falla muestra que el feminismo todavía es resistido a nivel social. Por eso se lo lava. Es importante tomar una postura frente a los asuntos de peso. La discusión es la herramienta de desarrollo intelectual por excelencia. Mejor fomentarla que pasarle por el costado para quedar bien con todos.